Capítulo 19 - Reglas

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Reglas

La rabia y preocupación de todos los presentes no se hizo esperar, los rostros llenos de angustia, culpa, ira y desesperación presionaron a Huor quien mantuvo su característico aplomo.

- Bien, enviaremos a un grupo para investigar al respecto.

Su tono pausado y tranquilo fue suficiente para hacer explotar una bomba de magnitudes bíblicas. Lúthien contuvo su férrea necesidad de golpearlo, Nindë y Merenwen habían enmudecido, pero su mirada fue suficiente para entender su intención asesina. Fëanáro, Finrod y yo realizamos un golpe coreografiado al escritorio de Huor, el impacto resonó con un gran eco que desaparecía paulatinamente, dejando así escuchar el latir de todos los corazones que orquestaban una marcha bélica con destino a nuestro amado líder. Huor se levantó del escritorio para darse vuelta a su ventana, tomó su tiempo y dijo con la misma tranquilidad de siempre:

- ...Entiendo su desesperación, pero por el momento...

Su frase fue interrumpida por el agudo sonido del cristal rompiéndose frente a él, cada fragmento que se estrellaba en el suelo reflejaba a su atacante. No era necesario usar mis ojos para entender que ese tentáculo de color violeta era de Merenwen, al girar la cabeza observe lo que nunca habría creído posible, esa mujer tan alegre y tan despreocupada por todo tenía en su mejilla una lagrima de rabia.

- Debes controlarte. – Dijo Huor con total calma y sin retirar la vista de su destrozada ventana.

- ¿Cómo quieres que me controle?, ¿Acaso dejaras a otro compañero morir? – Respondió asegurándose que cada palabra mostrara su enojo.

- Todo lo contrario, es por eso que enviaré...

- ¡ENVÍANOS A NOSOTROS! – Suplicaba Merenwen.

La respuesta de Huor tomó unos segundos, esperando el momento cumbre para azotarnos con la respuesta más hiriente posible.

- ... No.

Todos contuvimos el aliento con la esperanza de recibir una explicación, alguna razón, o por lo menos, una disculpa, pero solo obtuvimos la suave caricia de la brisa que atravesaba por la ventana destrozada.

Merenwen se encontraba alterada por la situación, tanto así que perdió el control de su habilidad haciendo que el tentáculo se desvaneciera en el aire, acto seguido ella abandonó el lugar, detrás de ella Nindë y Finrod que parecían más preocupados por ella.

- ¿No piensas decir algo más? – Dijo inquisitivamente Fëanáro.

- ¿Qué más quieres escuchar? – Respondió Huor un poco burlón.

El jinete dejó la habitación con un paso que hacia las paredes vibrar, como si cargara un peso más allá de lo evidente. Por mí parte la mezcla de sensaciones y emociones impidieron mi partida.

- ¿No piensas retirarte con tus compañeros Galdor? – Dijo Huor con la sublime intención de hacerme partir.

- ... No. – Respondí con cierta vacilación y confusión.

Por alguna extraña razón sentía la necesidad de quedarme ahí, de no guiarme por mis impulsos, por mantener la calma y ver la situación desde otro ángulo, tragué saliva y pregunté:

- ¿Por qué no nos envías para rescatar a Lólindir?

- Tú sabes la respuesta. – Respondió Huor con un tono menos satírico.

El Credo - Iniciación IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora