Capítulo 30 - Tres a uno

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Tres a uno

La sombra extendió si brazo para crear una vara de hielo con una punta afilada en un extremo y una esfera en el otro, con su mano opuesta tocó su frente manchando sus dedos con sangre y lentamente los llevó a la vara de hielo.

— ¡DETENGANLO! — Gritó Huor enérgicamente.

Lúthien no dudo ni un segundo y lanzó una bola de fuego con la esperanza de hacerlo retroceder o derretir su creación de hielo. Tinúviel disparó una flecha y Vincent empezó un sprint para entablar combate cuerpo a cuerpo. Pero sus esfuerzos fueron inútiles, la sangre tocó la vara y esta se tiño de un color purpura obscuro con pequeñas franjas negras que recorrían de manera espectral la vara de punta a punta. Cuando la bola de fuego tocó la vara esta fue inmediatamente absorbida en la esfera superior, inmediatamente la flecha de Tinúviel tuvo el mismo destino que el anterior ataque. Con un suave movimiento, la vara se inclinó en dirección a Vincent, lanzando la flecha y la bola de fuego que recién había absorbido, haciendo que el líder del Clan retrocediera.

— ¿Aún crees que no merezco el título que me pertenece? — Dijo la sombra.

La mirada de Huor cambió en un segundo, no pudo ocultar la gran preocupación del momento que se contagió a Lúthien, Tinúviel y Vincent. Los ojos de todos ellos se llenaron de preocupación y miedo.

Merenwen me tomó del hombro desesperada, clavando sus profundos ojos en mí, gritándome silentemente que hagamos algo. Aún no — Le dije en voz baja. Daimont giró la cabeza intentando escuchar lo que acabo de mencionar. Si quiero que esto funcione él no debe enterarse de nada, afortunadamente pude darle indicaciones a Nindë para actuar en el momento preciso.

Un chillante grito irrumpió el campo de batalla, las cinco ánimas corrieron para colocarse detrás de la sombra. Una a una fueron tocadas por la vara, haciendo que sus cuerpos aumentaran de tamaño hasta crear unas criaturas totalmente monstruosas que emanaban poder de cada centímetro.

— Creo que es hora de ponerte serio Vincent. — Dijo Huor con la voz apenas tambaleante.

Vincent tragó saliva y colocó su guadaña frente a él, tras unos segundos y un par de palabras que no logré identificar la dorada cuchilla empezó a resplandecer y vibrar levemente, Vincent abrió sus ojos y tomó una daga que se encontraba en su cinturón.

— Espero que esto sea suficiente, porque a mi parecer el resultado no será favorable para ninguno de nosotros. — Respondió Vincent.

— Tres a uno a que saldremos con vida. — Replicó Huor tratando de evitar la tensa situación.

Vincent no pudo más que asentir con la cabeza. La sombra ordenó a sus ánimas volver al combate y en esta ocasión sus movimientos eran más agiles, rápidos y poderosos. Cinco contra cuatro no me parecía algo justo... aunque al ver a la sombra no es algo que me sorprenda.

Nindë me buscó con la mirada para avisarme que lo encargado se encontraba listo, solamente parpadee para indicar que el mensaje fue recibido. Toqué el brazo de Merenwen y ella avisó con los ojos a Finrod y a Fëanáro. Lentamente coloqué mi mano sobre la culata de mi Beretta y traté de martillarla haciendo el menor ruido posible. Cerré los ojos y me concentré en la barrera de Daimont, buscando nuevamente esa pequeña grieta y esperando que el ángulo de mi tiro sea el adecuado para derribar a la sombra... sino funciona entraremos todos en acción.

Lúthien y Tinúviel tenían problemas para contrarrestar los ataques de las ánimas, pero Huor, Vincent y su guadaña parecían no tener mayor problema. La sombra no mostró realizar ningún movimiento por algunos minutos, hasta que levantó su vara y golpeo con mucha suavidad el suelo, esto generó una onda de choque que sacó de equilibrio a todos excepto a las ánimas. Afortunadamente nadie recibió ninguna herida en ese momento.

El Credo - Iniciación IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora