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Diálogo
Las palabras de Merenwen hicieron que los minutos fluyeran como gotas de agua en un rio. El pensar en el dolor que ella pasó, siendo su padre... no sé qué haría en una situación similar, mi padre es un hijo de puta... pero en comparación es un santo. No encuentro una razón para odiarlo tanto después de esto, me siento egoísta por cada vez que me quejaba por cualquier cosa... si tan solo...
— Mira — Dijo Merenwen susurrando y apuntando con los ojos a los árboles al final del valle.
Entre la maleza se agitaban hojas y ramas muy sutilmente, anunciando la llegada de los caminantes, diez en cada grupo para ser exactos. Poco a poco cada miembro fue revelándose ante la llanura que iluminaba sus rostros con el radiante y claro sol. Un estandarte acompañaba a cada grupo para identificarse entre sí, llegando del lado izquierdo se alzaba un escudo de armas con dos torres y un león blanco, en el lado izquierdo ondeaban dos toros y un árbol en su bandera.
El caminar de ambos era casi militar, sereno y preciso. Se aseguraban de que cada paso retumbara en el suelo para marcar territorio.
— ¿Qué hacemos Merenwen? — Preguntó Nindë a través del comunicador.
— Vigilaremos la reunión hasta obtener algo de información, hasta entonces que nadie se mueva de su posición. — Respondió Merenwen después de un segundo de silencio.
Curiosamente mi cuerpo se sentía relajado, pero mi mente estaba estresada, intentando recopilar cada pieza de información posible, detectar cualquier amenaza y encontrar algo que nos ayude a encontrar a Lólindir.
Los batallones terminaron su marcha al llegar al centro del valle y encontrarse de frente uno al otro, los estandartes golpearon el suelo con un sonido seco y perturbador que llegaba a sentirse en el suelo. Mis ojos no serían de mucha utilidad en este momento, había previsto que llegarían a esa exacta posición, pero no podía leer sus labios. Cerré lentamente los ojos para concentrarme en sus palabras, el viento del valle dificultaba la tarea, hasta que algo curioso ocurrió, a pesar de tener los ojos cerrados podía percibir las líneas de energía, no identificaba los árboles, el valle o la montaña al fondo... pero la presencia de las veinte personas podía... verlas sin ver.
De alguna manera eso me permitió escuchar claramente la conversación, las primeras palabras eran incomprensibles para mí, se trataba de algún idioma extraño pero al juzgar la formalidad de la situación me imagino que meramente era una especie de saludo o presentación. Al terminar, las personas que portaban los estandartes dieron un paso atrás, dejando las heráldicas de pie a una distancia de cinco metros. Ambos grupos formaron una figura muy fácil de reconocer, la primera línea se conformaba de cinco personas, la segunda de cuatro y una persona en la retaguardia. Pasaron un par de segundos hasta que los hombres posicionados en el centro de la primera línea avanzaron hasta estar lo suficientemente cerca para comenzar a hablar.
— Zentaro Tassadal. — Dijo el hombre de la derecha con una voz fuerte y grave.
Aquel saludo se percibía respetuoso. Por la distancia no podía identificar su vestimenta o su rostro, pero su energía era sólida, estable, dura, sin movimiento alguno con un color café muy similar a la de Finrod.
— Urik Imar Atud — Respondió el hombre de la izquierda con voz autoritaria a un volumen muy alto.
Un rojo intenso envolvía al hombre que respondió, el movimiento de su energía era casi como el fuego, intenso, agresivo e inestable, una imagen realmente perturbadora.
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El Credo - Iniciación II
FantasyDespués del primer encuentro de Erick Carvahall con el libro rojo su vida no ha sido la misma. El contacto con su habilidad y la magia le ha entregado una visión amplia sobre el mundo que lo rodea, pero aún tiene mucho por aprender. Por azares del d...