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—Segura que estarás bien? – le pregunte a jenna antes de despedirme.

—Eso creo...¿nos volveremos a ver otro día? – jenna tomó mis manos esperando una respuesta de mi parte.

Negué rotundamente. —Será mejor que me valla. – me solté de jenna y me levante del banquillo.

—Esta bien, fue agradable volver a verte. – dijo apenada. Se despidió de mí con un beso en la mejilla, y se marchó triste.

Me siento tan mala persona en este instante, pero ya no quería saber nada de ella.
Camine hasta mi casa desorientado, al llegar vi a josh, quien estaba parado en la entrada mirando por las ventanas. Lo primero que se me vino a la cabeza fue que algo malo le pudo haber sucedido a Daya nuevamente. Camine un poco más rápido para alcanzarlo, Josh se percató y se acercó a mí corriendo.

—Tyler! – gritó algo cansado.

—¿Le pasó algo a Daya? – pregunté preocupado. Josh sonrió.

—No, Daya está bien, venía a hablarte de otra cosa. – Josh parecía estar más que feliz. –Ya tengo todo listo.

—para que? Para tu venganza?

—Exacto, daya me llevó hasta el lugar donde esas chicas las llevaron.

—Y ya sabes quiénes fueron esas dos chicas? – pregunté. Todo era algo confuso para mí.

—Dos chicas de mi vecindario, No estoy seguro de cuáles sean  sus nombres. – respondió Josh.

—¿Cómo logras descubrir todo?, me impresionas. – reí – y Que harás ahora?

—Bueno, Necesito tu ayuda.

Rascaba mi cabeza algo nervioso. —Josh, no lo sé.

—No lo hagas por mí, hazlo por Daya. – Josh me miraba esperanzado esperando a que yo aceptara.

—Esta bien, está bien... ¿Cuando? – Josh me abrazo emocionado.

—Gracias, gracias, bien, está noche...Te vengo a buscar... Pero tienes que saber algo. – Josh borró su sonrisa.

—¿Qué cosa? – ese cambio tan radical de Josh me puso nervioso.

—Daya no puede saber nada de esto. – mencionó Josh. – Ahora me tengo que ir, recuerda, no digas nada sobre esto a Daya.

—Esta bien...– Josh mostró una sonrisa amable – Antes de que te vayas...Daya está en casa?

—Si, sería bueno que la vayas a ver. – dijo mientras se marchaba.

—Bien, creo que eso haré. – me aseguré de que todo en casa permaneciese cerrado antes de ir a casa de Daya. Quería alcanzar a josh pero él ya había desaparecido del camino, seguí en marcha mirando algunas calles, pero no, él ya se había ido. Seguí caminando hasta casa de Daya, comenzó a bajar la temperatura en el ambiente y también comenzaba a bajar lentamente una densa niebla.

Le mande un mensaje a Daya avisándole que estaba fuera de su casa, no lo contesto, ni siquiera sé si lo habrá visto pero no pasaron más de cinco minutos y Daya salió. Una sonrisa inconsciente se formó en mi rostro.

—Tyler, qué sorpresa. – exclamó Daya. – pasa, me alegra que hayas venido. – Daya parecía feliz. Entre a casa de Daya y solo estaba ella, me sentí más relajado al ver que sus padres no estaban en casa.

—¿Estas sola? – pregunté para quitarme las dudas de encima.

—Si, mis padres están trabajando y josh quien sabe a dónde fue... Toma asiento, estas en casa.

—Gracias – me senté en el sofá y Daya se sentó a mi lado. –¿Cómo te has sentido?

—Bien, creo... – rio Daya – ya no duelen tanto los moretones, así que creo que estoy bien.

Ambos reímos y rápidamente un silencio abundó, pero no era un silencio incómodo, era un silencio acogedor. Era acogedor estar junto a ella, tenerla a mi lado, poder comentar algo con ella sin que ella me juzgara como siempre lo han hecho otras personas, junto a ella podía ser yo mismo sin miedo.

—Estas muy callado, Tyler. – expresó Daya acabando con el silencio. –¿sucedió algo?  – ella tenía puesta su mirada en mi.

—Mi abuelo está en el hospital... Y eso me tiene afligido. – respondí. Daya puso su mano en mi espalda y me daba pequeñas palmadas.

—¿no has sabido nada de él? – la mire y asentí con la cabeza. Ella sonrió levemente. –¿y cómo está?

—Según mi familia, él está bien, pero de un minuto a otro en esta vida todo puede cambiar, para mal o para bien.

—Tyler, tienes que ser más optimista, de seguro es tan fuerte como tú y saldrá bien de todo. – dijo Daya. No evite sonreír, nunca me habían dicho algo similar. 

Considere el hecho de ser más optimista y tratar de poder verle el lado positivo a las cosas.

Contemplé a Daya, ella me miraba con una gran sonrisa, bajaba la vista nervioso y rápidamente volvía mi vista a ella. — Eres tan buena conmigo, aveces pienso que todo esto no es real. – exclamé. Ella frunció el ceño.

—¿De qué hablas Tyler? – Daya soltó una pequeña risa. –Todo es real en este instante.

—lo sé, solo que no lo creo. – baje la voz dudoso de mis palabras.

—Aveces eres un chico tierno – rio Daya  también eres un buen chico, y quiero que lo sepas, lo eres si, pero tú al parecer no te das cuenta de eso.

—Lo voy a comenzar a considerar. – reí.

Ella me sonrió, todo era tranquilo pero se escucho cómo se abría la puerta principal en casa de Daya, más que nunca deseaba que fuese Josh, pero esa voz imponente y tan gruesa que escuche, no era de Josh.

—Llegaste temprano. – dijo Daya. Yo no quería voltear para ver quién era, estaba más que seguro que era el padre de Daya.

—Veo que tienes visitas. – exclamó su padre. Voltee lentamente y él me estaba mirando serio. Me levante del sofá para saludarlo, pero él se limitó a hacerlo.

—Papá, no seas grosero. – dijo Daya molesta al percatarse de que él había evitado saludarme. Pero su padre hizo caso omiso a su hija. –Ignóralo Tyler. Espérame aquí unos segundos, iré a buscar mi bolso. – dijo Daya. Me quedé solo en el primer piso junto a su padre, lo único que quería hacer ahora era salir corriendo de la casa.

Su padre salió de la cocina a la que se había dirigido apenas llego a casa con una lata de bebida y se sentó en el sillón. Tomó un diario e ignoro todo lo que podía haber a su alrededor, como a mí por ejemplo. 

—No sé quién eres, pero no me agradas y quiero que lo sepas, ¿está bien?, tampoco me gusta verte cerca de mi hija. – dijo sin sacar la vista de su diario.

—Pero a mí sí me gusta estar cerca de ella. – respondí molesto. Él me miró serio y con cierto enojo, ya veía que un montón de insultos caían  sobre mi.

—Bien, vamos Tyler, al parecer mi padre no está de buen humor ¡Hoy! – Daya apareció justo en el momento preciso bajando las escaleras.

Salí rápidamente de esa casa, tome un poco de aire para relajarme un poco.  —Tyler, lamentó que mi padre sea así.

—No, no hay problema, son cosa de padres. – sonreí. – ya sé que no le agradó.

—Escuche la pequeña conversación que tuvieron. – Daya y yo caminábamos en dirección al bosque pero ella se detuvo. –¿de verdad te gusta estar cerca mío?

Trees|| Tyler Joseph. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora