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—Eso es, por fin despiertas.– escuche, cuando abría los ojos lentamente. –¿Estás mejor?

—¿Zack? – pregunté, confuso.

—El mismo. – sonrío, al verme despertar con gran dificultad.

Me senté lentamente en mi cama y noté que estaba en casa lo que me alivio al ver que no estaba nuevamente en un hospital, mire a mi alrededor y habían cosas tiradas, como si alguien hubiese entrado a robar.

—Veo que hablas dormido, pequeño loco. – rió, zack no parecía molesto, al contrario.

—Dios, y ¿Qué estupidez dije? – me fregaba los ojos y pasaba mis manos por mi cara tratando de poder orientarme.

Zack me dio un pequeño golpe en la espalda y sonrío. —Tyler, sea lo que sea que dijiste, no estás solo, nos tiene a madison, a mí y a mamá

—¿Y papá? – pregunté. Zack solo sonrió con pena en su rostro limitándose a responder.

—Mejor baja a comer algo, estás pálido. – sugirió. Zack salió de la habitación dejándome solo. Yo aún permanecía sentado en mi cama mirando un punto fijo entre las frazadas tratando de recordar que sucedió anoche.

Tome aire y me levante, mi estómago rugía tanto que se transformó en algo insoportable así que baje a comer algo.

—Ven, siéntate. – dijo mi madre, cuando llegue a la mesa. Sin detonar alguna expresión en mi rostro solo me senté en silencio.

—¿Todo está bien? – murmuro madison. Solo asentí con una gran sonrisa fingida, pero no, no estaba bien, estaba destrozado.

—Sabes, Ty... – exclamó Zack. – Estuvimos hablando con mamá y pensamos que sería buena idea que trajeras un día cualquiera a esa chica que conociste... – sugirió, zack hacia su esfuerzo para recordar su nombre pasando unos de sus dedos por su cien.

—¿Daya? – Pregunté.

—Ella misma... – rió.  Solo miraba mi taza de café apenado, no supe que responder a lo que me había sugerido Zack, tampoco quería contar mis problemas, pienso que es poca importancia para ellos.

—Lo pensare. – dije mostrando una sonrisa patética guardando el dolor que sentía en mi pecho. 

Después de varios minutos sentado en la mesa, hundido en cada unos de mis pensamientos, decidí salir a tomar un poco de aire para poder vaciar mi mente y aliviar estos pensamientos pesados.

Mientras caminaba marcaba el número de Daya en mi celular repetidamente sin recibir nada de la otra línea.

Evite dirigirme al bosque, sabía que si iba de cualquier manera Daya no me querría ver y me haría sentir mal nuevamente. Ahora me pregunto¿Fue realmente buena idea conocerla?. «Vamos, Tyler... Estás pensando de más...»

—¡Oye, Tyler! – di un pequeño salto algo asustado al escuchar un grito con mi nombre en un lugar silencioso. Voltee y era Josh quien estaba parado con su skate a unos metros de mi. —¿Podemos hablar? – preguntó, serio.

—C-claro. – Asentí. Josh se acercó a mí me dio un pequeño golpe en mi hombro.

—Ven, sentémonos  aquí. – dijo, mientras sentaba a la orilla de la calle. Solo obedecí y me senté a su lado. —Bien, ya te imaginas sobre de que quiero hablar.

—Así es. – Josh solo sonrió.

—Daya llegó llorando a casa ayer, y sabes... Me contó una historia confusa ... Al menos para mí, me había dicho que fuiste tú parte de ese plan para que la golpearan.

Abrí mis ojos como plato, sorprendido. —¡No! ¡No!, eso nunca fue así... Nunca sería capaz... – me interrumpió.

—Se que no eres capaz de eso, Tyler. – Josh me miraba fijo. – Ustedes dos están mal, aún no entiendo cómo es que no están juntos en este instante...

—He tratado de llamarla, pero no contesta ninguna de mis llamadas...

Josh se levanto y me extendió su mano para ayudar a levantarme. —Te puedo ayudar...a que hables con ella. – sonrío. Lo mire esperanzando y con sonrisa en mi rostro.

—Bien, Daya está sola, está en su cuarto... – me informaba Josh, mientras nos acercábamos a su casa.

—¿Porque me ayudas? – pregunté, Josh me miró y solo me mostró una sonrisa sin responder a mi pregunta.

No demoramos en llegar, estaba nervioso, no sabría lo que me diría Daya ni tampoco cómo reaccionaría. Sentía cada latido de mi corazón,rascaba mi nuca cada vez más nervioso.

—Te acompañaré hasta su cuarto. – susurro. Ambos subimos las escaleras sigilosamente, yo solo pensaba en que diría, en cómo le haría entender a Daya que todo lo había confundido.

—Josh, no creo que sea buena idea.– susurre. Josh volteo

—Ya estás aquí. –replicó con el ceño fruncido.

Bien, solo me quedaba tranquilizarme. Josh golpeó la puerta del cuarto de Daya. —Adelante... – se escucho dentro de la habitación. Josh me sonrió. Abrió la puerta lentamente.

—Tienes visitas. – Dijo, Josh abrió la puerta completamente dejándome expuesto a la vista de Daya, y...ahí estaba...tan radiante como siempre.

—¿Qué hace él aquí? – preguntó molesta, solo se quedo parada de brazos cruzados con una gran molestia. Solo baje la vista afligido.

—Daya, date un momento y escúchalo... – Josh me dio una pequeña palmada en la espalda y me dejo solo con Daya. Suspire y entre lentamente a su habitación.

—Bien... – Jugaba con mis manos nervioso sin saber qué decir. –Daya, yo...

—¿Qué viniste hacer aquí? – preguntó. Ella no tenía planes de perdonarme aún.

—Daya, lo que hayas imaginado...no está correcto; Jenna y yo no tenemos contacto hace mucho. – Daya solo me miraba sin  expresión en su rostro. – nunca haría un plan para hacerte sufrir, Daya; lo último que quiero en esta vida es verte mal, verte llorando, eso me aflige mucho... Además ¿Porque lo haría? ¿porque dañar a la persona que me se salvó la vida?.

Daya cambió completamente la expresión de rostro al oír lo último mirándome con confusión. —¿De qué hablas? – preguntó. Acercándose a mi lentamente.

—Olvídalo...olvídalo... Será mejor que me vaya. – voltee algo dudoso, no quería dejarla, pero estaba en su decisión si creerme o no.

Trees|| Tyler Joseph. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora