Payaso

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Risas huecas y aplausos rotos.
Maquillaje que desgasta el rostro, arrugas que han dejado de hacer reír y ropa de colores desgastados. Aún anuncian su número en los carteles, al menos en los que algo se llega a entender.
Ayer despertaba miles de carcajadas a grandes y a pequeños, hoy busca esas risas en el fondo de la botella. Cae el liquido quemando su garganta y por un momento ve lo vivido.
La arena brilla por los enormes focos que le apuntan, los aplausos ensordecen sus pensamientos y allí están sus compañeros, que jóvenes eran en aquellos tiempos donde la risa y la carcajada valían algo. Su maquillaje brillaba con los focos y sus payasadas hacían que la carpa temblase con sus aplausos.
La última botella es la que vale, un pequeño frasquito lleno de medicina para el alma, cuando me lo tomo allí esta ella con su brillantes vestido de lentejuelas azules.
-Señor, el público espera -me dice con una sonrisa.
Llego a la arena y cientos de rostros me están mirando, por fin estaba donde quería estar.

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