Puedo contar mil historias y viviré otras mil historias, he visto cientos de vidas nacer y cientos de vidas morir. Nadie dirige su mirada hacia mi ni hacia mis hermanas.
Nuestras vidas forjadas en la piedra son eternas y durante toda la eternidad que debíamos vivir veremos a la raza humana destruirse los unos a los otros.
Nosotras como guardianas silenciosas protegemos las almas de las personas justas, hemos visto arder a mucha gente en la hoguera delante de la iglesia, en mitad del pueblo, jamás hemos intervenido, y lo lamento de verdad.
Hemos visto tanta muerte y muchas fiestas, colores y extraños olores. Los humanos son una raza...¿cómo decirlo? Peculiar. En el mismo sitio donde matan a su gente celebran las diversas festividades que tienen a lo largo del año.
Cada noche, con la silenciosa luna observandonos nosotras alzamos el vuelo y con el viento, frio y silencioso nos cobramos la venganza que buscamos. Movemos la piedra que recubre nuestro cuerpo y asesinamos. Vuestro gritos rompen la quietud de la noche y vuestra sangre mancha la calle. Mirad al cielo y observad el poder de la piedra, observad a las guardiana silenciosas del alma humana y contemplad a las gárgolas.
Cuando los primeros rayos del sol comienza a tocar la ciudad es cuando debemos volver a lo alto del campanario, para observad y juzgar. Nosotras somos juez y verdugo, quien dita la sentencia y hace que se cumpla.
Por toda la eternidad observaremos y juzgaremos, porque nuestra piedra es eterna al igual qu nuestras vidas.
