Estira sus hilos y siento el tirón. Abro débilmente los ojos y todo un escenario vacío.
Mi vestido azul claro llega hasta mis rodillas magulladas y veo unos extraños zapatos de tacón en mis pies.
A mi lado un niño de madera con traje rojo y una sonrisa dibujada.
Dio otro tirón, mi mano derecha se movió y grité. La sangre reseca había creado una costra entre los hilos entraban y salían de mi muñeca, entre la sangre reseca podía ver el pus supurando de la herida mal curada.
-¡Mal! -grito un hombre por encima de mi y noté como mi cuerpo caía con fuerza contra el escenario.
Cuando quise mover mis pies un agudo dolor me lo impidió, me giré y ví hilos atravesando mi piel en ambos tobillos.
-Las niñas de alta cuna no gritan -Ante mi había un hombre grande, calvo y nervioso-. Tu texto es muy sencillo: "Bienvenido, por favor espere que llame a mi madre"
-Por favor, déjame -solloce mientras agarraba mi muñeca izquierda.
-Sabia que se soltarían -Saco unas tijeras de uno de sus bolsillos y cortó los hilos que se habían soltado en la caída.
Agarró con fuerza mi muñeca y noté como la aguja entraba por el agujero, rozaba la costra que se había creado y mi piel. El hilo creaba rozaduras que dolían y escocian mientras lloraba.
Hasta que mi cerebro me dio un descanso y me durmió.
Volví a despertar debido a los tirones y allí volvía a estar el muñeco de madera.
-Su encargo, mi señora -dijo una voz falsa desde arriba mientras el muñeco se movía.
-Bienvenido, por favor espere que llame a mi madre -dije con un hilo de voz.
-¡PERFECTO! -grito el hombre desde arriba mientras movía mis manos haciendo un gesto de que espere.
Ese movimiento hizo que los hilos rozasen aún más mi carne y mi grito resonó por toda la estancia vacía.
-Que entre la madre -dijo el hombre.
Unas ruedas resonaron por encima y entró la "madre". Llevaba un largo y desgastado vestido granate al igual que sus oscuros y delgados huesos.
Su mano en la que había un enorme anillo dorado me tocó y a pesar del vestido lo noté. Se me heló por completo la sangre y vomité. Un liquido verdoso y de mal sabor salio por mi boca directo al escenario.
-¡PARAMOS! -gritó.
Volví a caer y esta vez mi propio vómito también me recibió.
-Vamos a ver, una niña de alta cuna no recibe a su madre vomitando -Me giré a ver el esqueleto que llevaba el vestido granate y mi estómago volvió a encogerse, notaba el cosquilleo en las mejillas.
-Parece que no aprendes -Estiró mis hilos y esta vez a pesar del agudo dolor sentí no me hizo gritar.
El dolor de mis muñecas, como rozaban los hilos por mi carne me dieron igual.
Volví a estar suspendida en el aire.
-Su encargo, mi señora -repitió.
-Bienvenido, por favor espere que llame a mi madre -Otra vez un tirón me hizo hacer la señal de que espere.
La mujer volvió a tocarme y esta vez tan solo aguante la respiración e intenté pensar en cualquier otra cosa.
La " madre " y el repartidor comenzaron hablar mientras de vez en cuando me hacia moverme para tocar a la "madre", porque allí tan sólo había un hombre que movía los hilos y nosotros las eternas marionetas.
