Unos golpes en la puerta de su habitación la despertaron, su mamá la llamaba desde afuera, se levanto y se miro al espejo, rogaba porque sus ojos no estuvieran rojos, pero fue en vano, ya que aun estaban así, acomodo su fleco y abrió la puerta.
¿Qué pasa?- Le pregunto desganada a su madre.
Ven a cenar.- Dijo con tono cortante, lo más seguro porque ella también había recordado al padre de Eliza, ella ni respondió cuando su mama ya bajaba por las escaleras y ella la siguió.
La cena transcurrió lentamente, con tensión, nadie hablaba, su hermano y su madre se limitaban a comer en forma silenciosa, a lo que ella imito. Cuando termino de comer levanto su plato y se fue de nuevo a su habitación, apenas eran las 9:30 pm, se sentó en su cama y estornudo un par de veces. -Genial, me enferme.- se dijo a si misma. Se levanto y toco su cabello, todavía estaba un poco húmedo, al igual que su ropa, fue a su closet y tomo un conjunto para dormir, después entro al baño y abrió la llave para que se llenara la tina.
Una vez que entro a la bañera se recostó, cerro los ojos y dejo que el agua caliente la relajara totalmente, pasaron unos minutos cuando la imagen de Alberto y ella besándose le llego a la mente, abrió los ojos y se sentó de golpe.
¿Qué hice?- Se cuestiono llena de angustia.
Cuando salió de su baño con la pijama puesta se cepillo el cabello y se acostó aun preocupada, tardo varios minutos en quedarse dormida, pero lo logro.
A la mañana siguiente salió temprano de su casa, aunque no quería llegar temprano al colegio, pero tampoco tarde. Camino despacio por las calles poco iluminadas, ya que los rayos del sol apenas brindaban luz a esa hora de la mañana, llego a su destino y se dirigió a su salón totalmente vacío, eran las 7:31am y la mayoría de sus compañeros llegan 10 o 5 minutos antes de las 8, así que se acomodo en uno de los primeros lugares, cerró los ojos y recostó su cabeza en el pupitre mientras pasaba el tiempo, pero el sonido de unos zapatos resonando en el piso la incito a levantarse lentamente. Se llevo una gran sorpresa al ver a Alberto entrado al salón y este, al notar la presencia de la chica se detuvo en seco, ambos se miraban atreverse a hablar durante unos segundos, hasta que el rompió el silencio.
Tomo aire y la saludo con un simple "Buenos días", camino al escritorio, puso su maletín en él y volvió a mirarla, estaba sentada en su lugar, con los ojos abiertos de par en par, las mejillas levemente rojizas y el cabello un poco despeinado, se veía bastante linda para él.
¿Leíste la nota?- Pregunto a lo que ella respondió con un leve movimiento con la cabeza. El camino sutilmente hasta situarse frente a ella.
Bien, yo quiero explicarte que...- Le estaba diciendo cuando Eliza lo interrumpió.
¿Por qué lo hizo?- Soltó de manera cortante.
Yo... No lo sé, no sé qué me pasa contigo ¿sí?, fue un impulso, como si necesitara hacerlo, ¿me entiendes?- Dijo dudoso.
No, no lo entiendo, ¿ha que se refiere?, ¿A dónde quiere llegar con eso?- Pregunto desafiante.
Alberto lo pensó un momento y cuando parecía estar dispuesto a hablar cerro la boca y se agacho frente a ella para quedar cara a cara, a tan solo unos centímetros de distancia, ella pensó en alejarse, pero prefirió mantenerle la mirada.
No sé como decírtelo, no quiero que me veas como un loco, demente o peor aún, como un pedófilo en potencia.- Respondió mirándola a los ojos.
Solo dígalo y ya, lo entenderé, de verdad.- Lo trato de convencer y pareció resultar.
Yo creo... Yo creo que me gustas, bueno en realidad no lo creo, lose y no sé cuando paso, no sé cuando deje de verte como solo una alumna, se que está mal, pero ya no podía ocultarlo más, entonces ayer te vi tan mal y yo sin poder ayudarte lo único en lo que pensé al verte ten frágil fue en besarte y decirte lo mucho que me gustas, fui egoísta y no pensé en las consecuencias, pero en cerio, necesitaba hacerlo.- Respondió sinceramente.
Eliza tenía la boca entre abierta, no podía creer lo que sus oídos escucharon, ¿le gustaba a su maestro?, ¿Por qué?, ¿desde cuándo?, ¿Qué se supone que debía hacer?, esas y más preguntas inundaban su cabeza hasta que, sin previo aviso Alberto acorto la distancia entre ellos atrayéndola salvajemente de la nuca y besándola como si de ello dependiera su vida. Ella no respondía, tendía los ojos aun más abiertos, sintiendo como la lengua de su maestro trataba de entrar a su boca, dejo de poner resistencia y se dejo llevar por el momento, olvidando que estaba mal y que alguien podría descubrirlos.
Su corazón latía muy rápido, sus labios comenzaban a arder de lo brusco que estaba siendo Alberto, pero no le importo, quería seguir sintiendo aquello, así que con algo de timidez rodeo el cuello de su maestro, ese beso sabia a gloria para ambos, sentían que iban y venían del cielo una y otra vez, era la mejor sensación que podrían desear y no querían que acabara, siguieron besándose unos minutos más hasta que la falta de aire los hizo separarse lentamente, aun dándose pequeños besos mientras su respiración se hacía más calmada. Ya separados se miraron, sus ojos estaba brillosos, sus labios rojos y sus sonrisas irradiaban felicidad.
¿Qué significa eso?- Pregunto Eliza rompiendo el silencio.
No lo sé, pero quiero repetirlo toda la vida si es posible.- Le contesto volviendo a tomar posesión de sus pequeños labios. Apenas se estaba separando y ahora fue Eliza quien tomo la iniciativa atrayéndolo a ella de nuevo, amaba esa sensación que le producía Alberto al recorrer cada lugar de su boca con su lengua, se separo de el sin ganas de hacerlo con una gran sonrisa en la cara.
¿Quieres salir conmigo a algún lado después de clases? Tal vez podríamos ir a comer, si tu quieres.- Le dijo casi como un susurro.
Depende, ¿comer qué?- Pregunto coqueta.
Pues yo solo quiero comerte a ti, no se tu.- Le respondió con dulzura guiñándole un ojo haciendo que Eliza se pusiera totalmente roja. Escucharon pasos acercándose y Alberto se fue a su escritorio rápidamente, aun sonriendo.
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Bajo La Lluvia...
Teen FictionElizabeth, una joven de 16 años marginada gracias a la traición de su mejor amiga, comienza una relación prohibida con uno de sus profesores, el cual fue el causante de la traición, juntos trataran de ser felices. ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~...