Capitulo 5.

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Un amigo.- Contesto rápidamente.

¿Qué amigo?- Pregunto mientras se acercaba a ella.

William, es nuevo en el colegio.- Mintió.

¡Qué casualidad! Tu amigo tiene un auto igualito al de mi hermano.- Dijo Samanta haciendo que se sobresaltase, había olvidado que Alberto era su hermano, ¿y si lo reconoció?

¿Ah sí? No sabía.- Rio nerviosamente.

¿Por qué no lo invitas a casa?- Pregunto su hermano.

¿Qué?, ¿a quién?, ¿para qué?- Dijo sorprendida.

Pues dices que es tu amigo, ¿no? quiero conocerlo.- Respondió.

Bueno no es mi amigo, amigo, es un conocido.- Dijo irónicamente.

No importa, quiero que lo traigas a casa, ¿okay?- Lo dijo mas como una orden que pregunta y ella se limito a asentir con la cabeza.

Subió a su habitación y se tumbo en la cama, ¡TUVE UNA CITA CON ÉL! Se dijo a si misma al recordar lo que acababa de vivir, se sentía feliz, emocionada, sentía que en ese momento nada podía hacerla sentir tan bien.

Te vi.- Regaño Sam al entrar al apartamento de su hermano.

¿De qué estás hablando?- Pregunto Alberto.

De que te vi con Elizabeth, ¿se puede saber por qué demonios estaba contigo?-Grito enfadada golpeándole el pecho a su hermano.

Eso a ti no te importa.-Dijo indiferentemente quitando las manos de Sam de si pecho.

¡Claro que me importa!  Ella no tiene la culpa de que yo salga con su hermano, deberías dejar de ser tan celoso o un día de estoy yo…- Antes de que pudiera terminar de hablar Alberto la había tomado por las muñecas para que callara.

¡Esto no tiene nada que ver contigo! No soy celoso, solo te alejo de lo que no te conviene y si no te he alejado de tu novio es porque aun no lo conozco, si es buen chico lo dejare en paz, además, que yo este saliendo con Eliza no quiere decir que la esté usando para saber de su hermano.-Sam se quedo sin palabras hasta que su hermano por fin la soltó.

Un momento, ¿estás saliendo con ella? ¡Estás loco!, ¿Cómo se te ocurrió semejante estupidez!- Grito Samanta después de procesar lo que acababa de escuchar.

Sí, bueno no, solo somos amigos.- Se defendió.

¿Amigos?, ¡Amigos!, ¿Qué tal si se enamora de ti?, ¡Le vas a romper el corazón!, ¿Qué harás con una adolescente enamorada? ¡Daniel te va a matar! Y lo peor de todo es que a mí también. ¡Por Dios Alberto!- Samanta gritaba y gritaba.

¡Cállate! A ver, cálmate, solo somos amigos y si se enamora de mi o yo de ella será nuestro problema, no de su hermano, no tuyo, ¿entiendes?- Respondió el más calmado.

¿Por qué lo dices así? No me digas que…- Samanta lo trato de ver a los ojos, pero el bajo la mirada.- ¡Te gusta!, ¿¡cuál es tu maldito problema? ¡Es una niña!

Tiene 16…- Dijo aun con la cabeza baja.

¿Qué?, ¿o sea que si te gusta?, ¡No lo  puedo creer!, ¡Eres un imbécil!- Le grito Samanta.

Ya te dije que solo somos amigos y ¿qué si me llegase a gustar?- Pregunto con fulminándola con la mirada.

¡Ya te dije que si te metes con ella arruinaras mi relación con Daniel! Por favor Alberto, aléjate de ella, solo te traerá problemas.- Le suplico.

Sé que me traerá problemas, pero me hay algo en esa niña, me gusta, me vuelve loco y se que tengo que mantener la distancia con ella porque no la quiero lastimar, ella es una niña muy dulce y merece lo mejor.- Dijo él.

Por favor Alberto, tu eres mayor que ella y eres su profesor, busca a alguien de tu edad, no salgas con ella, olvídala, es por el bien de todos.- Dijo más calmada.

Tal vez tenga razón.- Respondió desganado.

Luego de convencer a su hermana para que no le dijera nada a Daniel, se fue a la cama, no tenia ganas de nada, estaba confundido y lo único que quería era descansar.

Su fin de semana transcurrió tranquilo, tratando de no pensar en lo que le dijo su hermana, tal vez debería hacerle caso y salir con mas personas, tal vez lo que creía sentir por Eliza no era nada mas que un capricho, si eso de bebe ser, quiso pensar el. Llamo a Karla, una antigua amiga o mejor dicho amante de cuando estaban en la universidad, lo que tenia con ella no era nada serio, solo se buscaban de vez en cuando para “relajarse mutuamente” como decía el y justo eso necesitaba, se puso de acuerdo con ella y fue a su casa.

Llamo a la puerta dos veces antes de que una hermosa mujer de cabello rojo corto, apenas le llegaba a los hombros, tenia ojos azules, nariz pequeña, labios resaltados con el maquillaje, estaba un poco bronceada, llevaba un vestido negro que le llegaba a la mitad de los muslos, no tenia espalda, pero si un gran escote que resaltaba su busto.

Hola guapo.- Saludo ella dándole un beso cerca de los labios.

Hola Karla, ¿puedo pasar?- Pregunto sonriendo.

Por su puesto cariño.- Le acaricio la espalda invitándolo a entrar.

Y dime, ¿Por qué me llamaste? Hace tiempo que no lo hacías, ya te extrañaba.- Dijo Karla peinando su corto cabello.

Lose, solo he estado algo ocupado.- Respondió sin verla de frente.

Oye cariño, ¿quieres hablar o ir al grano? Te extrañe mucho.- No lo dejo responder cuando se abalanzo sobre el y comenzó a besarlo con pasión, le desabotono la camisa y toco su torneado pecho, Alberto la abrazo con fuerza acariciando lentamente su espalda desnuda, Karla bajo una de sus manos por el abdomen de Alberto hasta llegar a sus pantalones, iba a desabrochárselos cuando una mano la detuvo, se separo de ella con la respiración agitada y se levanto del sofá en donde estaban acostados, ella lo miro incrédula sin saber qué pasaba.

Lo siento.- Fue lo único que dijo Alberto antes de acomodar su camiseta y salir de esa casa, Karla no comprendió lo que acaba de pasar, pero ya le reclamaría después.

Alberto subió a su auto con la mirada perdida, aun no podía creer que fue en busca de Karla, definitivamente se dio cuenta de que era un error cuando ella lo beso e imagino que era Elizabeth quien lo estaba haciendo, esa chiquilla, esa mocosa que no se podía sacar de la cabeza, se sentía tan estúpido de solo pensar en lo que hizo, decidió irse a casa y dormir, en la mañana tenía que ir a dar clases y volvería a ver a esa niña que tanto lo hacía enloquecer.

Era lunes por la mañana y Eliza se estaba preparando para ir al colegio, bajo las escaleras y se fue directo a la mesa, moría de hambre, se acomodo frente a su hermano quien la miraba de una manera extraña, pero le dio igual, sabía que su hermano era raro.

¿Traerás a tu amiguito?- Pregunto Daniel. ¡Demonios! Lo olvide, pensó Eliza al recordar que tenia que presentarles a William.

No lo sé, bueno le diré hoy.- Respondió y su hermano la miro con una simple sonrisa.

Termino de desayunar y camino al colegio, el día estaba nublado y eso le hizo sonreír, definitivamente amaba los días lluviosos. Entro al edificio y fue directo a su aula, como todos los lunes a primera hora le tocaba Historia con el profesor Alberto, de solo pensar en verlo sonrió. Espero a que llegaran sus compañeros y cuando el maestro entro a clase ni siquiera volteo a verla, lo cual le pareció raro ya que estaba sentada casi al frente del salón, cuando paso frente a ella le dijo un tímido “Buenos días”, pero la única respuesta que recibió de su parte fue una mirada tan fría que hizo que se le helara la sangre, vio como la ignoraba y seguía su camino hasta el escritorio, ¿Qué había sido eso? Se pregunto aun confundida.

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Perdon por la tardanza.

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