Matthew Black
Ya en el coche, dejo que mis pensamientos se apoderen de mí; analizando todo lo que ha pasado esta noche. Sabía que el día de ayer iba a ser emocionante y las cosas iban a salir bien; se torcieron un poco, pero todo se arregló. No terminó del todo mal para no tener sexo.
No voy a negar lo evidente; la chica es sexy, y más con esa camisa que llegaba a tapar lo justo. Su cuerpo lleno de curvas, sus pechos sobresalientes, sus manos nerviosas e intranquilas, mirándome con esos ojos dulces y tiernos. Por supuesto me la hubiera llevado a la cama; no me importa estar herido para tener sexo. Esto es simplemente una rozadura de una bala que les meteré por el culo la próxima vez que les vea. Hijos de puta asesinos.
Respiro profundamente antes de pisar el acelerador. Me alejo de aquella zona, de esa chica —la cual me gustaría tener entre las sabanas—, y del tiroteo. Sabían la existencia de la fiesta y que yo iría; no sé quién me habrá delatado, pero sea quién sea lo voy a descubrir. Para ello no diré nada, simplemente observaré más detenidamente a mis hombres. Los tiros no se escuchaban, la música estaba demasiado alta y los insonirizaba. Lo tenían todo a su favor... Por suerte, me he entrenado bien para conseguir todo aquello que me proponga, sin importarme el sufrimiento que cause a los demás. Y tuve a una gran enfermera que supo cómo curarme. Todavía puedo sentir sus manos curar mi herida; sus ojos mirándome de vez en cuando con esa dulzura que tanto la envuelve; su sonrisa imborrable. ¡Joder! ¿Cómo he podido desperdiciar un polvo como ese?, ¿por qué no hice nada? Debo pensar en algo... no me puedo quedar con "y si...", no puedo, simplemente no puedo. La necesito en mi cama, conmigo, follando cuándo y cómo yo quiera.
Dejo el coche en el garaje y varios de mis hombres se acercan preocupados.
—Te hemos llamado más de veinte veces, ¿se puede saber porqué no cogías el teléfono?
—Estaba durmiendo en casa de una chica... me dispararon.
—¿¡Cómo!?, ¿estás loco?, ¿qué haces aquí? —dice Liam como un verdadero loco—. Lárgate ahora mismo al hospital.
—Ya está curado, la chica me lo curó. —Le guiño un ojo, pero sé que no será suficiente. Viene detrás echándome la bronca. Dice cosas sin cesar, a lo que no estoy prestando atención—. Escúchame. —Le agarro de los hombros—. Estoy bien, perfectamente. Mira. —Le enseño la herida curada, sin infección y sin nada malo—. Está todo bien.
—No puedes salir sin nosotros, sabes lo peligroso que es.
—Y también tengo una vida que quiero disfrutar. Esto no va interponerse en mi vida... —Esto me enoja. ¿Si quiero tener sexo también tengo que pedir permiso? ¡Vamos, hombre!—. Sé las órdenes que te dejó mi padre antes de morir, siempre me las has recordado; pero ahora tengo veintisiete y sé lo que hago. Puedo compaginar las dos cosas perfectamente, y si me disculpas, tengo que darme una ducha y dormir un poco.
—Matthew...
—No. Luego me dices todo lo que me tengas que decir, Liam; estoy cansado.
Estoy harto que me trate como el niño pequeño que no soy. No quiero seguir escuchando esas putas órdenes cuando me desvío del camino. Casi todas las noches me echa el mismo sermón. Él es el primero que no puede decirme nada; él se iba a follar todas las noches mientras mi madre me "cuidaba", si se puede llamar así. No quiero pensar en ello... necesito esa ducha con urgencia.
Me despojo de toda la ropa y me meto en la bañera, dejando caer el agua fresca sobre mi cara y cuerpo. ¡Gloria bendita! Es en el único lugar que no pienso, qué dejo la mente en blanco y puedo disfrutar. Nadie mandándome órdenes, ni aconsejándome, ni reclamándome una botella de Whisky... es mi momento de libertad.
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Eres mi obsesión [Saga Eres]
RomanceCuando lo controlas todo y piensas que nada escapa de tu poder sucede algo que cambia tus planes y el rumbo de tu vida. Dinero, poder y peligro son lo que define la vida de Matthew, obteniendo siempre aquello que quiere, hasta que hay algo que no pu...