CAPÍTULO 7: 10 OPORTUNIDADES

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April Stone

No sé cómo pude tener compasión por él cuando le vi. Una vez más, mis impresiones e instintos me fallaron. La rabia se apodera de mi cuerpo y no puedo evitar mirarle con el más puro odio. ¿Cómo puede hacer todo esto por sexo?

—Yo no pienso ir a buscarte, ni a suplicarte... eres un miserable y morirás siendo un miserable. No vales nada y menos como persona. —Sus ojos retan los míos; se acentúa la tensión que hay entre ambos, siendo completamente palpable.

—Eso está por verse, April. Juegas con desventaja... —Se ríe. Maldita seas—. Yo lo sé todo de ti y tú no sabes nada de mí. No puedes hacer nada, vas a estar cerrada en esta habitación y vas a cumplir mis órdenes, te guste o no.

—No voy a cumplir nada porque tú no eres nadie en mi vida, ¿me has escuchado? ¡Nadie! —Aprieto los puños intentando calmarme. Juro que le estamparía uno ahora mismo si no supiera que tiene a dos imbéciles detrás de la puerta.

Se carcajea en mi cara y eso todavía me hace odiarle más. Sin poderlo remediar lo empujo con todas mis fuerzas y éste calla de inmediato. Me agarra del brazo y me pega a él. Siento su pecho junto al mío; mi corazón exaltado y mis fuerzas decayendo de nuevo.

—No te lo voy a volver a repetir. —Me suelta del brazo y yo lo friego despacio. Me ha hecho daño, aunque este será el menor de los problemas—. Te voy a dar diez oportunidades. El mismo número que el día en que nos conocimos. —Lo observo detenidamente mientras busca la manera de explicarme lo que debo hacer. Una sonrisa pícara y burlona aparece su cara. Se la borraría de un puñetazo, imbécil—. Te pediré varias cosas y tendrás que obedecerlas, sino lo haces perderás la oportunidad. Eso solo te dará tiempo a mentalizarte de que eres mía y que tendrás que acatar todo lo que mande. Cuando utilices tu décima oportunidad estarás expuesta ante mí, para hacerte lo que nunca nadie te ha hecho.

—¡Lárgate!, ¡eres un maldito hijo de puta! —le grito de sol a sol y le empujo hacia la puerta. No borra esa estúpida sonrisa del rostro y eso solo me llena de ira e impotencia. Consigo echarle de la que será ahora mi habitación y me dejo caer al suelo. No puedo evitar llorar. Me siento mal, no quiero que me haga daño y ahora si le veo capaz de hacérmelo.

No sé las horas que han podido pasar, aunque tampoco me importa. No tengo ganas de nada, solo de llorar. Pues deja de llorar y comienza a planear tu huida. No me entiendo, creo que nunca llegaré a entender como paso de intentar boicotearme a intentar ayudarme. Creo que me estoy volviendo loca, pero es verdad, tengo que buscar la forma de huir, de escapar de las garras de ese chico... Si algo tengo claro, es que no quiero estar aquí y morir en manos de Matthew. He visto la poca humildad en sus ojos y que no le importaría deshacerse de mí una vez conseguido lo que quiere.

Escucho voces detrás de la puerta y me levanto rápidamente, acostándome en la cama. No quiero comer; no tengo ganas. Será la primera vez. Inundo mi cara en la almohada y escucho como dejan la bandeja encima de la mesita de noche.

—Si quieres algo más solo tienes que pedirlo por teléfono; para eso está conectado.

No le hago caso y me volteo dándole la espalda. No quiero saber nada ni de ellos, ni de ese. Le escucho refunfuñar, pero me da igual lo que piense. Por primera vez, me da igual lo que piensen de mí; solo quiero salir de aquí. Pues piensa algo. En eso estaré, después de desahogarme llorando de nuevo. Y pensar que me hubiera gustado acostarme con él el día en que nos conocimos, como le ayudé y como me la ha devuelto. Diez oportunidades, diez ostias es lo que se merece.

Doy vueltas por la cama y termino mirando el techo. No me pienso comer eso, aunque podría estampar la bandeja en la cabeza del próximo que entre, pero no soy así. ¿Y si lo mato? No, no podría vivir con una muerte en mi cabeza.

Eres mi obsesión [Saga Eres]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora