CAPÍTULO 13: LO QUE NO TE MATA TE HACE MÁS FUERTE

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Aquí tenéis nuevo capítulo. Esperamos que os guste y lo disfrutéis. 

Agradeceros por los comentarios y por la oportunidad que le brindáis a esta historia. 

Muchísimos besos! Y a leer se ha dicho. 

April Stone

Abro los ojos lentamente, lo único que me rodea es oscuridad. Me siento un poco mareada, tengo una sensación extraña. ¿Estoy muerta? Me sobresalto al ver una figura junto a la ventana, no le puedo distinguir con claridad.

—No estás muerta. Deberías estar agradecida por ello. —Ahora ya sé quién es, se me pone la piel de gallina. Es entonces cuando los recuerdos de lo sucedido acuden a mi mente como un huracán, arrasando con todo.

—Me has disparado. —Mi voz es apenas un susurro. Él se vuelve hacia mí y me mira. Sus ojos me están penetrando y mi corazón palpita enloquecido. ¿Miedo? Sí, no puede ser otra cosa. Es un hombre malvado y horrible. No quiero tener ningún tipo de relación con él.

—¿Estás llorando? —Toco mis mejillas instintivamente, las tengo mojadas. Parece que sin darme cuenta he empezado a llorar. Siento que no voy a poder escapar de aquí y no puedo respirar.

—Deberías haberme matado. —No lo contengo más, dejo salir todas las lágrimas que tenía acumuladas en mi interior. Me abrazo a mí misma y lloro, creo que es la vez en mi vida que más he llorado.

—Lo he pensado. Por un momento, la idea ha pasado por mi mente. —Le miro sin saber a qué se refiere. Él me dedica una sonrisa torcida y creo que se está riendo de mí. —Matarte.

—¿Por qué no lo has hecho? —pregunto curiosa y desafiante. Ahora que ya he llorado todo lo que tenía que llorar, quiero respuestas. Pero lo que más ansío es salir de aquí.

—No lo sé. Supongo que sería aburrido terminar esto tan rápido y todavía no has sido mía. —Sus palabras me repugnan. No entiende que jamás seré suya.

—Estás loco. Sigue soñando porque eso nunca, jamás, va a suceder. —Escucho su carcajada y solo me enfado más.

—¿Loco? No, más bien obsesionado. Y siempre consigo lo que quiero, grábate eso en tu dura cabecita. —Se dirige a la puerta pero no puedo quedarme callada.

—Conmigo no lo vas a conseguir. Grábate eso tú también. —Me mira y es como si estuviera mirando en mi interior. Es una mirada profunda y seria que no le había visto antes. No está intentando asustarme, pero no la termino de entender.

—Se te acaban las oportunidades, April. No las desaproveches haciendo cosas estúpidas. Al fin y al cabo, estás en mi territorio y aquí mando yo. —Sale sin decir nada más. De nuevo la soledad y el silencio me envuelven. Las ganas de llorar regresan y pienso en todas aquellas personas a las que quiero. ¿Qué estarán haciendo? Quiero irme de aquí antes de que haga alguna locura.

Ahí tienes la solución a tu problema. Haz una locura. Esa idea me atormenta y a la vez me da miedo. ¿Hacer una locura? No, debo borrar eso de mi cabeza. No, no y no. Quiero salir de aquí, no suicidarme. Es absurdo, no lo haría ni en la peor situación. Hazlo, es la oportunidad idónea para salir de aquí. Quiero dormir, mi cabeza calla cuando duermo. Sí, esa es la solución.

Sin darme cuenta y hablando conmigo misma, como muchas veces he hecho, me encuentro en el cuarto de baño, delante del espejo. Me observo y no me gusta lo que veo. No sé porqué está obsesionado en tenerme, soy repugnante. Gorda nadie me va a querer. Golpeo el espejo con el puño cerrado, cayendo sobre la pila trozos de cristal. Tengo las manos llenas de sangre, pero nada profundo; simples arañazos que hasta un tonto podría curar. Caigo rendida al suelo, llorando sin poder parar. Mi corazón presiona mi pecho y grito agotada. No puedo más. Me aferro a la pila y me ayudo a levantarme del suelo. Agarro un trozo de vidrio y lo observo detenidamente, mientras lo paso por mi muñeca. Miles de pensamientos enredan mi mente confundida y lo suelto de golpe. Limpio las lágrimas que siguen empapando mis mejillas, llenándome la cara de sangre. Un ataque de ira se apodera de mí. Golpeo la mampara de la ducha y la rompo. La pisoteo y grito como si la vida me fuera en ello, incluso cuando varias manos me agarran y me sacan del cuarto de baño.

Escucho muchas voces, pero tengo los ojos cerrados. Sigo gritando, sigo llorando, hasta que una calma se apodera de mi cuerpo. Siento el frío del suelo y mi garganta decide no decir nada más. Creo que la tranquilidad se ha apoderado de mi locura, sí, lo necesitaba. 

Eres mi obsesión [Saga Eres]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora