CAPÍTULO 17: ESQUEMAS ROTOS

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April Stone

Después de llevar un par de horas volando, llegamos al aeropuerto donde nos espera un hombre mayor muy serio. Matt le tiende la mano y éste le corresponde, subimos al coche y nos lleva hasta casa. Liam y Ryan están viendo algo en la tableta y sus miradas me desconciertan. Matt les observa, seguramente, intentando averiguar qué está pasando. Han sido unos días muy bonitos en Berlín. En el fondo, sabía que Matt tenía una parte "graciosa y divertida", pero muy en el fondo.

El coche se detiene delante de la enorme casa en la que he estado encerrada y ya no la veo como tal. Es realmente mi casa, de la cual no voy a salir. Creo que ya me he hecho a la idea y asimilar que tengo sentimientos hacia él ha ayudado, aunque puede que me haga daño. Nunca sé qué esperar de él. Es como el Joker de las cartas del poker, nunca sabes lo que será.

Sigo a Ryan que lleva el poco equipaje que llevaba y se detiene delante de la habitación de Matt.

—Te vas a mudar a mi habitación... —Me deja pasar y me quedo bastante extrañada. ¿Tiene miedo de que vuelva a hacer alguna locura? Tampoco sería de extrañar. ¿Por qué?—. Tienes todo lo que necesitas en aquel vestidor. Se han encargado de comprarte ropa mientras no estábamos.

—¿Y voy a tener una explicación de por qué la mudanza a tu habitación?

Sonríe, raro en él, pero últimamente lo hace más que lo habitual—. No. —Vale, esa sonrisa no es buena, va a decirme que no siempre. Apuntada.

—¿Y puedo ir a la piscina?

—¿Alguien te retiene?

Le empujo juguetona y voy al probador a ver los bikinis. Busco y rebusco y esto es muy grande. Si no voy a ponerme ni la mitad de ropa de la que han comprado. Soy muy sencilla y no necesito de... ¡Oh, por favor!, ¡qué bonito!, ¡me encanta!

Rápidamente me quito la ropa y me pongo el bikini tan maravilloso que he encontrado. Llevo tiempo queriéndome comprar uno de estos y nunca he encontrado en las tiendas a las que iba. ¡Voy a estrenarlo!


Antes de ir a la piscina cojo una toalla del cuarto de baño y, ahora sí, me voy. No dudo en tirar la toalla y echarme al agua. ¡Qué buena! Disfruto de la tranquilidad y de lo relajante que es hacer el muerto en el agua, es lo que más me gusta. Me da igual si me están mirando o no, no me importa y que me haya dejado sin ponerme vigilancia —cosa que me extraña—, me hace feliz.

Nado hacia la esquina y apoyo los brazos fuera en el suelo, me impulso y me siento. Muevo el agua con los pies, mientras dejo que los rayos de sol me sequen y ya que estoy, que me pongan un poco más morenita. Ladeo la cabeza a ambos lados observando todo el jardín. Es inmenso y muy bonito. Se nota que le paga a un jardinero bien especializado. Tiene unas flores hermosas.

—April. —Me giro hacia él y me hace levantarme. Pone la toalla por mis hombros y me lleva a Chill out que hay al lado de la piscina. Nos sentamos en el sofá y le observo. Le pasa algo, seguro que tiene algún problema—. Tengo que irme con mis hombres a una reunión muy importante. Confío en ti y voy a dejarte sin vigilancia. Mi madre está encerrada en su habitación, no podrá salir, por lo que no te molestará. Puedes hacer lo que quieras. —Esto es totalmente nuevo para mí. No esperaba que este día fuera a llegar—. Solo te pido que no me falles porque te aseguro que no la cuentas.

—¿Por qué tienes la facilidad de romper estos momentos?

Sonríe—. Porque sino no sería Matthew Black. —Siento sus manos en mi cara y cierro los ojos ante la calidez de éstas. Una sonrisa se postra en mi cara sin poder evitarlo. Mis mejillas arden y abro los ojos buscando una respuesta en su cara, sin embargo, me pierdo en su sonrisa y en ese brillo especial que transmiten sus ojos, esas perlas que me gustaría conquistar hasta el fin. Sus dedos me acarician hasta que se acerca y posa sus labios sobre los míos, regalándome un tierno beso al que correspondo sin pensarlo. Rodeo su cuello con mis manos, jugueteando a un mismo son con su pelo. Un beso dulce y necesitado. El beso que tanto esperé desde ese día, aunque me cueste admitirlo—. Tengo que irme.

—Vale... —digo sin ganas. Después de esto no quiero que se vaya, pero es su trabajo y no soy nada.

—Recuerda, eres mía.

Me guiña un ojo y se marcha con sus hombres a aquella reunión de negocios tan importante y de la que no tengo ni la menor idea. Matthew, Matthew, ¿qué has hecho conmigo? Con una sonrisa bobalicona subo a la habitación y me tumbo en la cama, pensando en todo lo que he sentido mientras nos besábamos. Me encantaría volver a probarlos y que realmente me hiciera suya. Sí, quiero ser suya.

Han pasado varias horas desde que se han ido y todavía sigo tumbada en la cama con el bikini y la toalla. Escucho risas abajo y voy rápidamente ha cambiarme de ropa. ¡Ya están aquí! Me encanto con una mosca, anda que si llega a entrar alguno de sus hombres y me ve así acostada en la cama... a saber que hubiera pensado. Nada que te importe. Mueve el culo y ponte algo decente. Odio cuando me exijo tanto, cuando me replico o cuando esta cosa de aquí —señalo mi cabeza— quiere mandar más que yo. Ya estoy otra vez hablando sola y discutiendo conmigo misma. Al final me van a dar el título de loca.

Vestida abajo con una sonrisa, pero que su madre me hace borrar de inmediato.

—Te dije que te mataría. ¡Llevarosla!

Me doy la vuelta y veo a un par de hombres viniendo hacia a mí. No los conozco ni los he visto en el tiempo que he estado aquí. Corro esquivandolos, hasta que siento una mano enredada en la cintura y ver un pañuelo blanco en mi cara.


Siento como mis ojos no son capaz de abrirse, de sentir mi cuerpo pesado y de escuchar voces a mi alrededor. Atontada consigo volver a la realidad y ver a los mismos hombres que me perseguían. ¿Qué hago yo aquí?, ¿por qué me tienen atada?

—Vaya, si se ha despertado la fulana de Black. ¿Quieres hablar con él? —Se carcajean y no entiendo nada.

—¡Soltadme!, ¿qué queréis de mí?

—Ahora lo verás.

La pantalla que hay enfrente de nosotros se enciende y aprietan un par de teclas de un portátil.

—¿Qué es esto, joder?, ¡dejadme en paz!

—¡Cállate, zorra! —Golpea mi cara varias veces y siento el gusto asqueroso de la sangre en mi cuerpo.

En la pantalla aparece Matt desde su coche.

—¡Matt! —grito.

—Cállate si no quieres recibir de nuevo... —Me amenaza el hombre que tengo al lado. El otro se acerca al portátil y sonríe fríamente.

—Black, Black... mira a quién tenemos aquí. —Me señala victorioso—. Tienes media hora para entregarnos toda la mercancía y el dinero, sino está en el contenedor dentro de treinta minutos, tu chica morirá.

—Matadla, ella me da igual. —Sonríe—. ¿Pensabáis que por una chica iba a entregaros toda mi fortuna? —Se carcajea—. Estáis perdidos. —Cuelga y siento mi corazón presionar fuerte mi pecho. 



Hola corazones, aquí tenéis un nuevo capítulo. ¿Qué va a pasar con esta pareja? ¿Vencerá el amor? Empieza la recta final ¿o no? Todo es un misterio y espero lo disfrutéis con nosotras.

Gracias por estar ahí a todos y todas las lectoras y dejarnos saber vuestras opiniones.

Sois los mejores.

¡Muchos besos!

Eres mi obsesión [Saga Eres]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora