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Entrego la carta a Loira para que se encargue de enviarla por la mañana cuando me despierto. Acudo al desayuno y sigo la conversación de la forma más cortés y simple que puedo. 

- ¿Te pasa algo?- pregunta Ahren inclinandose por detrás del respaldo de la silla de Eadlyn. 

- Me duele un poco la cabeza- le explico. 

- Tal vez es mejor que te quedes en tu habitación descansando- propone Eadlyn estudiándome con sus ojos verdosos. 

- No quiero dejar de seguir con mi tarea, pero tal vez tomarme la mañana de descanso no me viene nada mal- le digo con pesar. 

Desde que me he levantado hoy no me siento con las fuerzas necesarias como para llevar a cabo nada. Es como si confesar todo a Erik ayer se sintiera como un error muy grande en estos momentos. Fui estúpida y me deje llevar por la desesperación. 

- Sí, será mejor que hagas eso- concuerda Ahren-. Pídele a tu doncella que te de aspirinas para el dolor y descansa. 

Mis tios me permiten que me retire en ese momento, aun cuando todavía nadie ha terminado el desayuno. Me levanto de la mesa y camino fuera del comedor mientras todo el mundo se fija en mi. Eso ha sido incómodo y rompe el protocolo por completo, pero bueno. 

Loira me trae una aspirina y un vaso con agua. Después cierra las cortinas de mi habitación para que la claridad no aumente mi dolor de cabeza y se despide de mi para dejarme descansar en mi cama. 

Siento los minutos pasar de la forma más lenta posible y el silencio solo hace que las voces en mi cabeza tomen más fuerza. El arrepentimiento es la voz que suena más fuerte. Una futura princesa no derramaría así de rápidamente sus secretos a nadie. 

Me levanto unas dos horas más tarde. Loira aparece de nuevo para comprobar cómo estoy y descubre que estoy levantada. Me cepilla el pelo en el cuarto de baño y retoca mi maquillaje antes de que tome mi libro de Historia de Italia y salga de mi habitación hacia el Salón de Hombres. 

Parece que hoy está más vacío que ayer pero aun así hay algunos chicos. Veo a un grupito jugar a las cartas en las mesas. Y, de pronto, me topo con Kile frente a mi. 

- Buenos días- saluda con una sonrisa. 

- Hola- digo frunciendo el ceño-. ¿Qué tal? 

- ¡Genial!- exclama con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón-. ¿Qué te ha pasado durante el desayuno?

- ¡Vaya, Kile!- exclamo con falsa molestia-. Tú si que sabes ir al grano-. Él se ríe ante esto-. Me dolía la cabeza- explico. 

- ¿Ya estás mejor?- pregunta con preocupación tiñendo su tono de voz. 

- Sí- confirmo asintiendo-. Gracias por preguntar. 

- En realidad... todos querían preguntarte- explica-. Pero son unos cobardes- susurra con una sonrisa tirando de sus labios-. Te tienen miedo. 

- No entiendo por qué- digo abriendo los ojos y abrazado el pesado libro contra mi pecho-. Soy inofensiva. 

- De momento- apunta con una risita. 

- Sí, vale. Lo que tú digas- digo esquivando y caminando hasta el sillón más alejado de la habitación y cercano a una ventana. 

Me siento en él y abro el libro sobre mis piernas y comienzo a leer la "interesante" historia de Italia que debo conocer para ser una princesa apta. Sí, porque, obviamente, una no puede llegar a ser una princesa apta sin saber una cantidad innumerable de datos sin sentido sobre un país. 

La prima de Eadlyn [La heredera/La corona fanfic] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora