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Incluso, aun cuando estamos fuera del salón donde se está celebrando la fiesta, sigo sin poder respirar bien. Es como si el murmullo de las personas me persiguiera. 

Erik me arrastra hasta el Salón de Mujeres sin que apenas me de cuenta de que hemos recorrido esa distancia. Me acerco a una de las ventanas. Voy a llorar. Dios, voy a llorar. 

La primera lágrima se desliza por mi mejillas. 

- ¿Arabella?- oigo la pregunta por encima del sonido de mi respiración. 

No respondo, pero me giro para mirar a Erik. La luz de la luna que entra por la ventana me facilita la visión porque las luces están apagadas. Me doy cuenta de que Erik está muy cerca de mí. Y lo único que necesito yo es un abrazo. 

Corto la distancia entre nosotros y lo rodeo con mis brazos, esta vez sin tener miedo de pincharme con un alfiler. El sonido de su corazón es como una melodía y, el bulto del collar que le di se presiona contra mi mejilla. Una de las manos de Erik se queda en mi espalda mientras que la otra se traslada hasta mi mejillas y limpia una lágrima. 

- Anteeksi- balbuceo en finés mientras me separo del abrazo para mirarlo a los ojos. 

Sin decir nada, la otra mano de Erik también se traslada a mi otra mejilla. Los pulgares se movían con suavidad por encima de mi húmeda piel. 

- ¿Por qué? ¿Por llorar?- pregunta, al final. 

Le respondo con el más leve de los asentimientos de cabeza.  

- No saben de lo que hablan- comienza a decir-. Ninguno de ellos te conoce. Creen saber todo porque leen unas cuantas revistas, ya está. 

Sus ojos se quedan fijos en los míos. La calma de los suyos contra la tormenta de los míos.

- Necesito... necesito que respondas a algo por mí. 

Erik permanece en silencio durante unos instantes. Apoyo las manos sobre su pecho. 

- Haluta- pido. Erik asiente con cautela-. ¿Sientes algo por mí? Necesito... Necesito saberlo. 

Nunca en mi vida me he visto envuelta en una situación como esta. Nunca he tenido que decirle a un chico que lo quería, o que me gustaba, tampoco. Nunca he tenido que expresarle con palabras mi sentimientos a nadie, ni he tenido que preguntar por los de los demás. 

Los pulgares de Erik dejan de rozar mis mejillas. Levanto de nuevo la vista hacia él. 

- Siempre he sido reacio al amor pero cuando llegaste albergue la esperanza que no hubiese nada que te atara, e incluso cuando dijiste que lo había, no deje de albergarla. 

- Y yo alimentaba esa esperanza- murmuro, cerrando los ojos-. Cada vez que te decía que no amaba a... Dante. Fui una estúpida al creer que podría amarlo o que él podría amarme. Una estúpida insensata que no sabe cual es su lugar. 

Con suma delicadeza, Erik me levanta la barbilla. 

- Por favor, no hables así de la mujer a la que amo. 

Esbozo una pequeña sonrisa. Una de las manos de Erik se traslada hasta el dedo donde descansa su anillo. Acaricia la reliquia con suavidad mientras se inclina para besarme. No me había dado cuenta hasta este momento de las ganas que tenía de besarlo. De forma suave, delicada y sin prisas. Cuando por fin nos separamos, siento mis mejillas arder pero, gracias a la oscuridad, no puede verlo. Erik vuelve a rodearme con los brazos y apoyo mi cabeza en su pecho. 

- Hueles a jazmín- susurra con la mejillas apoyada en mi cabeza. 

- Es mi champú- explico con una pequeña sonrisa-. No podemos dejar que se sepa nada de momento- comienzo a decir con seriedad-. No puedo hacerle sombra a Eadlyn durante su Selección. Tenemos que esperar a que terminé... Si la prensa se entera... puede que también tenga consecuencias para mi. 

La prima de Eadlyn [La heredera/La corona fanfic] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora