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- ¿Puedes no venir a despertarme mañana?- le pido a Loira antes de que abandone mi habitación por la noche. 

Estar en la cena con Erik ha sido un poco raro. Estábamos en mesas diferente y no he podido evitar lanzar un montón de miradas en su dirección. 

- Por supuesto- responde Loira antes de salir. 

Me acuesto en la cama y trato de dormir. Cuatro días antes de que todo esto se acabe. Cuatro días antes de que Eadlyn declare al ganador de La Selección y selle su futuro. 

¡Maldito Marid Illéa! 

Me levanto de la cama tras llevar unas cuantas horas dando vueltas. ¿Por qué no le habré pedido a Loira que me traiga un té con miel? Casi forma parte ya de mi rutina de noche. 

Me asomo por la puerta de mi habitación y compruebo que los pasillos están a oscuras. Salgo con cautela y cierro la puerta con suavidad para no molestar a nadie. 

- ¿Arabella?- oigo preguntar a Erik entre la oscuridad. 

Mis ojos se abren con sorpresa. 

- ¿Acaso tenemos un tipo de conexión mental para siempre coincidir en el pasillo por la noche?- pregunto con ironía. 

Cuando aparece frente a mi y me mira de arriba a abajo me doy cuenta de mi atuendo. ¡Dios! Ahora soy muy consciente de que solo llevo mi camisón negro con encaje blanco, muy corto. Quiero cruzar los brazos por encima de mi pecho, pero eso atraería más la atención. ¿No he estado ya en ropa interior delante de Dante? ¡Vamos! Este es Erik. La persona de la que estoy enamorada, no un completo desconocido. 

- Erik- lo llamo mientras agito una mano frente a su cara. 

Erik baja la cabeza avergonzado. Me acerco y lo tomo de la mano. 

- ¿Ibas a por un té con miel?- pregunto, tirando de él por los pasillos. 

- Sí- responde apretando mi mano. Él sigue llevando uno de sus pijamas con camisa de algodón y sus pantalones largos. 

Los dos vamos descalzos. Las zapatillas son para escrupulosos. 

Erik me pega a su espalda mientras cruzamos la cocina está vacía. Es decir, ya apenas somos unas cuantas personas. No hay treinta y cinco chicos de más en palacio, no tienen porque pasarse toda la noche cocinando. 

- Eikko- susurro mientras pisamos el frío suelo de baldosas-. La cocina está vacía- señalo. 

Es muy gracioso que trate de taparme con su cuerpo para que los cocineros, que se esperaba encontrar, no me vieran en mi pequeño y sexy camisón. 

Suelta un suspiro de alivio mientras nos acercamos a los muebles para tomar las cosas. 

- Ya lo hago yo- dice mientras me empuja suavemente hasta la encimera. 

Me siento en ella y cruzo los tobillos para que no se me vea nada. 

- ¿Va a ser así siempre?- pregunto con una gran sonrisa mientras lo veo moverse de un lado para otro-. Podría llegar a acostumbrarme- advierto. 

Erik coloca la tetera para que se caliente y se acerca a mi. Apoyo mis manos en sus hombros y sonrío. 

- ¿Puedo darte otro beso?

- Puedes darmelo sin pedir permiso- respondo con una gran sonrisa. 

Él se rie y me agarra por la cintura antes de inclinarse para besarme. Hasta que la tetera comienza a hacer ese horrible ruido. 

Caminamos con nuestras tazas de vuelta por los oscuros pasillos. 

- Buenas noches- se despide antes de darme un suave beso. 

La prima de Eadlyn [La heredera/La corona fanfic] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora