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Esperaba mi rico té. Me dijo que esperara y es lo que hice. No quería que la ayudara en nada y me decidí a ir a mi sala, me senté.
Y miré por la ventana, sólo para asegurar que el día era bueno como otros.

Me reí, no sé porque lo hice pero me reí, quizás era todo lo que hacía con Lacey, me eran divertidos y reconfortaba mi corazón. Como las veces en que se sonroja mucho, es gracioso y me gusta o las veces en que la observo tanto, pero soy tan atrevido que no aparto la mirada. Me gusta todo eso, todo lo que hace por mí no podría comparar con nada.

Di unos cuantos pasos por mi chimenea sin prender, me quedé quieto observando las fotos que estaban encima de ello. Un ruido como la mierda... como esos que siempre están en mi cabeza, sin duda me desesperó.  Desde mi cocina Lacey dio un grito que me preocupó en todo los sentidos. Salí disparado de mi lugar, lo sé... fue como ponerme un cohete en el culo.

-¿Qué te sucede?

Miré a todo lo que estaba a su alrededor...

En el suelo... en el suelo...

Oh joder... ella rompió la taza favorita de mi madre. Estaba hecho añicos, ahí... como si fuese una porquería, era de mi madre, lo único en lo que tomaba mis bebidas porque sentía que ella me acompañaba. Se fue otro recuerdo, ya no simbolizaba nada... No podía arreglarlo ni siquiera el pegamento.

No puedo seguir viendo esto. Salí nuevamente a la sala e intenté colocar mi trasero en el sofá, no puedo estar tranquilo, pero hago mi mayor esfuerzo. No quería perder los estribos porque si esto sucedía sabía que no pararía. No la lastimaré, me lo repetía una y otra vez... Apreté los puños hasta hacer los nudillos blancos, la sentí en frente de mí y no quería eso. Es frágil, no puedo lastimarla...

-Donovan... Yo...

-Quiero que mantengas tu distancia.

Me costaba mucho esto... y ella lo comprendía con tan solo verme, pero es tan terca que no puede quedarse ahí.

-Arruino cada cosa que hago, ya no sé si las disculpas son suficientes- y no lo eran Lacey. Bastaban con una de tus palabras para levantar mi vista hacia ti.

-Estoy cansado, paso toda la vida encerrado en mis propios pensamientos que no han sido nada fácil.

-Nunca dije que lo fuera.

-Entonces cierra la boca, me tienes muy enojado. Tus preguntas absurdas también lo son. Mira nada más lo que acabas de hacer hace un rato.

-¿Peguntas absurdas?- se sorprendía hasta ponerse casi roja, tenía unas lindas mejillas eran como dos bombones. Parezco bipolar, se supone que estoy enfadado.

-Lo sigues haciendo, Brown.

-No tienes que ser tan malo conmigo.

-Parece como si no me conocieras.

-Al igual que tú conmigo- jugueteó con sus dedos, para luego dar un gran suspiro- Algún día la vida te hará sentir de la misma manera y no querrás saber esa sensación de tristeza.

-Ya sucedió, me dejó mierda y es por eso que otros deben sentir mi dolor.

-Eres egoísta.

Me levanté del sillón, ella no lo pensó y yo tampoco lo pensé, tomé sus muñecas presionandolas la estaba lastimando, pero me detendría. Es tan pequeña, que no puede hacer nada para soltarse, mi agarre era sólido así que no dejaría que me falte el respeto.

-¿Cómo me llamaste?

-No dije nada, suéltame- su mirada era brillante, esos ojos intensos como caramelos son nada más que fantásticos.

-¿Así que ya no te atreves a repetirlo en mi presencia, eh?

-Eres egoísta y un torpe que no razona.

Escupió en mi cara haciendo que mi cabeza se mueva aun lado. La sangre que ardía en mí me ponía el enfado más potente, pero cuando presioné más sus muñecas, ella gimió de dolor... Y qué es lo que hago. La solté. Dije que no la lastimaría y acabo de contradecirme. Limpie su escupitajo de mi rostro. Me agaché limitándome a dar pase a cualquier voz macabra. Tocó mi cabeza, sintiéndome un animal que necesita ser protegido.

-Deberías tenerme miedo.

-¿Y qué si no lo tengo?- se agachó a mi altura, yo no la veía- Me alejas cuando intento ser amable contigo, dije que lamentaba lo que hice, pero no puedes quedarte en el pasado, tienes que continuar.

Odiaba que sea muy lista. Pero no puedo, esos recuerdos no me dejan pensar bien, era sólo una taza, ¡que era de mi madre! Quizás el mejor recuerdo siempre será tenerla en mi corazón. Cada día me lleno la idea de que ya la lastimé antes, como si hubiera hecho hasta ni lo que se puede imaginar. No por favor... ¡No quiero seguir! Me arruina el querer protegerla y querer que se vaya, todo al mismo tiempo. ¡No la toqué maldita sea! Jamás lo haría. Me duele la cabeza, no sirvo para nada. Merezco morirme y aunque mucha veces pienso como puede ser el final, me atormenta como pueda quedar Lacey. Es lo único que tengo, que también puede destruir cada órgano sin tocarlo.

-Entonces bienvenida a la peor parte de mi vida.

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¡Doy por iniciado los juegos del hambre!

Okno.

Donovan. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora