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Lacey.

Se supone que nos fuimos a dormir, pero en lugar de eso, me dirigí a la ventana porque tenía la sensación de que hoy tendría pesadillas. Ver todos esos árboles, el sol empezando a salir. Wao, esto me encanta... es bellísimo.

Últimamente veía a Donovan que estaba re-pensativo, re-asustado y todo llevaba RE.

Me llamó Amelia, estaba segura que si preguntaba ¿Quién era ella? ¿Por qué la ama? me haría algo de lo que me arrepentiría, estaba peor que manicomio. Alucinó algo que me dejó con la intriga... Quería saber más de él. ¿Quién era en realidad? ¿Por qué le atormentaba ese pasado? Cada cosa que lo alegraba, una nube gris volvía para decirle que esa sonrisa no dura para siempre.

La curiosidad no puede conmigo, más si tiene tantos tatuajes con significados que no puedo descartar a simple vista. Estoy segura que llama la atención de muchas mujeres, incluyéndome porque en serio me hace sentir cosas en tan poco tiempo.

Volteé para ir hasta mi cama, sólo para pensar en todo. Pero por error mi brazo derecho chocó con una botella de plástico, haciéndola caer y encima tenía que acompañarla en este preciso momento un gran ruido. Empecé a rezar que no se despertara Donovan o él... no sé cómo reaccionaría. Recogí la botella, la coloqué donde no pueda caerse nuevamente. Su voz empezaba a escucharla... era extraño. Parecía que ni hubiese despertado, pero hablaba.

-¡No merecías tenerla!

Me acerqué cada vez más. Sus palabras eran más claras, más aterradoras y lo que me ponía mal es escuchar que estaba sufriendo en su subconsciente.

Abrí su puerta, también rogué para que no despertara. Estaba sudando. Abría su boca tratando de decir algo. Su cabeza se movía como loco y no dejaba de hacerlo.

-Amelia fue un accidente. Juro que él pagará por todo lo que ha hecho por nosotros.

¿Amelia? ¿Pagar por todo? Es lógico que está luchando con su pasado, lo está atormentando. Pero si algo sé que me dijeron, es que las personas pueden responderte siempre que están es este estado.

-¿Quién es Amelia?- le susurré al oído. Me senté a su costado y tomé una de sus manos.

-Es un ángel traído del cielo, pero me odia. Ella me odia...

-¿Por qué te odia?

-Iba en mi camioneta esa noche, la lluvia era insoportable como lo que soy. Alguien se cruzó, quise frenar... no pude, yo no pude...

-¿Qué sucedió?

-Los frenos no servían, atropellé algo y enseguida me bajé. Lo único que tenía, lo único que me hacía feliz y lo único que me hacía estar de pie... Yo merecía morir. No ella.

-No te entiendo- acaricié más sus manos- ¿A quién atropellaste Donovan?

-Atropellé a Amelia. No quise hacerlo, fue un accidente. Nadie sabe cómo sentí aquel día. Nadie lo sabe, merezco que me hagan sufrir.

Me asusté con esas palabras. ¿Amelia es su ex novia? Digo... ¿ella murió? Cuantas cosas esconde Donovan, hay mucho que quiero saber. La única manera será cuando esté hablando dormido.

-Tranquilo, no fue tu culpa. No lo hiciste intencionalmente. Relájate, ella te cuida ahora mismo, no se ha olvidado de ti.

-Si lo hizo, he sido una mala persona y no merecía estar conmigo, siempre lo quiso a él. Pero me prometí que acabará, bastará con un disparo para acabar con su vida, lo mataré.

Oh santo cielo, ahora me da más curiosidad. Las piezas de este rompecabezas están muy disparejas, aún no entiendo casi nada de esto. Me impresionaron los actos que podría hacer Donovan. Es un chico que le afectaba y se culpaba de cosas que no debían ser así.

-¿Quién se supone que es él?

Algo lo despertó, sus ojos se abrieron como si yo fuera uno de sus pasados. Ahora ya no estaba confundido, está con una ira que arde como el infierno, parecía que me iba a matar si no salía ya de su habitación.

-¿Por qué estás en mi habitación? Quiero que te largues antes de que me conozcas realmente. Y no me toques, no quiero sentirte porque sé que algo haces y terminas poniéndome cursi y no me gusta.

-Estabas sudando y hablando solo. No pude evitar entrar ¿Por qué te pones así? Sólo quiero ayudarte.

-No necesito de nadie, sólo quiero que te vayas.

-No me iré.

No lo dejaría en este estado, por más que quería salir de aquí no podía, me había acostumbrado a su forma de ser. Aunque significaba muy poco para él, yo quería ser ese alguien en quien pueda confiar cada palabra, lastima que no me vea así, y solo logré enojarlo con cada sonrisa que intento darle.

No lo pensó dos veces. Tomándome por las manos, no dejaba de presionar con toda la fuerza que tenía. Me dolía y no le importaba, no creí que sería capaz de hacer esto. Sus cejas se fruncieron cada vez más. Se levantó pegando mi cuerpo hacia la pared, no me quedaba más que mirarlo a los ojos, debía entender lo que ocasionaba.

-¿Quieres que te lastime? Porque lo puedo hacer.

-Me duele.

-Lo sé, puedo estar así toda el día.

-Amelia no querría que hagas esto- la presión bajaba de mis manos, su mirada se atormentaba con lo que salió de mi boca.

No quise decir eso, pero el dolor no me dejaba otra opción. Se sentó con lentitud, mientras que su mandíbula la tenía bien apretada. Su rostro tomaba un color rojizo, creí que se levantaría y continuaría con lo mismo, pero en lugar de eso golpeó su cabeza una y otra vez en la pared, como si fuese lo único que le quedaba.

Me sentí pésima, qué había hecho. Cuando acabó respiró con dificultad, hasta que tiró de una lágrima. Oh no, qué es lo que en realidad hice, era lo que menos pensé decir y, ni siquiera me atrevía a ir hasta él. Miraba y miraba cómo se torturaba. No tenía las agallas, era tan tonta. Respiró con dificultad, decía cosas entre dientes. Se pasaba una y otra mano en su nunca, para observarme sólo unos momentos. Tenía la sensación de que se arrepentía de traerme aquí, y tenía toda la razón, no era buena ayuda como creía.

-No tienes ningún derecho a nombrarla.

Habló en voz baja.

Donovan. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora