35

2.6K 180 6
                                    


Lacey.

Me encontraba con la cálida presencia de Charz. A mamá no le gustaba la idea, para nada, pero no podía decirme ni una palabra. Su expresión me daba nauseas, era felicidad y sólo felicidad y lo que opacaba la mía es no tener solución a nada.

Pues cómo puedo serlo con lo que acabo de hacer. Nada tendrá sentido, la verdad... cual es la parte divertida de leer un libro si no hay aquel personaje que hacía que tu vida esté llena de vida, llena de amor y que busque aquel paisaje verdoso en lugar de uno frío sin sentido.

-Necesito calmarme, lo se, mejor traeré algo del supermercado- abrió la puerta para largarse, ¿por qué mejor no vuelves nunca? y como si no lo supiera, dijo algo que me desconcertó- ¡Claro! No hagan planes hoy, saben que iremos al juicio que le harán a Denver por la tarde.

-Es Donovan- recalqué.

-Lacey, Lacey, Lacey, hija... - a mis espaldas tocó ambos de mis hombros- No me interesa, tiene que pagar por cada acto, mira qué es lo que nos ha hecho, destruyó esta familia- esta familia ya estaba destruida, lo que quisiera decir- No sé como decirlo, pero sería bueno proponer a la corte una pena de muerte.

Estaba segura que estuve a punto de atragantarme con el café, aparte ardía como el demonio. Me palmeó la espalda, hasta trajo un poco de agua. Yo sólo dije: estoy bien, estoy bien entre tosidas. Con mis cejas mostraba que me había enojado fue como responder, no vas a hacerle nada, no quiero que se atrevan. Era un hombre que había cometido actos espantosos, pero no merecía morir.

-Am... Señora Brown- Charlize intervino- Creo que Lacey necesitará unas pastillas para el dolor de cabeza.

-Oh, pero qué estoy pensando. Arreglense chicas, regreso enseguida- agarró mis mejillas besando mi frente y salió.

Mis lágrimas salieron apenas se cerró la puerta. Ella no me vería siendo tan débil, no permitiré eso. Charz me abrazó, no soportaba esto y que ella pueda regalarme un poco de cariño, me ponía muy bien, pero no del todo- Tranquila, eres fuerte y te lo he dicho muchas veces. Él ya no te hará más daño, no te preocupes por eso. Por fin se hará justicia, soñaste con eso durante mucho tiempo- me miró para asegurarse que me sentía mejor.

-No me preocupa que me haga daño, no es nada de eso lo que me tiene así.

-¿Entonces qué es, Lay?

-Cuando llegué a casa le conté todo a mi madre, pero mentí le dije que Donovan me había secuestrado todos este tiempo, no sabía cómo salir. Fue fácil que me creyera, estaba con una sábana envuelta en mi, no podía haber otra sospecha que se pueda hacer.

-¿Qué es lo que hiciste? Digo... ¿Por qué?

-¡Tenía miedo!- grité- Me golpea por todo, parece que lo disfruta, pero me siento tan estúpida de no entender ni con eso. Escapé con un desconocido del que quedé completamente enamorada, y que al final resultó ser un mal hombre.

-Lo siento, lo siento hiciste lo correcto, pero está pagando más condena de la que no se merece- hizo una mueca, no me gusta cuando lo hace- ¿Qué más le dijiste?

-Que logré escapar, estaba asustada y con mucha ira en ese momento, así que pedí que llamara a la policía.

-Lacey- negó con el rostro, debía darme la razón- Ese recuerdo oscuro seguro se desvanecerá rápido, porque lo amarás tanto que pensaras que fue tu primera vez... Ya sabes, haciéndolo- hizo una seña obscena con los dedos.

-¿Qué cosas dices?- todo mi rostro era negación- Llamé a la policía porque Donovan podría lastimar a alguien más, estaba... No lo se- bebí de mi café.

-Porque estabas con la ira y la impotencia de que hace años no pudiste hacer nada, y que las autoridades tampoco lo hicieran por ti.

-No sentí eso.

-Lay, lo es. No puedes negarlo, lo amas y el que se haya ido a la cárcel, eso te dolerá más.

-¿De qué lado estás? No me estás apoyando.

-Sólo digo lo que veo, lo extrañarás y te arrepentirás de la decisión.

Toqué el café con mi dedo índice, dándole vueltas y vueltas tratando de reflexionar. No sé lo que me pasa ahora, no sé lo que hago. Quiero pensar que lo olvidaré, que tomé la mejor decisión de las decisiones. Pasaron las horas y teníamos que cambiarnos para el juicio. Me puse mi ropa que extrañaba mucho, olía muy bien, pero aquellos días la ropa de Donovan me gustaba tanto, no sólo su olor, parecía su ausencia. Me cachetee una mejilla para ya no seguir pensando en él.
Salí de mi habitación y vi a Charz con su mismo atuendo, creí que ya había ido a su casa para cambiarse y luego regresar.

-¿No te cambiarás?

-Sí me cambiaré.

-Bueno, y ¿Qué esperas?

-Que llegue tu madre para irme.

-¿No me acompañaras?

-No gracias, mejor amiga. Mira yo... hago cualquier cosa por ti y siempre lo haré, menos hoy. Lloro con facilidad; además, cuando le veas la cara será desastroso. No quiero estar en un lugar en el que me sentiré así, para mí tomaste la peor desición.

-Charlize cómo puedes decir eso- me sentí mal, y tomé su mano.

Entró mi madre con unas compras. Su felicidad sí que es un asco. Se fue a cambiar su saco para irnos, yo me sentía ahora más que pésima.

-Lo siento, Lacey- se soltó de mí, y enseguida se retiró.

Miré por la ventana de mi cocina, a lo que se alejaba poco a poco de mi casa.

Necesitaba alguien que me haga sentir fuerte y ella me deja ahora.
Subí al auto con mi madre, me abrochó el cinturón como si no supiera hacerlo, me veo como si estuviese enferma, no le dirigí la mirada y no escuchaba sus palabras. Quiero música, pero me pondrá más depresiva.

Llegando a este lugar, no quise entrar. Me jaló del brazo, esto era para ella como ir al Shopping Center, su cara con esa sonrisa maliciosa al esperar cuál era su condena, no me parecía divertido.
Yo no le deseo el mal a nadie por más perversa que sea la persona, nadie lo merecía.

Me senté el las bancas de madera, que son un color que decaería a cualquier persona, el olor es como el petróleo, desagradable o yo lo veía desagradable. Triste y tonta las dos palabras perfectas para describirme...

...Todo ya estaba listo. Sólo faltaba que hablara el juez. Por favor lágrimas no quiero que comiencen. Ya tuvieron suficiente hace mucho y hace poco.

-Tráiganlo- escuché a uno de los policías dar la orden.

Y ahí sales Donovan.

Tu cabeza agachada, esa ropa anaranjada que nunca quise ver en ti. Te hicieron quedarte parado aun costado. Yo te veía a lo lejos, un impulso en mí desea correr a tus brazos, pero por el otro, traté de ver mi malestar. Que simplemente ya no merecías tocarme, ni merecer todo mi amor.

Cuando alzaste la cabeza, tu rostro de un niño pequeño al ver a su mamá... Lo hacía notar cómo largos años...

-Lacey...- la felicidad te habitó al verme, sus pies avanzaron rápido, y si lograbas llegar a donde estaba, no soportaría. Y terminaría abrazándote con las lágrimas que ya estaban por salir.

Lo tomaron como cuatro de los uniformes azules. Él quiso forcejear, pero a lo lejos le hice una seña, sin que pudiera observar mi madre. Que se mantuviera quieto, y fue lo que hizo.

Todos se colocaron en sus lugares, estaba nerviosa. A lo que escuché unas palabras de tortura...

El juicio ya empezó.

Donovan. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora