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Las semanas pasaban... Y cada vez mi cuerpo comenzaba a ponerse más morado.
Digamos que me pusieron en otra habitación porque llegaron a descubrir que tenía una gran habilidad para escapar por las ventanas o algún hueco.
Pero siempre me quedaba dormida exactamente a la cinco y media, era la hora en la que la tortura terminaba y me quedaba en un estado profundo de sueño, y al despertar estaba en casa. No sé cómo pasaba esto, pero quien sea que me traía sabía que no me gustaba estar ahí, se lo agradecería mucho. Ya estaba cansada de todo lo que hacían por estar callada. Ellos no lo entenderían.

Tenía que mentirle a mi madre. Que los psiquiatras decían que no estaba del todo delirando porque no lo estoy, y me dejaban en libertad. La mentira no me ayudaba mucho porque recibía más castigo de parte de mi mamá, al menos sus golpes no eran tan duros como ese infierno en el que voy todos los días.

-Charlize te necesito- la abracé, era mi única mejor amiga y amiga, jamás me dejó sola ni por un segundo. Está en mis mejores y peores momentos, la quiero tanto.

-Lay tienes que estar conmigo, ¿si te quedas un par de semanas?

-No puedo, mi madre me encontrará. Entrará a tu casa si hace falta para saber que estoy aquí, y si lo hace sabes lo que pasará.

-Tu mamá es una enferma. Mírate nada más pareces un muerto, ¿cómo puedes con tantos golpes?

-No lo se, pero ya no puedo.

-Vamos quédate- tomó mis manos- Y ¿Como va ese tobillo? Eres fuerte en serio.

-Gracias Charz, pero mucho mejor puedo movilizarme y todo, pero me dijeron que no podía estar corriendo muy seguido hasta un par de días.

-¡Genial! A propósito... Oh no... Lay...- no terminó de hablar, pero algo tomó de mis muñecas sacándome del cuarto de Charlize.

Mi madre, era ella otra vez.

-Hora de irnos.

-Madre, ellos me lastiman- tomé su mano para que no siguiera, no quería ir.

-Lo se, eso debiste pensarlo antes de que te decidieras y no hablaras.

Charz intentó ayudarme, su padre se lo prohibió era como todos, creyó que tenía problemas y lo mejor era irme. Todos te juzgan sin saber la verdad, no me sorprendería de ello. Me subió a su auto, quise salir. Pero no lo logré, hoy será el día en que quisiera morirme de una vez.

La misma rutina... Decir sólo lo que recordaba. Igual me daban golpes y más golpes, eta era nueva, logró que me sacaran una uña completa del dedo pulgar. Luego lo presionó dejándome lagrimear, más que todo ya llevaba el sufrimiento hace días y me quedaba gritar de impotencia.
Me preguntó que hacía para salir de la habitación siempre a la misma hora, que se ocultaría y vería lo que haría. Intenté dormir porque es lo que tenía que hacer para que llegara esa persona y me salvara como todos los días.

No sucedió hoy, eran las seis de la tarde y seguía aquí cuando desperté. El psiquiatra me advirtió que si no hablaba o decía cómo escapaba me terminaba por sacar todas las uñas, con esa advertencia salió.
Los minutos pasaban intenté cerrar mis ojos y pensar. La puerta se abrió y lo mejor era estar "dormida", estaba asustada. Me mantuve como si fuera una piedra. Sujetó mis piernas y mi espalda, llevándome como a un bebé y vi como salía de la habitación poco a poco, pasé por la puerta sintiéndome aliviada y con ganas de nunca volver ahí. Me subió a una camioneta antigua, me acomodó en los asientos de atrás y me observó, si que era buena para hacerle creer que estaba dormida.

Vaya ese rostro, con esos tatuajes tan llamativos... Su nariz chocó con la mía, pensé que me tocaría o algo y grité casi dejándolo sin tímpanos, por lo que su cabeza chocó con el techo de su camioneta, se sobó muy fuerte cerrando las puertas y encendió una linterna, el día comenzaba a hacerse oscuro.

-¿Estabas despierta?

-¿Quién eres? ¿Por qué me sacaste de ese lugar?

-Es una tortura.

-Claro que lo es. ¿Quién eres?

-No tengo que darte explicaciones, niñita frágil- me miró de pies a cabeza. Me examinaba con esos ojos llamativos.

-No soy débil- fruncí mi boca- Y si me debes de explicar ¿Por qué me sacas de ahí? No es que quisiera quedarme pero, ¿por qué?

Se encogió de hombros, miró ambos lados y terminó por presionar sus labios- ¿Quieres seguir con esta conversación absurda o entrar ahí nuevamente?

Lo pensé muy bien. De acuerdo no hay nada que pensar, esa pregunta estaba muy clara.

-Tu ganas, conduce.

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Lo misteriosoo... y los secretos.. están por venir! ;)

Donovan. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora