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Salí de la cabaña con mi gran ángel, mi pequeña chillona, bueno sí, ella. Despejar la mente un buen rato me haría bien y también a Lacey, siempre estoy ahí cargándola con mis problemas, merecía estar totalmente relajada. Me dirigió a un banco, me senté como un perro que obedecía sus órdenes.

Amaba cuando las nubes eran muy blancas y cubrían el sol porque su compañía no era tan amigable para ellos. Lay se movió de mi costado para saltar entre el pasto, me gusta verla así. Pero ver a esos mocosos me asqueaba, si me refería a los niños. Que ridículo eso de estar teniendo hijos y traerlos al parque para jugar. Quizás cada familia tenía más suerte que la mía, aunque no sé si tenga una, el futuro no me aguardaba nada parecido. Por eso, sólo me queda expresarme de esta forma... porque es un anhelo que envidio cada día, cada miserable día. Sé que una persona como yo jamás podría ser así de feliz.

Los hombres compran regalo a sus novias, osos de felpa o incluso lo mejor. Hay veces que no sé cómo demostrarle más de todo esto a Lacey, que yo puedo ser uno de esos tipos con terno y rosas en las manos, preparados para sorprender a una mujer perfecta, que es ella.

Un tipo se sentó en mi banca, es mi banca que él busque la suya. Era pelirrojo. Me molestaba, no me hizo nada, pero me molestaba. No veía la hora en la que pueda cogerlo y tirarlo a un basurero.

-¿Bonito día verdad?

Claramente no quería hablar, lo único que necesitaba era Lacey centrada en mis ojos y el parque, lleno de gran vegetación. Eso es lo que me importa- Da igual.

-Qué humor ¿Tu novia también se enojó contigo?

-¿Qué? No, ella no es mi novia- toqué uno de mis brazos dándole calor- Pero completa mi vida.

-Que bueno, mi novia es ella- señaló a una peli marrón que estaba leyendo en una fuente. En vez de causar líos, me digné a seguir mirando lo que estuviese aquí, como dije no me apetecía hablar- ¿Por qué tan serio?

-O porque tan infeliz.

-No creo que seas tan infeliz como crees.

El chico si era gracioso, no sabía nada de mí y eso lo hacía más divertido- ¿Por qué te sientas aquí? Ve con tu novia.

-Venía a hablarte de eso.

-¿Y por qué? No ganarás nada, no soy el mejor en dar consejos.

-Porque apesar de verte así...

-Qué amable.

-Tienes una gran chica allá en frente, mientras yo lucho con el cáncer día a día, y mi novia no lo sabe, por eso pensé en venir a sentarme contigo.

-Y quieres que sienta pena, para poder ayudarte.

-No, en realidad eres el tipo de persona mejor para conversar, te importa poco todo, insensible y si no me equivoco, eres arriesgado por cualquier cosa.

-Correcto.

-Así que antes de irme... Podrías comenzar comprándole un helado.

Se movió de mi costado. Palmeó mi hombro y lo miré de reojo. Se fue a otro lado menos donde estaba su novia, quizás tuvo una pelea con ella y no sabe como resolverlo. Pero... ¿por qué creía que conmigo encontraría una solución? Supongo el cómo tenía la mirada, me notaba un tatuado enamoradizo.

Hice lo que me dijo y... ¿qué? Me acabo de dar cuenta que el desconocido resolvió mis dudas de cómo ser más detallista con Lacey. No lo pensé más y fui con el heladero, y no quiero saber por qué lleva ese atuendo tan ridículo que lo hace ver como un unicornio pedófilo.

-Dos helados.

-Hola amiguito, ¿qué sabor quieres?

-Solo dame dos helados- en serio a cualquier niño que se le acercara esa voz de Barney daba terror.

Me entregó los helados en los conos que pedí, el sabor fresa le dió forma de corazón. Que tal trabajo, a mi me habría salido como vómito de vaca. Le entregué el dinero, y antes de ir con Lacey fui con la novia de pelirrojo berrinchudo.

-Tú qué quieres.

-Qué carácter, no vengo a quitarte tiempo- le entregué el helado que iba a ser para mí, pero la caballerosidad es primero.

-¿Por qué me das esto? Como si me importara.

-Bien, veo que por eso tu novio está así de deprimido que vino a pedirme consejos. Te necesita, sólo compórtate, no ganarás nada con un hombre a tus pies.

-Espera, cómo sabes que....

-¿Es el cabello anaranjado? Entonces si eres su noviecita. Ve con él, puede que consiga alguien mejor.

Me lo agradecerá algún día. Me burlé al darle la espalda, a ninguna mujer le gustaría que toquen lo que les pertenece. Sé que irá corriendo por él. Ahora sí me dirigí hacia Lacey. Le entregue el helado con forma de corazón y se sorprendió al verlo.

-¿Para mi?- lo recibió regalándome una sonrisa.

-¿Hay alguién más por aquí? Yo creo que es para ti.

-Gracias, Donovan- con uno de sus dedos embarró mi nariz a propósito, se rió dejándome impresionado.

-¿Por qué la agresión?- me limpié compartiendo mi felicidad.

-Siempre exagerando, querido.

Un día muy bonito. Ya había olvidado que tan divertido era sonreír.

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Bueno, bueno no se acostumbren tanto a los capítulos llenos de amor buahahaha... ya llegará lo que menos esperan :v

Donovan. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora