9. VOLVER A NACER

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— ¿Cómo estás, Kate? —pregunto a través del auricular.

—Jane es muy traviesa, pero estamos bien, Jake —dice usando un tono de voz emotivo—. ¿Cómo estás tú?

Dejo salir un suspiro de mis labios, mientras aprieto el volante con fuerza. ¿Cómo estoy? Ni siquiera lo sé. Después de ver el cuerpo inerte de Alix, todas las esperanzas, aunque fueran mínimas, se han esfumado. Después de 6 meses...se me han ido todas las ganas de luchar. Mi cabeza no para de darle vueltas a la llamada que me hizo ayer el Gran Jefe, no reconocí su voz, ya que tenía algo que tapaba su boca para dificultar el proceso para que mi cerebro diera con alguna voz familiar. Pero no fue posible, y eso me reconcome más por dentro.

—Eh, Jake...—susurra al no escuchar respuesta de mi parte—. La encontraréis, estoy segura. Nunca dejarías que le hicieran daño.

¿Eso es verdad? ¿Nunca dejaría que le hicieran daño? Yo pensaba que no,...pero ahí está su rostro en la oscuridad que me demuestra lo contrario. Dejé que le hicieran daño en un pasado, y estoy permitiendo que le hagan daño ahora, sin tener la maldita posibilidad de que no le hagan nada.

—Yo no-no puedo más, Kate —susurro con la voz rota—. Esto se me está haciendo enorme. No puedo más con esto.

Freno de golpe, estacionando el coche al lado derecho de la calzada. Dejo caer la cabeza al volante, para acomodar mis manos encima de esta. Nunca se me había hecho tan difícil buscar algo, o incluso alguien. Pero esto me está matando por dentro.

—Ven a casa, y tómate un suspiro —dice Kate animándome—. Jane quiere ver a su tío.

Dejo salir una pequeña sonrisa de mis labios al recordar el bonito rostro de Jane, y su sonrisa cada vez que me ve. La echo de menos.

—En 10 minutos estoy ahí —digo colgando la llamada.

Mis manos se aferran otra vez al volante, y acelero a toda velocidad por la quinta avenida. Una vez estoy enfrente de la casa de Kate y Rick, bajo del coche y voy directo a la puerta. Pico tres veces, y me abre Kate, mientras sujeta a brazos a Jane.

—Rick está trabajando. Pasa.

—Hola, Kate —le doy un beso en la mejilla, y mis brazos se abren para darle la bienvenida a Jane—. Hola, princesa. Ven con el tío Jake.

Cuando Kate me la pasa, no puedo sentir otra emoción que no sea nostalgia, y amor. Nostalgia por que su sonrisa me hace recordar a la de Abby, tan inocente y sincera. Y amor por qué lo que me provoca tener a esta personita en brazos, no puede tener otro significado.

—Te he echado mucho de menos, pequeña —susurro mientras acaricio su nariz con la mía—. ¿Cómo has estado?

—Aparte de no dormir por las noches —dice Kate con voz infantil—. Se ha portado muy bien.

Asiento tocándole la mejilla con el dedo. Nos sentamos en los sillones del salón, y estiro a Jane en mis brazos, seguidamente se queda dormida profundamente.

—Siempre se queda dormida en tus brazos, Jake —susurra Kate mientras coge a la pequeña de mis brazos—. No sé cómo lo haces.

Le muestro una sonrisa, y le doy un beso en la frente a la pequeña, para que su madre se la lleve arriba a dormir, en su habitación. Cuando baja, se acomoda al sillón delante de mí.

—Cuéntame cómo vais.

—Cuándo pensábamos que estábamos cerca, nos estrellamos contra la pared —digo negando con la cabeza—. Cada vez estoy más enfadado conmigo mismo.

Amor Robado [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora