11. OSCURIDAD

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Un zumbido incesante no para de escucharse en mis oídos. Todo está oscuro y no puedo ver nada. Aprieto mi mandíbula del dolor, y mi cabeza parece a punto de explotar. Intento levantarme con las pocas fuerzas que me quedan, pero noto un montón de escombros encima de mí. No puedo moverme. Intento abrir los ojos, y sólo se ve un rayo de luz pequeño a mi lado derecho que se cuela por un agujero de todas las madera caídas. Dejo salir un gruñido de frustración.

— ¡Jake! —grita Jack, lo escucho venir corriendo y buscar por los escombros—. Mierda, Connor, contéstame.

—Jack —intenta salir de mi boca, pero ha sonado más bien a un grito silencioso y ahogado—. ¡Jack! Estoy aquí.

Saco la mano por uno de los agujeros como puedo, y oigo sus pasos cada vez más cercas.

—No te muevas.

Quita con mucha fuerza, todas las tablas que hay encima de mí, y con cuidado me ayuda a levantarme. Me inspecciona con la mirada, y asiente.

— ¿Te duele algo?

—Solo la cabeza, se me pasara con alguna pastilla —digo en tono bajo—, ¿dónde está el chico?

Jack se da la vuelta, para señalarme la ambulancia y al chico dentro. Lo tienen estirado en la camilla, con una máscara de oxígeno y le están curando las heridas superficiales que tiene por el rostro y los brazos.

— ¿Te ha dicho algo?

—No mucho, se llama Riley Morgan, y vive a las afueras de Manhattan, lo secuestraron cuando iba paseando por la calle, solo vio a dos chicos que no sabría describir ya que iban tapados —dice quitándole importancia a ese asunto, pero yo no sé la quitaría tan rápido—, vamos, tú también necesitas atención médica.

Asiento dándole un último vistazo a la casa destrozada que se encuentra detrás de nosotros. No ha quedado casi nada en pie, ¿Por qué querría destrozar su propia casa?

Todo esto era parte de plan, cada cosa la tiene planeada desde hace ya mucho tiempo.

Me encamino a la ambulancia, y dejo que me chaqueen, sin decir nada. Me limpian la sangre de la cara, y de los brazos. Miro a Jack, que habla con otros agentes.

Y sin querer, mi mirada se cruza con el chico tumbado en la camilla dentro de la otra ambulancia.

—Un momento, por favor —digo levantándome y hiendo hacia él. Una vez lo tengo delante, le pongo la mano en la pierna—. Eh, ¿cómo te encuentras?

—He estado mejor —dice torciendo la sonrisa—. Me llamo Riley Morgan. No sé por qué me cogieron a mí, no conozco a esa tal Abby.

Asiento, y le doy la mano formalmente. Me lo quedo mirando, y acto seguido me doy la vuelta para bajar de la ambulancia, pero antes de hacerlo, me quedo de espaldas a él. Entrecierro los ojos, pensando. Su cara me es tan familiar. Me vuelvo a girar, y noto como se tensa. Me acerco lentamente a él, y le sostengo la mirada unos segundos.

—Sabes que no nos puedes mentir, ¿verdad?

—Lo sé —traga saliva.

Asiento lentamente, y esta vez si salgo de la ambulancia, para coger mi coche, a pesar de todos los gritos de los paramédicos y de Jack, arranco a toda prisa hasta la central. Cuando llego, Susan me recibe con una sonrisa.

—Qué bien que estés vivo.

—Pienso lo mismo —le sonrío—. ¿Dónde está Matt?

—Desde esta mañana que no he sabido nada de él —deja salir una mueca de sus labios, pero vuelve a mirarme—. Ven, tengo algo para ti.

Amor Robado [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora