20. LA LLAMADA

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Voy a paso apresurado a mi habitación y cierro la puerta. ¿Cuánto tiempo tiene que haber pasado para llamarle esto ''mi habitación''? Como si fuera mi hogar, el hogar donde hubiera crecido. Pero en cierto modo es así, aquí estoy creciendo por dentro, he encontrado sentimientos que nunca había experimentado y dolores que nunca había sentido.

Me siento en el suelo, apoyándome en la pared fría debajo la ventana y cojo el móvil del sujetador. Apoyo la barbilla encima de él aguantándome las lágrimas y acto seguido lo abro, ya nada puede sorprenderme, he visto muchas cosas qué me gustaría borrar de mi mente para siempre. Las lágrimas que segundos antes estaba reteniendo salen de mis ojos lentas, pero sin ningún atisbo de querer pausarse. Abro el último mensaje enviado y mis ojos se nublan al contemplar la barbaridad que ha enviado Robert.

—14 días superhéroes —me pongo la mano en la boca.

Tres palabras que se quedan marcadas en mi cabeza, y van reproduciéndose una y otra vez. Todo a mi alrededor se para, ¿14 días? Entonces, tengo fecha de caducidad, en 14 días me voy a morir. Cierro los ojos, tenía que asumirlo tarde o temprano, Robert se está cansando y no pensaba quedarse aquí toda la vida. La puerta abriéndose hace sobresaltarme de mi sitio y que se me caiga el teléfono en el suelo, haciendo un ruido fuerte para mis oídos. Robert entra dando un paso, primero mira el móvil y luego me mira a mí. Nos quedamos mirando por lo que parecen unos minutos eternos y nos apresuramos los dos a ir corriendo hacia él. Me da un empujón tan fuerte que noto como mi espina dorsal se encoje y me quema. Coge el móvil y me apunta con él.

— ¿Qué pensabas hacer con esto, querida?

Niego con la cabeza, no quiero responderle. No quiero que sepa que mi única opción era evitar enviar el mensaje y no contactar con nadie por muy imbécil que suene eso viniendo de alguien que ha estado retenida en un búnker durante muchísimo tiempo, más del que puede contar. Robert da dos pasos gigantescos y lo tengo encima de mí cogiéndome del cuello con su mano.

—Respóndeme, no eres tonta, ¿verdad?

Niego otra vez con la cabeza, y acto seguido pongo mis manos en su mano que parece que no quiera parar de hacer fuerza alrededor de mi cuello. Me empieza a faltar el aire y noto como mi cabeza está ardiendo de dolor.

— ¿Sientes ya algo? Puedo apretar todavía más.

Vuelvo a negar con la cabeza y me suelta de golpe, haciendo que vuelva otra vez el aire a mí, toso varias veces hasta que me recupero de tal acto. Un sonido en el móvil hace que nos lo quedemos mirando. Ha recibido un mensaje, pero no puede ser, este móvil tiene que estar hackeado para no poder localizarlo. Miro a Robert cuando hace el gesto de desbloquear el teléfono y leer el mensaje. Junta las cejas ante tal confusión y acto final, suelta una sonrisa diabólica. Después me mira, con fuego en su mirada, con maldad, con ganas de seguir jugando a este juego que él mismo ha inventado y no tiene intención de parar hasta ganarlo. Me levanto despacio para no provocar más a la bestia, y le susurro.

—Léelo.

Él arquea un poco la cabeza y vuelve a sonreír afirmando con la cabeza.

—Como superhéroes que somos, salvaremos a la princesa. Y como villano que eres tú, morirás —dice saboreando las palabras—. Como todos los cuentos. Dile a Abby de mi parte, que esté donde esté, la salvaré. Como le prometí.

Jake sigue buscándome. Él no se ha rendido, nunca lo ha hecho. Unas lágrimas se escapan de mis ojos y dejo salir una sonrisa de mi interior.

—No te emociones, Abby, tiene que encontrarte pero no salvarte —se gira para dirigirse hacia la puerta, pero antes de salir vuelve a hablar—. No olvides con quien estás tratando.

Amor Robado [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora