17. NO ES POR ÉL, ES POR MÍ

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28 días antes.

Cuando la luz entra por la habitación, me levanto de la cama. Me lavo la cara con algo de agua que hay debajo de mi cama y que Jared me esconde cada noche. Los días se me pasan más rápidos desde que entreno con él en el mini gimnasio que me ha preparado y del cual Robert aún no se ha enterado, ya que estamos guardando bastante bien el secreto.

En pocas palabras, él es el único que me ayuda a pasar mejor por todo este infierno. Pero no nos engañemos, Jared sigue y seguirá siendo uno de los tantos secuaces que tiene mi desagradable tío.

Pero como me prometí, ahora pensaré más en mí, y eso estoy haciendo, no puedo quedarme de brazos cruzados esperando mi muerte, si no puedo evitarla, por lo menos intentaré que pasen más rápidas las horas hasta que llegue mi final.

Cojo la camiseta blanca que me deja doblada junto el cubo de agua, y me cambio. Me hago un moño mal hecho rápidamente, y hago diez flexiones. Me levanto mirando la puerta cuando esta se abre, y mi sonrisa sale sin querer de mis labios.

— ¿Calentando, nena? —deja salir una sonrisa de lado, y sin querer me muerdo el labio.

Camino rápidamente hasta él y sin que lo vea venir, le doy con el puño en la barriga, haciendo que se retuerce del pequeño dolor que le he dejado en el abdomen.

— ¿Qué te dije sobre esa palabra, Jared?

Levanta los brazos y deja salir una pequeña carcajada.

—Vale, no te cabrees —me dice en tono de burla—, nena.

Me tiro encima de él para pegarle, pero esta vez es más rápido que yo y me coge sin estar prevenida, subiéndome unos centímetros por encima de su rostro, se me queda mirando fijamente a los ojos, y yo tampoco puedo parar de hacerlo. Me baja lentamente y sin ni siquiera pensárselo dos veces; me besa.

Me coge con fuerza la cintura, apretándome hacia él, y con la otra mano me coge de la nuca, para intentar que este beso no termine nunca, para intentar que me quede con él.

¿Pero lo está consiguiendo?, si no, ¿Por qué no le paro el beso?

No es por él, es por mí. No puedo parar de besarle mientras las lágrimas bajan lentamente por mis mejillas, pero no como todas esas que he estado derramando los últimos meses, sino de anhelo. Solo eso hace romper el beso. Se separa unos centímetros de mí, apoyando su frente en la mía, y dejándose deslizar por la pared hasta caer los dos en el suelo, yo encima de él. Me limpia las lágrimas con sus dedos.

—Lo siento.

Niego con la cabeza. Esto no es su culpa, nada de esto es su culpa. ¿Por qué le he seguido el beso?, ¿Por qué no me he sentido mal al hacerlo?

Solo he sentido...paz. Un sentimiento que pensaba que nunca más volvería a sentir. Estaba tan necesitada de cariño y de alguna clase de efecto más allá de los que me da Robert que me he cegado con el primero que me lo ha dado.

Me levanto de sus piernas, las que estaban siendo un increíble cobijo para mis lágrimas y frustraciones, y niego otra vez con la cabeza limpiándome las últimas lágrimas que caen por mis mejillas.

—No te disculpes, por favor.

Él se levanta después de hacerlo yo, y me coge rápidamente de la cintura, haciéndome girar para mirarlo a los ojos, pero esta vez no puedo, porque si vuelvo a mirarle, volveré a besarle. Y ya no solo por sentirme sola, y sin Jake, si no por mí. Porque él sería el típico chico por el que perderías la cabeza. Si no estuvieras secuestrada en medio de la nada y no fuera el maldito esbirro del jefe de la mafia la cual quiere matarte.

Amor Robado [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora