19. TE QUIERO

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14 días antes.

— ¡Buenos días, princesa! —Robert entra chillando a mi habitación y doy un salto de mi cama asustada—. Venga, levántate. Nos espera un largo día.

Rodeo los ojos y suspiro, me tiene tan cansada. Sus largos días de verdad que se me hacen eternos, no lo soporto más, quiero irme. Me levanto de la cama, y me quedo quieta mirándolo fijamente.

— ¿Qué me harás hoy, Robert? No te quedan muchas más opciones para divertirte conmigo.

Él deja ir una diabólica sonrisa de sus labios que me pone los pelos de punta, junta las yemas de los dedos, pareciendo el mismo satanás, y de un momento a otro se acerca a mí a toda prisa para agarrarme de las muñecas. Subo una ceja; no entiendo que quiere hacerme.

—En eso te equivocas, querida. Tengo demasiada imaginación.

Con un golpe seco y rápido tiro mis muñecas hacia atrás provocando que me las suelte. Cruzo los brazos y me apoyo en una pierna.

—Pues úsala, pero cállate de una maldita vez, tu voz me provoca náuseas.

Él ladea la cabeza, y se pone serio de golpe. Una bofetada hace un ruido seco que resuena en las cuatro paredes de esta habitación. Cierro los ojos, y sonrío del triunfo de hacer un poquito de daño a su enorme ego. Me gusta. Me toco con suavidad mi mejilla y me paso la lengua por los labios.

— ¿Qué te pasa, Robert? —le pregunto sonriendo y acercándome a él—. ¿He hecho pupita a tu negro corazón?

Le acaricio la mejilla suavemente y él me coge la muñeca de golpe tirándome de un empujón a la cama. Instintivamente me pongo a reír, unas enormes carcajadas salen de mi boca como hacía semanas que no salían, él se saca el cinturón y con un paso largo y rápido, lo tengo delante de mí. Mi risa para de golpe incorporándome de nuevo.

—A ver si te ríes ahora, zorra.

Con fuerza y rabia, sube el cinturón y me da un latigazo en el brazo. Aparto la cabeza hacia un lado y me la cubro con el otro brazo por intuición. Cuando abro los ojos, veo que otro latigazo viene directo a mi rostro, notando escozor en toda la mejilla de nuevo donde me había dado la bofetada antes, y en la oreja. Me toco la mejilla con los dedos y cuando los veo, hay sangre. Subo la mirada sin subir la cabeza, y le muestro una sonrisa mientras me chupo el dedo con sangre.

— ¿Crees que me ha dolido, querido tío? —me levanto de la cama, lo que provoca que él dé un paso hacia atrás confundido—. ¿Cuánto tiempo crees que lleva que una persona se haga inmune al dolor?

Él sube una ceja, y se muestra serio, yo en cambio, me siento poderosa por primera vez desde hace meses. Una sonrisa diabólica se apodera de mi alma, y se la muestro sin pudor porque quiero que la contemple en todo su resplandor. Robert vuelve a coger con fuerza el cinturón, y me da en las piernas, una y otra vez, en cambio yo, no muevo ni un músculo, no hago ruido, no lucho para que me deje, simplemente, dejo que me pegue, hago exactamente lo que él siempre ha querido, quedarme quieta, callada y sin ni un atisbo de lágrimas a la vista. Él mismo ha provocado esto, él mismo ha hecho que ya no sienta dolor, ni placer, ni felicidad, ni tan siquiera miedo, ahora mismo solo siento unas intensas ganas de vengarme por cada cosa que me han hecho, por cada golpe, por cada paliza, por cada lágrima derramada día tras día, por cada momento de dolor que me han hecho sentir, todos ellos, incluso Jared, lo van a pagar.

—Estás sorprendido, qué alegría, porque pensaba que te lo habías planteado, pero veo que no —le digo sin quitar mi sonrisa, me acerco a él hasta tenerlo a escasos centímetros de mi rostro—, qué bien nos lo vamos a pasar, querido.

—De maravilla, querida.

Lo último que veo es su cabeza golpeando la mía, no siento dolor, simplemente pierdo el conocimiento, todo se ve negro de golpe.

***

Me levanto rápidamente al ver que estoy en otra habitación distinta. Siento frío y me doy cuenta que solo voy en ropa interior y que estoy mojada. Cierro los ojos fuertemente deseando que solo sea una pesadilla, pero no lo es, y me lo confirma Jared entrando en la habitación. Levanto la mirada de golpe y acerco mis rodillas a mi pecho.

—Joder, ¿qué coño te han hecho? —él se pasa las manos por el pelo revoloteándoselo—. Me lo he imaginado cuando Max salía de aquí subiéndose la bragueta pero no quería creérmelo y...

Unas lágrimas empiezan a bajar de sus ojos, y junto con ellas bajan las mías. ¿¡Por qué he hecho eso?! Tendría que haberme callado la boca y hacer como si nada, que me pegaran y no decir nada, simplemente callarme la boca como siempre, fingiendo y ya está. Pero ahora él está cabreado, ahora él quiere volver a tener el ego por encima del mío y está dispuesto a todo, incluso a esto...

—Todo ha sido culpa mía...si yo no —mis lágrimas no paran de bajar por mis ojos, me atraganto con mis propias palabras, me clavo las uñas en las palmas de las manos, provocándome dolor, pero no siento nada, ¡ellos me lo están quitando todo! Le doy un empujón a Jared provocando que se caiga al suelo—. ¡Vete! ¡Vete de aquí! Déjame sola, todo es culpa vuestra, ¡ME HABÉIS JODIDO LA MALDITA VIDA, HIJOS DE PUTA!

Él no para de llorar y yo tampoco puedo dejar de hacerlo, no siento dolor en el cuerpo pero siento un profundo dolor en mi pecho, mi respiración empieza a ir más rápido, no puedo creer lo que me han hecho. Robert entra en la habitación y le veo sonriéndome. Me muerdo la lengua y aprieto la mandíbula guardándome toda la rabia que ahora mismo siento dentro de mí, él se va acercando y cuando lo tengo delante, se arrodilla para poder tenerlo enfrente de mí.

—Te dije que íbamos a disfrutar, querida, yo nunca miento.

Me ata las manos detrás de la espalda, y seguidamente me pone una mordaza en la boca. No quito mis rodillas de delante mi pecho, quiero sentir todo mi cuerpo junto, protegiéndose. Él aprovecha el momento y me hecha una foto, mis ojos se agrandan y empiezo a negar con la cabeza. Se la enviará a mis padres, a Jake, a todos...cierro los ojos y más lágrimas empiezan a rodar por mis mejillas. Mi respiración empieza a ir más rápido de lo normal y la rabia se apodera dentro de mí, de manera gradual, cada vez a más, hasta que estallo y un grito ensordecedor hace presencia en el cuarto, una adrenalina que no sabía de donde venía me da la bienvenida, y gracias a ella puedo quitarme las cuerdas de las muñecas y después el pañuelo de mi boca. Me acerco a él corriendo y le empiezo a dar puñetazos hasta que se cae al suelo y con él, se cae el móvil. Lo cojo rápidamente y me lo pongo en el sujetador, me voy corriendo hacia mi habitación, pero la voz de Robert en medio del pasillo hace pararme inmediatamente.

— ¡No te han tocado! Nunca dejaría que te violaran, Abby, solo quería hacértelo creer para ver si sentías alguna clase de sentimiento o dolor. Y así es, irá de fuera hacía dentro, irá creciendo, cada vez más, hasta que vuelvas a sentir —lo dice como si eso me sirviera de algo, sentir algo, a estas alturas, ya me da lo mismo—. Quiero que lo tengas todo antes de poder matarte, puedo parecer un psicópata, pero también soy tu tío, y tienes mi sangre. Esto solo es por venganza, te dije que no era nada personal, yo te quiero, pero tu destino está escrito y el de Jack también.

—Tienes una manera de querer a la gente muy diferente a la del resto de personas, tío Robert, porque yo también te quiero —le digo girando un poco la cabeza—, pero te quiero muerto. 

¡GRACIAS A CADA PERSONA QUE SIGUE CON ESTA HISTORIA! 

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¡GRACIAS A CADA PERSONA QUE SIGUE CON ESTA HISTORIA! 

Poco a poco, iré colgando capítulos. De momento, espero que hayáis disfrutado con este.

UN BESO, 

LENA. 

Amor Robado [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora