7. LA TENÍA VIGILADA

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Ni siquiera sé cómo pude controlarme de tal forma que ni lo maté. Pero una cosa tengo muy clara; si Jack y Matt no hubieran llegado en ese preciso instante, Kay Farrell, ya no existiría sobre la faz de la tierra.

Mi respiración aún es pesada, y mis manos convertidas en dos puños duros como piedras, demuestran como de cabreado estoy. ¡Necesito la maldita información antes de que la maten! Para ellos es solo una chica más, como seguramente, todas las que habrá secuestrado y matado el Gran Jefe, pero para mí no, y no dejaré que un grupo de asesinos sin escrúpulos mate aquello por lo que he luchado tanto.

Aquello que mi madre hubiera querido ver.

Me dejo caer en el sillón blanco del salón de los Madison, y empiezo a mirar todo lo que tengo alrededor, lleno de fotos de ellas. Giro la mirada, y observo como Kate me trae un vaso de té. Ella, con las manos temblorosas, me lo coloca encima de la mesa que tengo delante, y acto seguido se sienta en el sofá del lado, también de color blanco.

Ninguno de los dos dice nada, y se lo agradezco, por lo menos de momento, no tengo ganas de hablar de nada. Ni siquiera de ella.

Cada dos semanas, me acerco a ver a Claire, para hacer más ameno el recuerdo de Abby, y hacer más viva su huella, su esencia. Me cuenta cosas que han hecho juntas, como cuando Abby era pequeña, como de grande. Me cuenta los recuerdos bonitos y otros de menos, pero sonríe cada vez que los cuenta, por qué se acuerda un poco más de ella. A veces nos ponemos a reír, pero también hay veces donde ella se esconde en un mar de lágrimas, y a mí se me escapa alguna que otra también.

Yo le cuento los recuerdos bonitos que he tenido con ella, de cómo nos conocimos, y de cuanto la llego a querer y a la vez, echo a faltar.

—No sé si la encontraréis —niega con la cabeza, mientras cierra los ojos—, llevamos esperando meses, y aún sabéis poca cosa.

—Claire, hemos avanzado muchísimo con el caso, más que en estos 6 meses —le recuerdo mirándola a los ojos, que ahora están más hinchados y rojos, des de que se fue ella—. Nos quedan 12 días.

—12 días, o la matarán. Lo sé.

Ella se levanta temblando del sofá, con la vista borrosa, y sujetándose el pelo con las manos. Cada día se desgasta un poco más, está más débil y sin ganas de hacer absolutamente nada. Se ha adelgazado, hasta el punto de perder sus curvas, y ahora solo es huesos, huesos frágiles. Tiene ojeras debajo de los ojos, de tanto llorar y no descansar. De pasarse horas y horas despierta, sin poder dormir. Los ojos los tiene inyectados en sangre, ya no desprende el color de piel brillante, ni su sonrisa de siempre, y mucho menos te da ánimos con los ojos, ella ahora, es pura tristeza.

—Mírame, Claire —me acerco a ella, lentamente, y se gira de golpe—. La encontraremos.

Asiste con la cabeza, y me abraza enseguida, como cada día al finalizar la charla, pero esta vez, con más fuerza. Como si yo fuera lo único que le quedara de ella, y ella, fuera lo único que me quedara de Abby.

***

Aparco corriendo el coche en mi plaza de garaje de la central, y salgo corriendo, subiendo por el ascensor. Cuando salgo, Susan es la primera en alcanzarme.

—Han contestado el mensaje. —informa poniéndose a mi lado, mientras voy hacia donde están todos.

—Leédmelo.

Ella asiente, y se acerca a un chico dándole la orden, de poner el mensaje en la pantalla grande que tengo enfrente, y mientras me acerco lentamente a ella, se hace presente el mensaje. Las letras parecen más aterradoras que en mensajes anteriores, supongo que por qué estás están más grande.

Amor Robado [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora