18. QUÉ EMPIECE EL JUEGO, ROBERT

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25 días antes

Los días pasan sin ningún atisbo de esperanza en mi interior. Todos parecen ser iguales, me despierto, intento no hacerle las cosas fáciles a Robert, me dan algo de comer que a mi parecer está en mal estado, vuelvo a ponerme difícil, y siempre, como cada noche, me voy a dormir con alguna parte de mi cuerpo dolorida por la paliza. Me pregunto hasta donde aguantaré, cuál será el día que yo misma ponga fin a esta mierda que estoy viviendo.

23 días antes.

Mi cuerpo pide a gritos que pare, que pare ya de hacer las cosas mal, que me relaje, que sea buena y haga todo lo que ellos me piden, pero cada vez que estoy a punto de hacerlo, me viene Jake a la cabeza, y no puedo evitar hundirme con ese pensamiento, y volver a enderezarme, aun sabiendo que eso me puede costar la vida. Mi cabeza y mi cuerpo están en desacuerdo, y yo solo puedo gritar de dolor, de ausencia, de tristeza. Quiero que paren ya.

20 días antes.

— ¿Cómo lo llevas?

Robert entra con una sonrisa en la habitación, lo miro de reojo y mi cara refleja puro asco. Antes, nunca había utilizado tanto esta faceta de mí, pero nunca antes había estado secuestrada por mi propio tío. Me levanto lentamente de mi cama, y voy hacía él. Me acerco lentamente y empiezo a dar vueltas alrededor de él, lo voy mirando de arriba abajo hasta que me vuelvo a parar enfrente.

—Bien, ¿no me ves? Todo lo que una chica podría desear, lo tengo yo.

Él se hecha a reír, y me acaricia el rostro. Doy un paso hacia atrás inmediatamente y para de reírse, arqueando las cejas. Da otro paso hacía mí y vuelvo a retroceder.

—Nunca podrás escapar de mí, querida. Y ese, ese debe ser tu mayor miedo.

Ahora soy yo la que se acerca un paso hacia delante, no dejo de mirarle a los ojos, fijamente, como si pudiera sacar respuestas a las preguntas que nunca salieron de mi mente.

—No te tengo ningún miedo, Robert.

18 días antes.

Me siento en el suelo, estoy harta de la cama, de dar siempre mil vueltas para intentar dormir e ir a otra pesadilla peor de la que estoy viviendo. No encuentro calma en nada, ni siquiera en cerrar los ojos e imaginarme su rostro, porque ahora lo veo pálido, sin vida, y eso me hace estar más asustada. Cada vez tengo la mente más oscura, no tengo recuerdos, no tengo pensamientos, simplemente no soy yo. Cada día es una batalla conmigo misma y tengo todas las de perder, intento mantenerme cuerda, no volverme loca del todo, pero ese mismo pensamiento, es el que me hace volver loca.

Me pongo las manos en la cabeza y cierro los ojos mientras dos lágrimas bajan lentamente por mi rostro, ¿qué puedo hacer más? Si no nos han encontrado ya, no lo harán, seguramente todos me han dado por muerta, estarán haciendo un funeral sin mi cuerpo. Y mi madre...oh, mi madre. Más lágrimas se desatan, pero está vez despreocupadas, ni siquiera me las seco, me dan igual. Nunca he merecido esto, siempre he sido buena con todo el mundo, siempre he intentado ir de frente, sin mentiras, siempre he intentado que todo el mundo estuviera bien. ¿Por qué le pasan las peores cosas a las mejores personas?

Solo quiero cerrar los ojos, y que todo esto pase.

15 días antes.

Jared entra en la habitación sin hacer ruido, giro la cabeza un momento para mirarlo y poder apreciar un par de moratones en su cara. Me vuelvo a girar mirando la pequeña ventana con rejas que hay y que dejan pasar un poco de rayos de sol.

—Siento todo lo que ha pasado, Abby.

Subo los hombros con indiferencia, y no digo nada. Simplemente escucho.

—No quería decirte que estabas a mi cargo porque eso significaría perderte del todo, y no quería permitirlo. He sido un egoísta.

Me giro y lo miro a los ojos. —Es verdad, has sido un egoísta, pero me da igual. Tú me das igual. Así que vete, por favor.

Él se acerca lentamente subiendo una mano hacia mi rostro, y yo vuelvo a apartarme como de costumbre, ¿por qué todos intentan tocarme? ¡No quiero que me toquen! Me duele cada maldito milímetro de mi cuerpo, no quiero ni tan siquiera que me rocen, todo duele.

—No me toques —le digo con voz preocupada.

Él enarca una ceja sin entender el porqué, él sabe que sé que nunca me haría daño. Pero no es por eso, y tampoco tiene porque saber la verdad del porqué, simplemente no quiero que lo haga.

—Nunca te haría daño.

Bajo la cabeza, y cierro los ojos, mientras intenta acariciarme el pelo, unas lágrimas traicioneras bajan rápidamente y sin ser vistas, todo a mí alrededor parece nublarse y caigo de rodillas en el frío suelo. Él también se pone de rodillas enfrente de mí, y entonces levanto la mirada y le acaricio el rostro morado.

— ¿Qué te ha hecho?

Él aparta la cara de mi mano, y se acerca todavía más a mí.

—Robert me ha tenido 13 días encerrado en una habitación incluso más pequeña que esta sin ni siquiera comer, y cada día me daban una paliza. Pero hoy me ha dejado salir, y lo primero que han hecho es enseñarme la verdad.

Subo las cejas confundida y a la vez dolorida por él, sé lo que es que te peguen cada miserable día que pasa.

— ¿Qué verdad, Jared?

—Jake está vivo.

Mi mano va inconscientemente a mi boca, sorprendida y después de muchos días, ilusionada. Lágrimas de felicidad bajan por mis ojos, y abrazo de golpe a Jared.

—Lo primero que he hecho yo, es venir a verte —me susurra en el oído—. Te sacaré de aquí, Abby.

Por una vez, después de semanas, me aferro a eso. Y al sentimiento que aflora en mi interior de felicidad, eso me mantendrá fuerte. Me coge de la cabeza con las dos manos, y me besa, con pasión, con ilusión, con una pizca de esperanza, y todo eso me lo transmite, hasta al punto, de parar el beso para que ambos nos dediquemos una sonrisa. Saldré de aquí, Jake. Jared me sacará de aquí.

Y yo lo utilizaré para que así sea. Seré mala para que me pasen las peores cosas con motivos.

Él saca dos cigarrillos de su bolsillo, y me da uno. Lo acepto sin pudor, me acerca el fuego, y le doy una calada para que se encienda.

Que empiece el juego, Robert.


¡Gracias a todos los que habéis llegado hasta aquí! Siento la desaparición, no tenía fuerzas para ponerme a escribir una historia de amor que siento tan mía

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¡Gracias a todos los que habéis llegado hasta aquí! Siento la desaparición, no tenía fuerzas para ponerme a escribir una historia de amor que siento tan mía. Pero he vuelto, y con más fuerzas, ganas e ilusión que nunca. Espero no volver a irme, porque he venido para quedarme. Escribir para mí no es un pasatiempo, antes lo era, ahora se ha convertido en una pasión, y no quiero que se vaya nunca más de mí. 

¡Os quiero a todxs!

Lena. 

Amor Robado [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora