Decimoctavo punto

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Al final (como siempre) fuiste tú quien me salvó. Llegué al bar a media noche y te di un beso en la mejilla mientras seguías bebiendo la novena cerveza (has aprendido bien).
Me ofreciste un poco y acepté. Cuando pude darme cuenta estaba tumbada en el suelo de nuestro parking arropada con tu chaqueta. No recuerdo casi nada de lo que sucedió, solo que sujetabas mi cabello mientras vomitaba.
Al despertar te vi sentado en el bordillo, vestías solo una camiseta. Era el momento perfecto para hacer una foto. Y no una cualquiera. Una de las buenas, una incluso mejor que las que hace Daniel. Lástima que no llevaba la cámara. En cambio, llevaba puesto tu jersey. Gracias por tan bonito gesto.

Menuda ironía ¿verdad? Iba en tu "rescate" y al final me salvaste tú.

Para Bruno.

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