Mi vida es como la de cualquier chica de dieciséis años normal.
Excepto por un pequeño detalle. Una chica de dieciséis años normal estaría ahora mismo tumbada en su cama con el móvil chateando con sus amigas o con su novio, mientras yo estoy tumbada en el suelo hablando conmigo misma... en una prisión.
Cualquier chica de dieciséis años normal estaría ahora en el instituto, sentada en su mesa esperando a que suene el timbre y acabe la clase. Yo estoy ahora en una prisión, sentada en el suelo esperando a que ocurra un milagro y mi vida vuelva a ser normal.
Llevo ya seis años en una celda, y todavía no sé qué hago aquí. ¿Acaso hago daño a la humanidad por poder mover cosas con la mente?
Solo soy una chica normal con un cerebro desarrollado.
Todos los días me llegan tres comidas, todos los días dicen lo mismo, todos los días son iguales. Quizás forma parte de ese proceso que consiste en intentar volvernos locos.
Levanté la vista y la anciana de enfrente me saludó. No recordaba su nombre, quizás era Margot o Maggie.
Eran las ocho en punto de la mañana, hora del desayuno. Hice una marca en la pared la primera semana, me sirve como reloj, todos los días el sol alcanza esa marca y yo sé que es hora de desayunar.
Siempre me obligo a mí misma a no recordar a mi hermano, pero no es fácil, lo echo mucho de menos y todavía me pregunto a diario qué fue de él ¿Sobrevivió? ¿Lo llevaron a otra cárcel?
Miré la marca y me dí cuenta de que el sol ya la había traspasado.
La observé otra vez y asumí la realidad, hoy no hay desayuno ¿Por qué?
Mi duda fue resuelta cuando un guardia anunció en voz alta:
—QUE TODOS LOS PRESOS QUE DIGA SALGAN DE SUS CELDAS, TOCA TRASLADO.
¿Traslados? ¿Desde cuándo hay traslados?
Empezaron a decir nombres, hasta que oí el mío:
—1M1ND1
No lo entendía, yo no había hecho nada malo ¿Y por qué no hay desayuno?
Mi celda se abrió automáticamente y me dirigí a la fila de personas que había al lado de la puerta. Todos tan nerviosos como yo, al verlos, se me hizo raro pensar que llevaba años conviviendo con estas personas, pero nunca las había visto ni había hablado con ellas.
Las puertas se abrieron, no sabía lo que me esperaba a partir de cruzar esa puerta, pero fuera lo que fuese, estaba dispuesta, después de tanto tiempo, a enfrentarme a todo.

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Mentes Poderosas
Science FictionEsta es la historia de una chica normal llamada Amanda. Excepto por el hecho de que Amanda no es una chica normal. Amanda ya estaba acostumbrada a su vida en la cárcel separada de su familia y su hermano gemelo, Ian. Pero... una vez fuera, cuando t...