24.

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—De acuerdo, escuchadme todos, para poner en práctica la parte del espionaje os infiltrareis durante unos días en un instituto, ubicado en una ciudad cercana.

—¿Cuántos días? —preguntó Clary.

—Cuatro —respondió la profesora.

Levanto rápidamente la mano.

—Pero... ¿Dormiremos allí o pasaremos el resto del día aquí?

—La ciudad está un poco lejos, por lo que nos quedaremos allí el resto del tiempo —respondió ella.

(...)

Me desperté por un bache en el camino. Miré a ambos lados, a mi derecha había una ventana por la cual a penas se podía ver nada debido a la velocidad a la que iba el autobús, y a mi izquierda estaba Luke durmiendo.

Dí golpecitos con el pie al asiento de delante, allí estaba Ambar. Sabía que no estaría dormida, para ella todo era algo nuevo, nunca había visto la naturaleza y seguro que estaba alucinando mirando por la ventana.

Ella se giró y yo le hablé por señas. El autobús estaba en completo silencio y casi todos estaban durmiendo.

Ambar no entendía nada de lo que le decía, así que cogí un trozo de papel de su libreta.

"¿Sabes cuánto queda de viaje? PD: ME ABURRO MUCHOOOO" —escribí en el papelito.

La coloqué con mi poderes en la palma de su mano, por si se caía al suelo mientras pasaba la nota entre los asientos.

Ella me devolvió la nota y me susurró:

—Te recuerdo que no sé leer ni escribir.

Guardé la nota en mi bolsillo. La velocidad del autobús iba disminuyendo cada vez más. La profesora Jenn se levantó de su asiento y fue por el pasillo del autobús despertando a todos.

—Ya hemos llegado. Nada de poderes.

—¿Dónde vamos a pasar la noche? —preguntó Nataly.

—Se supone que sois de intercambio, así que, como allí duermen en habitaciones de un edificio cercano al instituto, vosotros dormiréis donde la directora os asigne, compartiendo habitación con alguno de los estudiantes —explicó la profesora Jenn.

(...)

Llegamos a la puerta del instituto y todos nos quedamos mirando asombrados.

No había visto a tantos adolescentes desde hace seis años.

—Ahh, por cierto, os he puesto unos nombres falsos, usadlos —informó la profesora Jenn.

Me dio un papelito y lo leí.

Avery Adkins.

¿De verdad? Ni siquiera sé cómo se pronuncia eso.

—Vamos a la cafetería —dijo la profesora Jenn conduciéndonos hasta allí.

Los pasillos estaban vacíos, y por eso me impresioné tanto cuando, al abrir las puertas, un ambiente adolescente cargado de murmullos inundó todo.

—Id a la cola para que os den la comida y sentaos en cualquier mesa —dijo la profesora Jenn intentando que su voz se oyera por encima de la de todo el mundo.

Me dieron una bandeja con comida, estaba tan desorientada que preferí esperar a que le diesen a Amanda la suya para ir las dos juntas.

—Eh tú, espera, eres alérgica a eso. No puedes tomarlo —le dijo una cocinera a Ambar—. Ven, Willow.

¿Willow? Vale, no me quejo de mi nombre, porque el de Ambar es aún peor.

Nataly y yo buscamos un sitio donde sentarnos, pero estaban casi todos ocupados.

Al fin encontramos dos asientos.

Nataly dejó su bandeja rápidamente. Y yo también iba a hacerlo, pero entonces una mano se interpuso entre la mesa y mi bandeja.

—Reservado.

Miré a Nataly, y ella me señaló un lugar en una mesa casi al final de la cafetería.

Asentí y fui rápidamente para encontrar un sitio.

Dejé mi bandeja en uno de los dos huecos que quedaban en la mesa, y casi instantáneamente otra bandeja ocupó el sitio que quedaba.

—Oh, An...

Annie abrió mucho los ojos y me dio un codazo.

—Alice —susurró.

Al final, unos minutos después de que Annie y yo nos sentásemos, una de las chicas se atrevió a saludarnos.

—¡Hola!

Mentes PoderosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora