25.

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—Hola... —saludé.

—¿Tú entender lo que yo digo? —dijo despacio, como si pensara que yo no hablaba su idioma.

—Si hablases normal te entendería mejor —respondí entre risas.

La mayoría de los de la mesa se rieron.

—Soy Alice —dijo Annie.

—Yo soy Am... Avery —saludé también, intentando memorizar mi nombre falso.

—Soy Abby —dijo la chica.

—¿Y de dónde venís? —preguntó otra.

—Del instituto bilingüe de Noruega —respondió Annie.

—Oh ¿Sois noruegas? —preguntó Abby.

Asentí. Eso era lo que la profesora Jenn nos había dicho que teníamos que decir.

- Decid alguna palabra en noruego

—Emm... —Annie me miraba sin saber qué responderle.

Scatterbrained —dije intentando imitar un acento aleatorio.

Recordaba esa palabra porque me la dijo Sabrina, pero no recordaba su significado.

—¿Y qué significa? —preguntó otro chico uniéndose a la conversación.

¿Por qué estos chicos tenían que ser tan curiosos?

—Significa... azúcar —inventé.

—Oh, genial —dijo Abby.

—Esperad ¿Podéis repetir vuestros nombres? —preguntó Annie.

—Ahh, sí, él es Paul Carpenter, yo soy Madison Hudson, ella es Abby Clyde, él es Iker Miller y él es Matt Smith.

Iker cogió su bandeja y se fue de la mesa, dejando un asiento libre a mi lado.

—Hola chicas —exclamó Ambar sentándose en ese sitio libre.

—¡Hola Willow! —intenté recordar su nombre falso.

—Suerte que he conseguido un buen sitio —dijo ella.

—Por cierto ¿Qué hay después de la hora de comer? —preguntó Annie.

—Un recreo de una hora —respondió Madison.

—¿Y qué soléis hacer? —preguntó Ambar.

—Los pasillos y el escenario quedan vigilado por profesores. Y las chicas van a sentarse en las gradas. El recreo es muy amplio y cada grupito se sienta en algún sitio. Los chicos van a jugar al fútbol. Nosotras solemos ir a un sitio que encontramos a principio de curso, está en el edificio, pero por ahí no pasan los profesores.

(...)

—Vale, no viene nadie más ¿Verdad? —preguntó Madison.

Estábamos Ambar, Nad, Madison, Abby, otra chica llamada Nicole y yo.

El sitio estaba en una especie de lugar apartado cerca de unas escaleras, tapado en parte un por un panel de corcho gigante con ruedas, es decir, bajabas las escaleras que te llevaban a una de las puertas para entrar al escenario (había unas gradas en frente y esa puerta daba a la parte de arriba de las gradas) y si pasabas por las escaleras podían vernos más o menos, pero durante el recreo casi nadie pasaba por ahí.

Seguíamos hablando, pero entonces oímos pasos. Madison nos hizo un gesto para que no hiciésemos ruido.

Estábamos en completo silencio, por lo que podíamos oír lo que decían.

Mentes PoderosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora