Mentes Poderosas

5.

No sé cuánto tiempo llevábamos andando, pero sabía que estábamos cerca porque nos íbamos alejando del bosque.

Llegamos a un claro y Ed dejó de caminar. Cerró los ojos y todos nos quedamos en silencio.

—He notado algo raro, estad alerta —dijo él aún con los ojos cerrados.

Varias personas armadas vinieron corriendo y nos apuntaron con sus pistolas.

Levanté despacio las manos y noté una pistola sobre mi nuca.

Otras dos personas salieron de unos arbustos y apuntaron a Ambar y a Ed.

—¿Quiénes sois? —preguntó una mujer con una voz seria.

—Soy Amanda —dije con la voz temblando.

Me dieron otro golpe en la nuca con la pistola y solté un gruñido.

—Esa no era la pregunta, no te hagas la tonta.

Noté algo de inseguridad en su voz, y eso me dio las pistas que necesitaba.

Hice levitar una piedra cercana y uno de los hombres disparó a la piedra, no pude sostenerla tras el disparo, pero levanté otra, a la qué también dispararon.

La mujer que sostenía la pistola de mi nuca miró a Ambar y preguntó furiosa:

—¿Has sido tú?

Ambar negó con la cabeza.

Hubo un pequeño silencio hasta que lo interrumpí:

—Yo, he sido yo.

Levanté otra piedra. La mujer me inspeccionó y se percató del papel que sobresalía de mi bolsillo.

—¿De dónde lo has sacado? —preguntó al abrirlo.

—Estaba en el bolsillo de una chica —respondí. Pero no mencioné que estaba muerta.

—¿Fue ella quien te sacó de la sala?

—Ella les rescató a ellos —respondí señalando a Ed y a Carla.

—¿Y quién te rescató a ti? —preguntó.

—Creo que sería mejor seguir esta conversación en otro lugar, no en un bosque, gritando, y con pistolas apuntándonos, comprobad si somos superdotados, si queréis —dijo Ambar.

Carla asintió, a ella no la estaban apuntando, pero sabía que sería una estupidez intentar hacer cualquier cosa.

Me dejaron de apuntar con la pistola, pero siguieron apuntando a los demás.

—Demostrad que sois superdotados y os dejaremos entrar —dijo la mujer.