—¿Es enserio? —pregunté sin poder creer que fuera tan fácil— ¿Absolutamente nada?
La doctora Lu me enseñó el papel.
—Compruébalo, no te miento.
Lo leí entero, y después volví a hacerlo. Nada, estaba lleno de letras sobre las que se resumía que no me pasaba nada.
—Eso es genial, Amanda. ¿Qué problema hay en el papel? —preguntó Ambar.
Qué extraño... Realmente no me encontraba bien, ¿no ha podido haber un fallo?
—¿Ocurre algo, Amanda? —preguntó la doctora Lu extrañada porque no estuviese contenta.
Yo no tengo ningún problema, pero el resultado sí. No me encontraba bien, y eso lo sabía. Pero por alguna extraña razón este papel decía lo contrario.
—No... —respondí fingiendo una sonrisa. Ya averiguaría yo por mi cuenta cuál era el problema ya que esa prueba se negaba a hacerlo—. No hay ningún problema...
Quizá Carla o Elliot podrían ayudarme, ellos son médicos. Supongo que sabrán algo sobre eso...
—Bueno, Ambar, vámonos. Ya es tarde... —dije como escusa para salir de ahí y que la doctora Lu no viera más.
Salimos al pasillo y la doctora Lu se desvió hacia la cafetería. Ambar y yo permanecimos caminando en silencio durante un largo rato buscando a Sabrina y a Susan.
—Solo quedan dos días —murmuró Ambar.
Miré hacia mi izquierda y a través de una ventana pude ver como unos últimos rayos de sol tenían el cielo de naranja.
—Lo sé, y cada vez me asusta eso más. Ya no es por el simple hecho del riesgo que supone entrar ahí, ¿y si le han hecho algo a Ian?
—Amanda, tranquilízate. Yo he estado ahí dieciséis años y tú otros seis, no nos hemos vueltos locas ni nos han hecho nada —respondió ella con el fin de tranquilizarme.
—¿Y cómo pudiste aguantar dieciséis años aguantando ese pitido molesto que ponían para que nos doliera la cabeza? —pregunté.
—Porque a parte de los poderes y todo eso, también tenemos una mejor capacidad auditiva que nos permite solo a nosotros poder oír ese tipo de ruido —Las palabras de Ambar parecían sacadas de una enciclopedia—. Yo nací en una celda, ¿recuerdas? Mis oídos de bebé no podían resistir ese pitido así que perdí la capacidad de detectarlo.
Llegamos al despacho de la directora, y pasamos sin siquiera llamar a la puerta.
—Hola chicas, pasad —nos saludó la directora con un tono cordial—. ¿Qué necesitáis?
—Saber dónde vamos a dormir —respondí.
—Claro, Amanda, tú estás junto con otras cuatro personas en la habitación 8, y Ambar en la 19.
La habitación 8 está al lado de los baños, recuerdo haberla visto ayer.
—De acuerdo, muchas gracias —dijo Ambar despidiéndose.
Tuve que seguir mi camino sola porque la habitación de Ambar estaba en otra planta. Justo antes de llegar a una puerta con un número 8 al lado del pomo recordé que estábamos buscando Sabrina, aunque esto no supuso ningún problema ya que fue ella misma quien abrió la puerta.
—Hola, Amanda. ¿Eres tú la compañera de habitación que nos falta? —preguntó.
—No, solo vine a hacer una visita turística —respondí con sarcasmo.
Ella rió ante mi comentario.
—Vale, adiós —dijo cerrando la puerta.
Empecé a reir, incluso pude oir como ella desde el otro lado también lo hacía. La puerta se volvió a abrir y entré mientras Sabrina todavía se reía de esa broma.
—Chicas, esta es Amanda. Ya estamos las cinco.
No reconocí a ninguna de las chicas que había allí, ni siquiera recordaba haber visto sus caras antes.
—¿Quieres venirte? Estamos viendo una peli —propuso Sabrina señalando el sofá.
Negué con la cabeza y miré en busca de la que sería mi cama.
—Mejor que no, mañana tengo entrenamiento con Emily y necesito dormir —respondí bostezando.
—¿Después de lo que te ha ocurrido? Esta chica debe de estar loca.
Caminé hacia una cama vacía y me dejé caer sobre ella ignorando el crujido que provino de la madera cuando hice eso.
—Seré yo la loca como no duerma lo suficiente. Así que intentad hacer el menor ruido posible.

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Mentes Poderosas
Science FictionEsta es la historia de una chica normal llamada Amanda. Excepto por el hecho de que Amanda no es una chica normal. Amanda ya estaba acostumbrada a su vida en la cárcel separada de su familia y su hermano gemelo, Ian. Pero... una vez fuera, cuando t...