5- princesita

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El empieza a hacer la cena mientras que yo lo observo. Me causa curiosidad, además es realmente guapo, pero su forma de ser lo hace aún más.

— ¿entonces cancelaste tu boda princesita?—cuestiona, e insiste con ese apodo.

— Si... si lo hizo una vez lo volverá a hacer otra, prefiero no arriesgarme.

La emoción recorre mi cuerpo, el solo pronunciar esas palabras me llena de regocijo. Es como su pudiera respirar sin impedimento. No hay presiones.

— Es bueno que te valores—sonríe.

— O medio me valore—corrijo.

— ¿por qué lo dices?—pregunta.

— Pues Fred me ha engañado dos veces, bueno dos ocasiones en las que me he dado cuenta, sin embargo lo perdone.

— Mira el lado positivo, no cualquier chica cancela una boda de un día para otro—anima.

— ¿y qué hay de tu vida amorosa?—le pregunto.

EL hace una pausa y me brinda una sonrisa torcida. Es como si lo estuviera poniendo en vergüenza.

— Pues... no tengo algo serio desde hace mucho tiempo.

— Un buen caballero no tiene memoria—indago.

— No tengo memoria, porque realmente tengo tiempo que no hago nada—suspira—pero estoy dispuesto a darme ciertas oportunidades.

— Es bueno que pienses así, poco son los hombres que lo hacen.

Termina de hacer la cena, me indica que pasa a la mesa. El corre hasta la cocina, pero se devuelve, saca una silla y me invita a que me siente. Sonrió con amabilidad y me siento. Él sigue con su camino hacia la concina y después de unos minutos trae un tazón, lo deja en el medio y regresa, para traer en sus manos una botella de sangría.

— No creo que combine, pero era lo mejor que tenía para una princesita—dice.

— No te preocupes, después de todo es mi favorita—rio— ¿y el plato misterioso es?

— Pastel de papas, considero que es mi especialidad.

— Suena bien, y además de que huele delicioso...

El destapo el tazón dejando ver la comida, mi boca se hacía agua. El olor era increíble. Empezó a servir poco a poco, y adorno con cilantro picado. Luego trajo dos vasos con hielo y sirvió la sangría. Este hombre parecía conocer mis gustos. El queso se mezclaba en mi boca con las papas. El cilantro añadía un toque único, creo que esto se había convertido en mi comida favorita. Terminamos de comer y regresamos al sofá donde nos encontrábamos sentados, claro que la botella de sangría nos acompañaba y de que los tragos se habían subido un poco a mi cabeza.

— Entonces... te tropezaste con Fred y derramaste la cerveza en su camisa—repitió el sin poder creerlo.

Aún recuerdo ese día, fue algo estúpido, pero hoy se convierte en una experiencia graciosa.

— Si... él se enojó, pero después de casi media hora me pidió el número de teléfono—reí.

— Que bella historia de amor, entre la princesita y Fred.

— Claro que no es bella, eso era un infierno—corregí.

Entre risas y relatos se hizo tarde, mire mi reloj y me asombre, iban a ser las doce, mientras que yo seguía encantada en aquellos ojos marrones. Pedí un taxi y en el transcurso de su llegada no hubo una palabra o algún comentario, era un silencio pero no se había convertido en algo incómodo. Al escuchar el sonido de la bocina del taxi, ambos nos levantamos. Mi torpeza se hizo presente. Resbale y caí en los brazos de aquel motociclista.

Everything that I need [ z.m.] #wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora