Primer libro de la Duología: Matrimonio Evans.
¿Qué pasa cuando firmas un contrato sin leerlo para que no te despidan? ¿Y qué ocurre si ese contrato consiste en que te casaste con tu Jefe? ¿Y qué pasa cuando tu jefe se convierte en tu marido?
Eso es...
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¿No puedo creer lo que ven mis ojos? ¿En verdad ese es mi Jefe?
Se encuentra profundamente dormido, boca entreabierta y camisa un poco desabrochada. Tiene un semblante tan relajado que hasta incluso lo hace ver más joven y por supuesto, mucho más guapo.
Se ve tan tierno, y sexy. Que apetecible.
¿Qué rayos Emily? Relaja tus hormonas.
En eso noto como se empieza a mover, creo que se está despertando y como no quiero que se de cuenta de que me estaba derritiendo por él, finjo que estoy revisando en mi celular.
Poco después escucho su fastidiosa voz. Me caí mejor dormido.
—¿Durmió bien señorita Western?
¿Acaso se estaba preocupando por mí? ¿le importó a mi jefe?
Ja, debe de estar drogado o todavía dormido. Quizás. Porque de ninguna otra manera se preocuparía por mi.
Con un movimiento de cabeza le digo que si, aunque no fuera cierto, que más daba, no creo que fuera a hacer algo al respecto.
—Eso espero, por qué todavía nos falta mucho por hacer y hoy va hacer un día muy atareado.
Genial, ya se me había hecho un gesto muy amable de su parte, su falsa preocupación.
Lo dije, era mucha preocupación de su parte para ser verdad.
Después el piloto anunció que ya aterrizaríamos, así que solté un suspiro de cansancio, llegando empezaría la tortura.
20 minutos después nos encontrábamos de camino hacia el hotel, un chofer del señor Evans nos había ido a recoger en el aeropuerto.
¿Acaso tenía un chofer en cualquier lugar al que fuera?
Por dios Emily, que pregunta más estúpida. Si el quisiera podría tener un chofer diferente cada día y en cualquier parte del mundo.
Aleje los pensamientos de mi mente con una sacudida, no tenían ninguna relevancia en este momento. Y mi pregunta había sido muy estúpida .
Llegando al hotel y después de que me entregara la llave de mi habitación, me fui directo a esta. Necesitaba un baño urgentemente.
Y además alistar todo para la reunión, está era la parte más pesada de ser la secretaria del jefe, pero tengo que admitir que tiene sus ventajas.
[...]
1 hora. Aburrida.
2 horas. Soportales.
Tres jodidas horas. Insufribles.
Tres jodidas horas eran las que llevaba sentada en esta reunión.
¿Que no se cansaba de hablar? O peor aún ¿qué no se aburrían?
