Restaban cinco cuadras para llegar a mi hogar, entonces recordé que tal vez toda la información estaría en aquella voz telefónica.
-Oye, no quieres pasar por casa? Digo, si necesitas algo de allí que no te hayas llevado aún.
-Si, supongo que han quedado muchas pertenencias, si no te molesta, pasemos.
-Genial.
Estacioné frente a su puerta y pensé cómo podría encontrar a aquel hombre. Era su vecino, supuestamente deberían ser linderos o de lo contrario viviría en la acera del frente. Me encaminé entonces hacia la segunda opción, cuando vi que Francisco ya estaba dentro. Toqué dos veces la puerta, dando pequeños golpecitos, al no encontrar el timbre. Hasta que un chico alto, rubio, de unos treinta años de edad, robusto y de ojos claros, abrió la puerta y me miró curioso.
-¿Si? - Exclamó.
-Hola, soy Brenda. ¿Vive aquí Dylan?
-¿Dylan? No lo creo linda, no sé a quien buscas, disculpa. -Tomó el pestillo de la puerta e intentó cerrarla, antes de que yo posicionara mi mano sobre ella y entorpeciera su acción.
-Necesito su ayuda, debe haber alguien con ese nombre por aquí. ¿Conoce a su vecino? ¿Francisco?
-Si, claro, el chico de enfrente.
-El mismo. Yo vengo con él y quiero encontrar a Dylan, ellos son muy amigos y hace tiempo no lo vemos por aquí.
-Si hablas del chico punk, se ubica en la propiedad lindera a la de tu amigo, a mano derecha. Allí lo encontrarás seguro.
-Gracias y disculpa las molestias causadas, ¿si?
Prácticamente corrí a esa dirección, sin mirar a los lados para cruzar la calle, ni nada que se le parezca, no tenía el tiempo suficiente, en cualquier momento Francisco saldría y se pondría muy nervioso si no me veía allí. Antes de tocar el timbre de la casa, la puerta se abrió y una voz desde el interior me dijo :
-Pasa, está abierto para ti. Brenda.
Me atemoricé al escuchar mi nombre, no entendía porque lo sabía pero recordé que en aquella llamada también conocía mi identidad, entonces seguro era él. Me adentré al lugar y vi a un chico con el cabello castaño y teñido de verde en las puntas, jeans rotos y aritos en cuántos orificios puedan hacerse en el rostro.
-Soy Dylan. Seguro me recuerdas, si no es así, disculpa. Solo voy a tu misma escuela, aunque no me reconozcas. ¿Vienes por él?
-Si, vengo por Francisco. Necesito ayuda, su padre está detenido y supongo que tú sabes algo al respecto, al menos aquel día pudiste decirme que rondaba por malos negocios. ¿Cómo lo sabías?
-Lo conozco a Louis desde siempre, eramos grandes amigos en la infancia y hace algunos años él dejo de hablarme, dejó de contarme sus cosas y sus aventuras, ya no me llamaba para salir a tomar un helado juntos ni para ir a bailar al mismo boliche de todos los fines de semana. De un momento a otro él cambió mucho conmigo, luego entendí que su padre era la razón de esa actitud. Comprendí que los ruidos y gritos que escuchaba desde mi dormitorio, no eran más que los suyos, su dolor cada tarde, cuando su padre lo golpeaba a mas no poder.
-¿Quién es Louis? - Lo miré intranquila, las peores ideas invadían mi mente, pero traté de evitarlas.
-A eso iba. Una tarde llegamos del colegio y él me dijo que ya no podía verme más, que su padre lo impedía. Y mencionó que desde ese día nunca más pronunciara su nombre, el iba a ser Francisco desde ese instante y para siempre. No tuvo una explicación para eso, solo dijo que su padre había recaído en lo mismo e hizo que todo sucediera de nuevo.
No pude contener mi enojo y mi desesperación al escuchar aquellas palabras. Francisco me había mentido, él era Louis, siempre lo había sido. Y aunque no entendía la razón de todo lo sucedido, una lágrima rodó mi mejilla izquierda y podía sentir como mi corazón se rompía y se hacía más débil cada segundo que pasaba.
-Por favor, dime que no es cierto. - Fue lo único que en ese momento se me ocurrió exclamar.
-Lamento decirte que es así. No te desilusiones de él, no tiene la culpa de nada, de verdad. Incluso me ha contado sobre ti. Al no poder comunicarnos, hace un año atrás inventamos un código, cada letra significaba un sonido diferente. La pared de mi habitación daba a la suya, así nos hemos comunicado desde entonces y algún que otro diálogo a escondidas.
-Simplemente no lo creo, no puedo creerlo. Disculpa pero no puedo. No entiendo como no me lo ha dicho. Le di toda mi confianza, él se hospeda en mi hogar desde hace mucho tiempo y jamás encontró el momento para decirme esta verdad. Si que me decepciona, y mucho.
-Necesita de tu ayuda, lo has dicho hace tan solo unos minutos atrás y debes brindársela. ¿Su padre no está aquí entonces?
-No. Lo han detenido por delitos varios.
-Iré contigo entonces, hablaremos los dos con él.
-Yo no quiero hablar con él, tú hazlo si es que quieres y puedes, no me metas a mi en esto. Seguro los dos estaban jugando conmigo desde siempre sin yo saberlo, estoy muy segura de que tu historia anterior es un fraude, ya deja de mentir Dylan. Nunca estuviste en mi escuela, no te conozco ni de vista siquiera. Maldito mentiroso.
Estaba decidida a irme de allí, en ese momento. Me di la vuelta y parado en el umbral de aquella puerta estaba Francisco (o Louis, en realidad). Me observaba, sin emoción alguna, simplemente me miraba.
Mi rostro repleto de lágrimas y mi alma sumida en la tristeza, era lo único que importaban. Mi cerebro no podía pensar en otra cosa que en el daño que me había causado él y su padre todo este tiempo, incluso Dylan, quien sabía todo acerca de mi vida y podría haberme contactado antes si tan gentil solía ser, para explicarme lo mismo que me había expresado ahora, o incluso podría haberlo dicho aquel día, en la llamada.
Fingí no haberlo visto y pasé a su lado evitándolo, hice oídos sordos a sus ''Ven aquí Brenda, yo te explicaré todo. '' Llegué en una corrida al coche, lo encendí y no miré hacia atrás, solo a mi costado izquierdo donde se encontraba el chico rubio con el que había hablado, me miraba por su ventana, corriendo las cortinas.
-Brenda, te amo, por favor, ven. -Estaba acercándose a mi auto y lo único que podía decir era esa frase, una y otra vez. Pero no la oí, fue la primera vez que no le di importancia a sus ''te amo'' que tan bellos fueron para mí.
Aceleré y conduje hasta mi casa, mis manos temblaban al volante y la vista era difusa. Cuando al llegar me di cuenta que no era en ese lugar donde quería estar. No allí, en donde tres personas me preguntarían que me estaba ocurriendo, no lo necesitaba. Volví a encender el motor y me dirigí hacia el café más cercano y allí estacioné.
Me ubiqué en una de las mesas que daban la vista hacia la avenida, y aún con lágrimas en los ojos, aún temblando de miedo, rabia y tristeza, pedí un capuccino, aunque sabía que seguramente no lo tomaría. Mi estómago, mi corazón, mi ser entero, estaba completamente cerrado, peligrosamente inundado de furia por aquella situación.
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Libérame (Completa, en fase de edición)
RomanceElla es una chica solitaria. Él es nuevo en el instituto y en el vecindario. Parece un chico sumamente normal, pero está atado con las crueles situaciones de su pasado. Solo Brenda logra darse cuenta de que Francisco no está pasando por un buen mome...