29.Tormenta.

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Mis pensamientos se difuminaron  junto a esa lluvia torrencial que acababa   de comenzar. El color del cielo se tornó a gris oscuro y los relámpagos no paraban de sonar, ojalá alguno de ellos hubiese caído sobre mi en ese instante estallando sobre mi cabeza. Pero  no ocurrió.

Aquella situación era una especie de muerte interna.  No  recordaba  haber derramado tantas lágrimas desde aquel día en que recibí la noticia de que mi única y mejor amiga no pudo sobrevivir a su enfermedad. Ese día mi corazón se rompió en mil pedazos, realmente estaba roto, jamás la olvidaré a ella. Ahora Francisco también estaba muerto, se había ido, ya no era él a quien buscaba ni a quien  amaba.

Es que ¿Cómo puedes amar a un hombre que mintió sobre su identidad  todo el tiempo que creyó necesario? Lo disimulaba tan bien que nadie logró darse cuenta de la situación , nadie advirtió ni siquiera un  simple rasgo de esa calumnia.    

- Disculpe. ¿Desea algo más aparte del café? - Exclamó la mesera, una chica de piel morena, cabello lacio y ojos verde esmeralda. La observé por unos segundos, mientras analizaba su sonrisa al tomar el pedido  y me percato de que ella, con su trabajo, era mil veces más feliz que yo. 

- Te agradezco mucho, pero es todo por hoy. Por casualidad ¿Sabes donde ubicar el baño de damas? 

-Claro, por este pasillo a la derecha, luego de la segunda puerta. 

Ella seguía sonriendo. Dejé la propina en mi mesa y me encaminé hacia el baño.

Una vez allí, me paré frente al espejo situado sobre los lavamanos y me reconocí a mi misma, acaricié mi propio rostro y curvé mis cejas, observé mis ojeras pronunciadas producto del llanto incesante que había mantenido toda la tarde. Recordé no haber probado una gota de aquel café. 

Y ya pasados los cinco minutos de auto-reconocimiento exhalé todo el aire que pude aportar a mis pulmones, contuve las lágrimas que otra vez querían aflorar, al recordar todo lo pasado. Abrí el cierre de mi bolso y extraje lo básico que siempre llevaba allí de maquillaje. Delinee el contorno de mis ojos, pronuncié con máscara mis pestañas y utilicé mi labial favorito, matte magenta. 

Volví a observar mi reflejo, arreglé el cuello de mi camiseta y atravesé el bar café, tratando de llegar a mi coche lo más rápido posible. Ya posicionada en el volante,  respiré hondo y arranqué el motor. Conducía hacia el único lugar al que podría ir, mi hogar.  

- ¡Brenda! - Exclamó mamá apenas crucé el umbral de la puerta.   

-Mami - Fue todo lo que se me ocurrió responder. 

Y ella me abrazó tan fuerte que las penas de mi alma lograron un punto de serenidad y calma. Quería sentirme protegida, cual cachorro recién nacido en el seno de su madre, porque allí me sentía en  paz absoluta.  

-¿Dónde estabas mi niña?  No respondiste a mis llamados por mucho tiempo, realmente estábamos muy preocupados por tu paradero. Llegamos a pensar lo peor , pero aquí estás de nuevo. 

- Fue solo un pedido de ayuda al que tuve que socorrer, pero ya he llegado y no volveré a irme tanto tiempo. De verdad, no era mi intención preocuparles, lo sabes mami. Pero por otro lado tampoco quería inmiscuirlos en esto, créeme que pensé bien en no hacerlo. No puedes imaginar la situación. 

-¿Qué ha pasado allí fuera? Dime  todo lo que creas necesario. 

-En muy pocas palabras, las personas no son  lo que creemos y Francisco no es la excepción a la regla. Es todo lo que debes saber. 

- No logro comprender, linda ¿Pasó algo fuera de lo normal que haya cambiado la relación que tenían? 

- Simplemente me mintió de todas las maneras que pudo. 

- Seguro existe una explicación a lo que sea que ocurrió. Él te quiere mucho y los sentimientos de un ser humano no suelen cambiar de un día para el otro. 

- Los míos cambian mamá y lo han hecho respecto a esta relación, ya  no quiero volver a verlo, él ha roto mi corazón de todas las formas posibles. Pasé toda la tarde de hoy reflexionando sobre este tema. Compré un café que no consumí y me sumí en mis pensamientos por más de tres horas, hasta que se desató la tormenta. Realmente, nada me hará cambiar de opinión.

- Sube si quieres, no te molestaré, puedes quedarte en tu recamara el tiempo necesario, pero llámame si necesitas cariños de madre. -Besó mi frente y volvió a la cocina, donde pude ver que estaba cocinando algunas verduras antes de que yo apareciera por aquella puerta. 

Subí las escaleras, entré a mi habitación y observé por la ventana como las gotas jugaban aquella carrera interminable sobre el cristal. No pude evitar recordar aquella tarde, una de nuestras primeras tardes juntos, cuando Francisco me abrazaba mientras mirábamos la lluvia caer y tuvimos aquella charla sobre los ángeles guardianes. 

Sin duda lo extrañaba, pero hay simples cosas que no tienen  perdón  y jugar con el corazón de alguien sin pedirle permiso, es una de ellas. 

Libérame (Completa, en fase de edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora