-Pequeña, Francisco ha llamado nuevamente, creo que es tiempo de hablar de una vez por todas.
Mi madre estaba a los pies de la cama, cubriendo el micrófono del teléfono y mirándome como si fuera una extraña. Me había despertado hacía cuestión de tres horas y me mantuve en la misma posición fetal, observando .la lluvia correr por mi ventana por sexto día consecutivo.
Aquel temporal no había cesado y Francisco tampoco cesaba, bueno a decir verdad Louis era quien no paraba de querer contactarme, pero no iba a lograrlo de ninguna forma. Era el séptimo día que llamaba y esperaba a que se cansara.
-No insistas mamá, no hablaré con él, por más que quieras.
Ella colgó el teléfono y me miró, se sentó junto a mí y acarició mi cabello con sus ojos vidriosos y melancólicos.
-No hagas esto, puedes lastimarte mucho. Si lo que intentas es hacerlo sentir culpable de alguna cosa puedo decirte que ya lo has hecho. También fui adolescente, pasé por cosas y perdí a muchas personas por hacerle creer al mundo que era fuerte, por culpa del orgullo.
-Yo no estoy siendo para nada orgullosa, estoy defendiéndome, estoy cubriéndome de posibles ataques. Ya no quiero que me lastimen, lo amaba e intenté hacer todo por él y así me ha devuelto cada favor.
-Solo quiero que estés bien Bren. ¿Piensas que no recuerdo la felicidad que invadía esa carita cada vez que lo veías? ¿Crees que olvido la vez que llegué a casa y me lo presentaste como un simple amigo?
Recordaba todo con claridad pero quisiera poder borrarlo de mi mente.
-Ya para, deja todo eso atrás como yo lo he dejado. Existió todo aquello, pero no volverá, no vamos a volver a verlo jamás, no creo que le den las agallas para pasar de la línea telefónica. Y yo no pienso moverme en su búsqueda como la idiota que fui.
-Es cruel que hables así de ti misma, no lo sé, las cosas se solucionan de otra forma...
-¿A caso existe otra manera que no sea evitarlo?
-Miles de opciones, infinitas.
En ese momento sentí las corridas de Mati por el pasillo y a los dos segundos pude ver su cara asomándose por mi habitación.
-Hola mi saltamontes, ven aquí.
-Te he extrañado mucho todo el tiempo, preguntaba por ti al levantarme y luego al acostarme y no aparecías aún.
-Pero aquí estoy ahora y no volveré a irme, disculpa por eso. ¿Si?
-Disculpas aceptadas, me alegro de que hayas vuelto.
Sonreí tiernamente, él era todo lo que me hacía bien en ese instante, su cara dulce bañada en inocencia y su risa tan pura era lo que necesitaba en ese momento. Me abrazó y sostuve su cabeza en mi pecho. Besé su dulce frente y volví mi mirada hacia mamá.
-Son tan hermosos juntos. –Sonrió y con el dorso de su mano izquierda se limpió una de las lágrimas que se le habían escabullido.
-Siento ruidos en el piso de abajo Bren, como si alguien gritara, pero tengo miedo de qué pueda ser.
-Tranquilo iré a fijarme. ¿Sí?
-Pero iré contigo, recuerda que soy un superhéroe y debo salvar al mundo.
-Quédate con mamá, no tardaré.
Al momento que descendía las escaleras, escuché un estruendo propio de cualquier tormenta eléctrica y por la ventana pude ver como uno de los árboles de nuestros vecinos caía sobre la calle. Las ramas chocaban contra los vidrios, las personas asustadas por el temporal corrían a asegurar sus puertas y ventanas.
Seguido a ello, sentí un grito que provenía del frente y sin pensarlo abrí la puerta y salí.
Allí estaba él, parado, exhausto, totalmente humedecido, impregnado de aquel temporal. La lluvia seguía cayendo sobre él y no se movía de ese lugar.
Solo me miraba y yo no podía responderle nada, no encontraba palabras adecuadas para establecer una conversación. Me sentía conmovida y a la vez totalmente enfurecida. Quería abrazarlo y perdonarle todas sus equivocaciones pero a la vez me invadía una necesidad de tomarlo del cuello y asfixiarlo. Era tanta mi furia interna, era tan fuerte el dolor y a la vez el amor que tenía por ese hombre, podría pasar mi vida entera con él, olvidando todo lo ocurrido. Todo seguía igual, ninguno de los dos daba el primer paso.
-Brenda, te lo pido, escúchame. Solo necesito un momento a solas, poder arreglar...
Pude ver como el coche conducía hacia nosotros, creí que era un error, que seguiría por la carretera principal, pero no fue así. Era un Audi R8 color negro, subió a la vereda y envistió a Francisco, para luego dar marcha atrás y largarse del lugar.
Solo atiné a gritar con todas mis fuerzas y pedir auxilio a cualquier ser en la tierra que me escuchara. Me desesperaba, me moría lentamente con su cuerpo entre mis brazos y no podía entender cómo podía estar pasando.
-¡Mamá! ¡Mamá, ayúdame, mamá!
Fue todo lo que se me ocurrió, ella me ayudaría, ella estaba allí. Tomé mi celular y llamé al 911 desesperada y confundida aún.
-¡Estoy con una persona herida, por favor, vengan lo antes posible, tengo mucho miedo, ayúdenme!
Y colgué sin más.
-Francisco, por favor, mi ángel no me dejes. ¿Puedes oírme?
Él sonrió como pudo, en señal de que estaba allí conmigo, de que no se había ido.
-Escúchame, te perdono por cada cosa que has hecho en el pasado, pero no me dejes sola, prometiste nunca hacerlo, no me dejes aquí. Ya vendrá una ambulancia y te mantendré a salvo, no me separaré de ti nunca.
Besé su frente una y otra vez, mientras mis lágrimas incesantes cubrían su piel. Sus ojos se mantenían ocultos, pero sabía que me escuchaba y que estaba allí conmigo. Su corazón latía aún, podía sentirlo en sintonía con el mío.
-¿Quién pudo hacerte esto? ¿Sabes quien fue?
-Fue él. – Dijo.
-¿Quién es él Francisco? ¡Quién es él! –Grité como una loca desquiciada.
-¿Hija, que ocurre aquí? Oh no, déjame a mí, ven adentro con tu hermano, llama a una ambulancia.
-¡Ya lo he hecho maldita sea! ¡Llamé a la policía, alguien quiso atropellarlo directamente, esto no fue un accidente mamá! No me iré de aquí, vete tú si quieres.
-Tranquila Brenda, tranquila. ¿Pudiste ver quien fue la persona? ¿Él está bien?
Me largué a llorar desconsoladamente, como si nunca lo hubiese hecho, estaba totalmente descontrolada y no entendía la situación, solo abrazaba al amor de mi vida, lo mantenía sobre mi pecho y acariciaba su rostro, esperando que la maldita ambulancia se dignara a aparecer.
Pude notar a lo lejos el reflejo de las luces rojas y azules, la policía estaba cerca. Sentí un par de sirenas y todos esos segundos me parecían horas, él se estaba desvaneciendo. Tenía un corte en la frente y otro más profundo en el abdomen, podía notar como se estaba despidiendo de mí.
Perdí la noción del tiempo y del espacio, todo parecía ser un sueño, los paramédicos bajaban una camilla a la vez que los policías descendían de las patrullas hacia nosotros. Era imposible ver nítidamente, no lo lograba, estaba confundida, mareada, ya no entendía cuál era la situación.
Lo único que sabía era que estaba allí con él y debía salvarlo de esa persona que deseaba hacerle daño.
Lo apreté contra mi pecho mucho más fuerte de lo que ya lo había hecho y miré a mi madre que estaba junto a mí, tratando de separarme de él para que pudieran llevárselo.
-¡Debo salvarlo mamá, yo soy quien debe liberarlo!
Lo miré y lo besé repetidas veces, él abrió sus ojos y me observó para emitir sus últimas palabras antes de que lo alejaran de mí, antes de que me lo arrebataran y yo saliera corriendo hacia la ambulancia.
-Libérame mi ángel. Libérame.
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Libérame (Completa, en fase de edición)
RomansaElla es una chica solitaria. Él es nuevo en el instituto y en el vecindario. Parece un chico sumamente normal, pero está atado con las crueles situaciones de su pasado. Solo Brenda logra darse cuenta de que Francisco no está pasando por un buen mome...