16. Bestia.

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- ¿Dónde te habías metido? -Se escucha una fuerte voz, agresiva y controladora.

- ¿Ahora te preocupa mi paradero?

- Debo comportarme como un padre, ya que tu madre no está y tampoco regresará si es lo que deseas.

- No necesito alguien que cuide de mi. No soy un niño.

- ¡Dime con quien estabas! 

- ¡No te incumbe! Basta.

Luego de sus palabras, un fuerte golpe resonó y no se si fue por instinto, pero bajé las escaleras y lo ví. Se encontraba tendido en el piso, mientras él lo observaba. 

- ¡Qué ha hecho! -Grito enfurecida. 

- ¿Y tú quien eres? -Me analiza con su mirada.

- Una amiga. -Dice intentando incorporarse, con una de sus manos sosteniendo su mandíbula y otra sobre una de sus costillas. 

- ¿Estás bien? -Pregunté acariciando su rostro. Cuando se lo descubrió, su boca estaba completamente rota o por lo menos, eso aparentaba. Me impresiona la cantidad de sangre que emana de su piel.  Este hombre es una bestia. 

- Vete Brenda.

- No voy a dejarte aquí solo. ¿Estás loco? 

- Hazme caso, toma tus cosas y vete. 

- Ahora resulta que cualquier zorra entra en mi propiedad sin que lo sepa. ¿En qué estás pensando, idiota? 

- No es una zorra. Yo la conozco y la quiero. 

- ¿Te pregunté si la querías? No me interesa lo que sientas. 

- ¡Ya es suficiente papá! Duelen más tus palabras que cualquiera de tus golpes. Golpéame, mátame, pero ya deja de pronunciar esas frases. Cierra tu boca.

- Nadie me dice lo que hago o dejo de hacer. Menos tú. 

Bajé las escaleras mientras ellos seguían discutiendo. 

- ¡Vete Brenda! -Emitió de repente sin un mínimo de delicadeza. Acto seguido, cubrió su rostro con las manos y se largó a llorar mientras su padre me hacía señas, de que me retirara. 

- Usted no tiene derecho a hacerle esto. -Respondí ante sus gestos.

- ¿Quieres ver como si lo tengo? -Levantó la mano derecha con furia, directo a su cuerpo. 

- ¡Déjelo! Ya déjelo en paz. -Me acerqué y tomé su mano con fuerza. Él me lanzó hacia el piso con furia,  gritando todas las groserías que se le ocurrían en el momento.

- Por favor Brenda, ve a casa, tu ayuda es mínima, no puedes hacer nada. Vete. 

-Te llamaré. -Indignada por completo, crucé aquella puerta y con ese cargo de consciencia. 

No pude hacer nada por él, todo era en vano. Él tiene más derecho por ser quien es, no podía controlarlo así de fácil. No comprendía el porqué de los gritos y la furia, los malos tratos, los golpes, incluso las crueles respuestas que emitía su asquerosa boca. 

Tal vez yo era la culpable, fui quien lo hospedó, quien lo mantuvo lejos de su hogar. La imagen de su vulnerable cuerpo sobre el suelo, no se me quita tan fácil de la mente.



Libérame (Completa, en fase de edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora