7.Aceptado.

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-¡Brenda! -La voz del pequeño resuena por la casa. Corrí hasta donde estaba, pensando que algo malo ocurría.

-Aquí estoy Mati. ¿Que pasa?

-Hay un chico saliendo del baño, no se quien es, me da miedo. Mira si nos roba o algo.

-No, no, es el chico del que te hablé. Es muy bueno y le gustan los deportes como a tí -Sonrío y lo tomo en brazos.

-¿Me gustan los deportes? ¿En serio? -Dice Francisco asomándose por la puerta. -Hola Matias, soy Francisco, puedes decirme Fran, como tu hermana. Y si, me gustan los deportes.

Mantuvo su sonrisa tan pura como siempre, mientras Mati lo admiraba, intentando conocerlo.

-¿Los Lakers? - Le pregunta. Mientras él ve todos los posters de su cuarto, repleto de aquel equipo.

-Claro ¿A quien no le agradan Los Lakers? - Mati sonreía al ver que coincidían en algo y ya no tenía miedo como hacía unos minutos, estaba totalmente entusiasmado. Seguramente ya lo consideraba un mejor amigo.

-Mami está por llegar ponte bonito para ella.

-¿Más bonito?- Francisco y su manera de comentar cada conversación.

-No se lo digas, luego lo creerá. Vamos -Tomo su mano y lo llevo hacia la cocina.

-¿Siempre se viste solo?

-A veces, es que ya no le gusta que lo hagan por él. Se cree grande aunque es un niño aún.

-Cuando era pequeño, mi madre seleccionaba las camisetas y me obligaba a ponerme una distinta cada día. Eran siempre las que menos me gustaban, pero eso la hacía feliz. Me vestía como ella quería.

Contó mientras se sentó en un sillón frente al televisor. Yo me coloqué junto a él y tome el control de la TV para cambiar de canal, solo por sentir que estaba haciendo algo. 

-Ella me vistió hasta mis siete años. Y no supe atarme los cordones hasta los ocho o nueve. 

-Las mujeres son más mimadas que los hombres ¿No es así?

-Yo noto todo lo contrario. Pasa más tiempo con él que conmigo cuando está en casa.

-Puede ser por la edad... Eso supongo.

-¿Puedes ayudarme con las bolsas? -Me distrae una voz desde la puerta, es mi mamá.

-Quedate aquí, vuelvo en segundos.

-Correcto - Dice riendo, como si la situación no lo pusiera nervioso, sino que le resultaba sumamente graciosa, cual una nueva aventura. 

-¿Tienes más en el auto?- Pregunto mientras tomo los pequeños paquetes de su mano.

-Si, pero toma estas y déjalas, son pocas las que quedan.

-¡Mamáaáá¡Mami! -Mi hermano ya corre detrás de ella, apenas sintió su voz.

-Hola cariño, te he extrañado muchísimo. -Lo levantó en sus brazos haciéndole dar giros en el aire.

-¿Sabes una cosa?

-¿Qué cosa bebé?

-Bren tiene un amigo, está en casa y debes conocerlo. Es genial, le gustan los Lakers como a mi y es muy bueno.

¿Porque los niños no cerrarán su boca a veces? Se suponía que yo me las arreglaría para dar la noticia. Digo, me correspondía hablar, para que el encubrimiento no quedara tan evidente. 

-¿Es eso cierto cariño?

-Si, él tiene problemas en su casa y muy amablemente me pidió quedarse unos días.

-Podrías haberme consultado Bren.

-Acaba de llegar, no lo sabía.

-Bien, no hay problema alguno, puede quedarse el tiempo que desee.

¿No hay problema? ¿Eso dijo? Me resisto a creer lo que mis oídos escuchan. Está aceptando a Francisco en casa, sin apenas conocerlo. Increíble. Creo que me han cambiado a la madre que conocía. 

-Muchas gracias mamá. Necesita mucho de nuestra ayuda. No tiene mamá y su padre, no parece serlo...

-Tú siempre tan buena querida. Sabía que llegaría el día en que un chico visitaría nuestra casa.

-Espera, no somos pareja. Somos amigos.

-La típica frase de ''Somos amigos'' que se destruye en el pasar de los días, los meses...

-No mamá. 

Le respondí enojada porque siempre ocurría lo mismo, era usual que se me cuestionara acerca de cuándo iba a tener una pareja. Como si lo único que hiciera feliz a una persona fuese estar enamorada de alguien, tal vez es así, pero no lo sé hasta el momento. Por un lado la entiendo, mi padre formó parte de su  alegría por mucho tiempo y ella siempre cuenta que nunca fue tan feliz como con él, hasta que todo terminó y al tiempo conoció a Nicholas. 

Ella acarició mi mejilla y sonrió.

-Algún día pasará chiquita. No estarás sola toda tu vida. - Baja a Mati de los brazos y toma unos paquetes.

-Ven mami, te lo enseñaré.

Debería ser yo quien los presente pero creo que él se encarga mejor de eso. Para los niños son tan fáciles algunas cosas que a los adultos nos cuestan tanto, no debería siquiera pensar un segundo antes de presentarle a Francisco y sin embargo en mi cabeza dan vueltas tantas ideas y se formulan tantas frases que se me hace imposible elegir una. Y allí va Mati, con sus pocos años de vida, solucionando la mía. 

Libérame (Completa, en fase de edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora