8.Cursi.

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-Así que Francisco, lindo nombre muchacho. -Dijo mamá al saludarlo.

-Gracias señora, creo que mi mamá tenía buen gusto entonces.

-Marie para ti -Dice sonriendo

- ¿La ayudo con los bolsos?

-Si eres tan amable... Gracias

Ya pasa casi una hora, ella está frente al sartén, friendo las papas congeladas, que seguramente acompañaremos con hamburguesas, supongo.  Los tres nos ubicamos en el sillón, con lays y coca cola, mirando Monsters Inc. Ya no cuento las veces que oí el nombre de Mike Wazowski, ese adorable monstruo verde, tan raro y lindo a la vez. A Mati le encanta esa película la ha visto mil veces y yo la he visto unas milésimas más que Mati. 

Luego de comer y terminar de ver la película, ya es hora de dormir y soñar con monstruos parlantes o simplemente no soñar.

-Me acomodaré en el suelo, puedes dormir en la cama- Digo mientras extiendo mantas y las ubico una sobre la otra.

-No es necesario, es tu cama, te pertenece, yo dormiré aquí. - Se sentó en el suelo y sonrió.

-En serio que no me influye en absoluto. -Le sonreí y me cubrí hasta el cuello. - Si necesitas almohadas avisame.

-Claro, gracias por todo Bren.- Me dedica una pequeña sonrisa - Buenas noches

-Igual para tí, cualquier cosa me llamas.

Son las 7:00 am mi despertador ya comienza a sonar. Francisco se despierta de un pequeño salto y me mira.

-¿Que hora es?

-Las 7:00 en punto, hora de levantarse. - Respondo riendo.

-Perfecto. - Se tendió en mi cama y cerró los ojos.

-Oh, vamos Fran, no querrás faltar al liceo en tus primeros días.

-En realidad, no estaría mal. - Sonrió sin abrir los ojos.

Comencé a hacerle cosquillas y él no paraba de reír y pedirme que lo deje en paz. Tiene una melodía única en su risa, he escuchado muchas en mi vida, pero ninguna tan dulce como esta. 

-No te dejaré hasta que te levantes, llegaremos tarde, lo digo en serio.

-Basta Bren. - Dijo con su voz entrecortada a causa de la risa. - Iré, iré.

Lo destapo rápidamente y corro hacia el baño. Cuando termino de lavar mis dientes, vestirme y refrescar mi rostro vuelvo a la habitación. Se había vuelto a dormir mientras se vestía, seguramente, porque no tenía puesta la camiseta.

-No es un juego Francisco, vamos, despierta. - Digo mientras lo sacudo para incomodarlo.

-Te atrapé-  Posicionó sus brazos alrededor de mi cintura y me acercó a él.  - Creo que ninguno de los dos irá ahora.

Su rostro quedó a centimetros del mío. No podía contener mi respiración por más tiempo, mis pulsaciones comenzaron a acelerarse, al ver tan cerca sus ojos, tan brillosos como dos pequeños luceros. Y sus labios, me desafiaban a quedarme junto a él.

-¿Qué pasa? - Agrega sin la mínima intención de soltarme.- Pareces asustada, dejame decirte que no te haré daño.

-Estoy segura de eso, si quisieras asesinarme, tuviste un día para lograrlo.

Él me sonríe, me suelta y se sienta a mi lado.

-¿En serio tienes ganas de ir al colegio?

-Bueno, si fuera por mi en todo lo que me resta de vida no volvería a pisar ese lugar. Puedes perder el año por faltas y no es la proyección que tengo para el futuro. - Respondo observándolo. 

-Solo una falta, hoy y nada más.

-No insistas, porque no tardarás en convencerme.

-A cambio de horas interminables en este cuarto, con una tarde de películas y música. Vamos, acepta Bren, se que quieres.

-¿The Notebook, One Day o el clásico de Titanic?

-Demasiado cursi, prefiero la saga de Crepúsculo entera. Aunque me convence The Notebook.

-Así se habla linda.

-Eres un mal alumno que me guiará por la senda oscura. - Me senté con las piernas cruzadas y sonreí. - Solo por hoy.

-Tú eres una buena alumna que por lo visto ya leyó los pasajes marcados de la Divina Comedia, mientras yo me entretenía con vaya a saber qué. 

-¿En serio? Me atrevo a confirmar que no has abierto siquiera ese libro, porque la metáfora de la senda oscura creo que se ubica en la primer línea del primer capítulo, es decir, la primer hoja. 

-Me atrapaste, sabelotodo. 

-Debe ser difícil concentrarse en el estudio, llevando una vida como la que llevas. Digo, por todo lo que me contaste, ya sabes...

-Si, la mayoría de las veces le resto importancia, ya es una rutina con la que me he acostumbrado a lidiar. 

-Perdón no quería volver al tema, solo...No lo sé, pasó por mi mente ese recuerdo de nuestra charla, discúlpame, soy tan bruta a veces.

-¿A veces? 

Se rió y me besó en la mejilla, como haciéndome pensar que no le había importado el tema que tan distraídamente traje a colación. Comenzó a doblar las frazadas que había utilizado para dormir en el suelo y las ubicó en uno de los muebles de la habitación. 

-Esta bien si las dejo acá, supongo. 

-Bárbaro, nada más por decir. Además de divertido eres ama de llaves también. Creo que me sirve que te hospedes aquí. 

-Estás buscando que me sienta ofendido y me vaya, pero como no tengo a donde caer fuera de aquí, has fallado querida Brenda. 

-Para nada, no me parece una ofensa, es un trabajo digno. El ama de llaves que teníamos cuando era pequeña se convirtió en mi segunda mamá, hasta que se fue. Siempre me ayudaba con las tareas de la escuela, me vestía y calzaba, mientras mis padres trabajaban. No quería que sonara de esa forma, era solo una expresión. 

-¿Siempre justificas tanto lo que dices? Pareces un diccionario de esos que tienen varios asteriscos y aclaran en el pie de página cada cosa. Ya calla. 

Reí al verme comparada con un libro de textos y me incliné hacia él, lo señalé con el dedo índice y acaricié la punta de su nariz. 

-Más cuidado con esas palabras, invitado. Te espero abajo. 



Libérame (Completa, en fase de edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora