Te quiero de vuelta junto a mí [SL 2] TERMINADA.

Capítulo 1| Editado.

Franchesca.

—Gia, tienes que comer —me habló Matt.

—No puedo, no tengo hambre —dije muy despacio.

Me siento mal, lloro todas las noches, no quiero salir ni comer. A mis hijos casi ni los veo, no sé si pueda decirles que por mi culpa mataron a su papá, porque por más que no me lo digan, sé que tengo la culpa. ¿De qué o cómo? No lo sé.

—Tus hijos te necesitan, joder —dejó la comida en el escritorio y me abrazó. Comencé a llorar.

—Ya no puedo más, Matthew. Alex se murió, y aún no entiendo cómo. Todo es confuso y... y...

—Lo sé —me acarició la espalda—. Franco y Saul están viajando para aquí.

—¿Ya lo saben...?

—Sí y está furioso.

—¿Sabes? Tengo esa cosa en el pecho que me dice que Alex está vivo. Sé que pasaron meses pero es...

—Mamá —susurraron dos tiernas vocesitas. Eran mis hijos.

—Mis cachorros vengan —al llegar a mí, los abrazo fuertemente volviendo a llorar.

Sé que, si ellos no estaban, yo estaría muerta.

—Mami, te extrañamos —dijo Ian mientras tocaba mi cabello.

—Yo también, bebé —beso sus mejillas.

—¿Dónde está Papi? —dijo está vez Oseías.

—Vete, Matthew —me miró con lástima—. No me mires así —digo entre dientes.

—Lo siento —una vez que ya sale, tomo aire y comienzo.

—Bebés, cuando una persona nace, así como ustedes y como yo, viven la vida hasta un cierto punto, esto es difícil, su... su padre... él está en el cielo, ¿saben? Con las estrellas cuidandonos desde allí a sus hermanas y a ustedes —me miraron confundidos. No sirvo—. Esto tiene reglas —nos señalo—. En la vida de un ser humano, siempre estarán los problemas, amores, pruebas, sufrimientos, desamores, secretos y mucho, mucho dolor como también la muerte, pero es parte de la vida, es común y normal. Cuando una persona ya no está, sientes que nada va a ser lo mismo, aunque es así, la extrañas, llorarás mucho, pero esa persona, esté  donde esté, siempre estará junto a ti, guiándote por el buen camino. Por más que no esté aquí junto a nosotros en la tierra, está vivo en nuestros corazones. Estaré con ustedes hasta el final y último aliento de mi vida, cuando ya esté con el cabello blanco y manos arrugadas.  No hay que ocultarse y cerrarse por siempre al sufrimiento, es aún peor.

—Entonces, ¿Papá murió? —se le llenaron los ojos de lágrimas a los dos.

—Si, amor —susurré débilmente—. Lo siento mucho.

—No, no, ¡no! —gritó Ian—. ¡Papá no puede morir!

Me volvieron a abrazar con más fuerza.

Que haría yo sin ellos.

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—¡Me importa una gran mierda lo que piensen ustedes! No quiero a un maldito y asqueroso vampiro en mis territorios. Se les dará un lugar para ellos, estarán bajo mi poder pero en mis tierras no entran —todos en la sala estaban temblando. Los alphas me miraban confusos.

—¿Y tus hijas? —preguntó Darren.

—¿Estás idiota? —acerque mi cara con la de él—. ¡Mis hijas estarán conmigo, ella solas serán las únicas vampiras que estén aquí. Se acabó la junta, retirense.

—¿Estás loca? —entró Matthew y Caleb.

—Su raza mató a mi mate, su raza hizo que mi primer compañero me engañara. Me trajeron demasiados problemas. No los estoy dejando varados.

—Gia —me miró con lastima—. ¿Qué te ocurrió?

—Siempre fui así, y lo sabes.

Negó con la cabeza.

—No. Habías cambiado.

—Eso es pasado —salí de la sala de juntas y me dirijo hacia la escuela. Ambos corrieron a mi lado.

—¿Cómo están los guerreros?

—Bien, intensificaron un poco su entrenamiento —contestó Caleb.

—¿Y los Omegas? —busco con la mirada a mis hijos.

—No están nada mal. La última vez que pidieron algo fue hace un día, cuando los visitaste.

—¡Mamá! —gritaron los mellizos.

—¡Campeones! —beso sus mejillas. Ambos están altos y fuertes para tener nueve años.

—¿Vamos a casa? —preguntó Ian.

—Claro, vayan a buscar a Ema y a Sar —le revuelvo el cabello negro.

—¿Cómo estás, hermosa? —dijo una voz a mis espaldas.

—¿Cuántas veces tengo que repetirte que no me digas así, Darren el apestoso? —me miró ofendido.

—Oye, yo no soy apestoso. Acercate un poco y huele mi precioso cuello.

—No, a ver si no sale un gusano.

—Algún día te besaré.

—Y yo algún día te castraré.

Tapó sus partes.

O claro que lo haré.