Capítulo 18| Editado.

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Comienzo a abrir los ojos lentamente. La luz del sol me hace cerrarlos nuevamente.

Hay unos médicos y enfermeros viéndome.

—¿Se encuentra bien, Alfa? —me pregunta el más anciano.

—¿Alfa?

Se me quedan viendo sorprendidos.

—Oh, lo siento. Si me siento bien pero algo a dolorida en las piernas.

—Que susto —llevó una mano a su corazón—. Le diremos al beta de que puede pasar. Se quedará unos días en observación.

—Bien.

Matthew.

—Puede pasar a verla —dice uno de los médicos. Todos nos paramos.

—Iré yo —anuncio. Asienten a regañadientes pero obedecen.

Camino seguro hacia la puerta y cuando la abro asomo la cabeza.

—Hola —saludo. Me queda viendo seria, sin embargo no contesta—. Que bueno que estés bien.

—Si —dice distraída.

Por primera vez se forma un silencio incomodo en ambos.

—Emmmh, iré a llamar a los demás.

Cuando estoy por abrir la puerta me detiene.

—No quiero ver a nadie —dice fría.

Me quedo asombrado, por favor no de nuevo.

—¿Qué? —susurro volteandome a verla.

—Que tú no llamarás a nadie —dice enojada, tensa—. Quiero estar sola.

—¿Qué te sucede? —no contestó. Aprieto los puños con fuerza—. Gia, son tu familia, quieren verte...

—¡No me importa! Sólo quiero estar sola, sufrir sola.

La miro con lastima.

—Pero Gia...

—¡No me llames así! —sus ojos estaban aguados—. Desde ahora todo será como antes te dirijiras a mí como tu Alfa y no como tu mejor amiga hasta que yo te diga.

Dirigió su mirada hacia la ventana. Era un día bonito.

—Siento lo de C... —me interrumpió.

—No digas su nombre —dijo entre dientes.

—¡Eres una inmadura! Estúpida, imbécil y tarada. ¿Crees que solo tú estás sufriendo? ¡Pues fíjate que no! Tus hijos no tienen la culpa de lo que suceda.

—¡Y quien dijo que no hablaré con mis hijos! —sus ojos se tornaron amarillos—. Avisale a todos que las reglas cambiaran en la manada. Todo será como antes.

—¡No podemos retroceder de nuevo, Gia! —me acerco a ella—. Cambiaste, te hiciste mejor persona. No cometas un error. Caleb no estaría orgulloso de ti.

—¡Cierra tu puta boca! —comenzó a llorar al igual que yo. La abrazo fuertemente sin importar los golpes que me dan. De repente para con aquellos manotazos y me corresponde el abrazo—. ¿Por qué Matthew? ¿Por qué Caleb?

—No lo sé.

—Lo extraño mucho —solloza más fuerte—. Me siento culpable. Él me amaba, Matt, y yo no pude hacerlo feliz aunque sea por otro lado.

—No tienes la culpa —peino su pelo.

—Claro que la tengo. Alex tenía razón —tapa su cara.

—Quizás pero Alex no recuerda lo que vivió contigo. Lo que realmente sucedió con ustedes y esas zorras. Estuve hablando con él y me dijo que cuando despertó su madre le...

—No quiero saber nada —me interrumpe—, no ahora.

—¿Qué sucederá ahora?

—Lo que tendría que haber echo hace años antes de juntarme con Alexander.

—¿Hablas de...?

—Eso mismo. Ya es hora, más aun con lo de Caleb.

—¿Por donde empezaremos?

—Por México pero aun no sé donde.

—Podemos empezar por Veracruz.

—Es lo mejor. Avisale a Franco lo que iremos a hacer.

La observo mientras habla. Me preocupa. Esta demasiada pálida con varios tubos en el cuerpo además de vendas en la cara.

—¿Me estás escuchando? —me siento en la silla y niego—. Te dije que le dijeras a Franco que preparé las cuevas y que se prepare para ver a Evaristo. Solucionaremos todo, absolutamente todos los problemas.

—Bien. Si eso es lo que quieres.

Espero que salga todo bien.

Te quiero de vuelta junto a mí [SL 2] TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora