Capítulo 8

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PVO CARRICK

— ¡Era un niño tan bueno...! —Me dice Grace, sacándome de mis pensamientos.

—Sí, aunque me saco unas cuantas canas, de hecho creo que la mayoría de ellas se deben a él. —Le sonrió con timidez.

— ¡Carrick! —Me amonesta Grace pero tiene una pequeña sonrisa en los labios que trata de disimular.

Yo me rio. —Es cierto Grace... ¡bueno no!... Elliot y Mia También dieron mucha guerra.

Pasamos a la otra página del álbum y ahí están, las fotos de los días de excursión, con Elliot y conmigo, haciendo senderismo, de pesca, andando en bicicleta, ¡me encantaba que a mis hijos les gustara compartir esas cosas conmigo!, así como a mí me gustaba hacerlo con mi padre.


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— ¿Recuerdas que llego a casa todo arañado la primera vez? —Me pregunta Grace.

—Sí, tenía unos siete años, estaba enseñándole a montar en bicicleta, Elliot ya había aprendido hace un par de años pero Christian no quería que le sostuviera la bici mientras él tomaba confianza, y lo logró una parte del recorrido hasta que perdió el equilibrio, cayó por una pendiente, por suerte era pequeña y no se lastimo mucho.

— ¡¿No se lastimo mucho?! ... Carrick Grey, que el niño tenía ensangrentada las rodillas y arañazos en los brazos, nunca me dejo ver más de ahí, pero estoy segura que se lastimo una costilla cuando cayó, veía como se quejaba.

Era verdad, cuando cayó, vi como lo detuvo una gran raíz de árbol, mi niño se había golpeado, pero no quería que lo tocara, así que nos fuimos a casa con la esperanza de que dejara a su madre examinarlo.

— Pensé que todo estaba bien y que lo habías examinado.

—Lo hice... es decir... lo intente. Cuando le dije que dejara checarlo para curarle, empezó a gritar ¡No, Mamá! ... ¡No, Mamá!... corrió y se enceró en su cuarto. —Empieza a reír. —Hice que Mia lo llamara desde la puerta y cuando el abrió, entre a revísalo. Pero no me dejo ir más allá de los raspones de los brazos y piernas. Estuve tentada de llevarlo al hospital.

—La única forma que lo llevarías, era sedándolo primero. —Me río con ganas y ella también.

—Créeme, estuve tentada a hacerlo.

Creo que Christian nunca supo, ni imaginó la alegría que llevo a nuestras vidas, aunque también muchos quebraderos de cabeza y una gran angustia que me mantuvo despierto muchas noches, no pretendo nunca decírselo a Grace, creo que será un secreto entre mis hijos y yo hasta el día que parta de este mundo.

Creo que Christian nunca supo, ni imaginó la alegría que llevo a nuestras vidas, aunque también muchos quebraderos de cabeza y  una gran angustia que me mantuvo despierto muchas noches, no pretendo nunca decírselo a Grace, creo que será un secreto...

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Aprendiendo a Vivir Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora