Aprendiendo a Vivir Sin Ti

Capítulo 28

POV Anastasia

Nos dirigimos en el auto Grace y yo junto al hospital de Seattle. ¡Estoy muy nerviosa! no sé lo que me dirán, los doctores, sólo espero que mi embarazo vaya bien.

Sawyer se ha comportado con extrema protección a mi parecer, sé que se enteró de que estoy embarazada, Grace me lo dijo, pero no me gusta que me vea como si yo fuese una bomba atómica que en cualquier momento va estallar. Grace me mira muy pensativa.

—Todo saldrá bien querida, no te preocupes. —Me dice, yo asiento con la cabeza.

No soy capaz de pronunciar palabras en este momento, soy un torbellino de ideas que debo poner en orden, ¡pero cada vez es más difícil!

Llegamos al hospital y lo primero que hacemos es ir al consultorio de la doctora Greene, ¡nunca había estado aquí! La doctora me atendió en el Escala o en el Hotel Fairmont Olympic, mi cincuenta la hacía llamar.

Estoy muy nerviosa y Grace puede verlo. Ella trata de tranquilizarme tomando mi mano, que esta helada.

Al fin entramos en el consultorio. La doctora Greene nos espera y saluda muy efusivamente a Grace, al parecer trabajan juntas, ¡y cómo no!, una se encarga de cuidar de los embarazos y la otra de los niños una vez nacidos. Grace, le enseña mi historial médico y ella lo ve con detenimiento.

— ¡Así que según los exámenes de sangre, estas embarazada! — Dice la doctora Grenee.

— Yo no lo creía probable, usted me hizo una prueba que salió negativa antes de aplicarme la inyección. —Le comento.

— Es bastante fuera de lo común, pero no imposible, aunque contigo se han cometido muchos errores. —Me dice. –Debemos evaluar tu salud y la del feto, la prueba que realicé falló no debí aplicarte la inyección, eso puede traer consecuencias al feto. —Me quedo paralizada.

— ¿Mi bebé puede tener problemas? —pregunto.

— Es muy pronto para saberlo, por lo pronto me gustaría podemos hacer una ecografía para saber de cuánto tiempo estás.

— ¿Has tenido algún síntoma? —Me pregunta la doctora Greene.

Niego con la cabeza sin palabras. ¿Síntomas? Creo que no.

—Sí. Dice Grace, ha tenido algunos mareos, pero también pueden deberse a las subidas y bajadas de presión.

La doctora Greene levanta una ceja.

—Veremos eso luego. —Nos dice. — ¿Ha tenido pérdidas?

Frunzo el ceño.

—No.

—Es normal con la inyección. Vamos a hacer la ecografía.

Asiento insegura y la doctora Greene me señala una camilla de piel negra que hay detrás de un biombo.

—Quítate la toda la ropa y tapate con la bata que hay en la camilla, incluyendo la ropa interior. —Me dice

¿La ropa interior? Esperaba que me hiciera una ecografía por encima del vientre. ¿Por qué tengo que quitarme las bragas? Me encojo y hago lo que me ha dicho, me tapo con la delgada bata blanca.

—Bien. —La doctora Greene aparece en el otro extremo de la camilla tirando del ecógrafo para acercarlo.

Se trata de un equipo de computadores de alta tecnología. Se sienta y coloca la pantalla de forma que tanto ella como Grace y yo podamos verla y después mueve la bola que hay en el teclado. La pantalla cobra vida con un pitido—.