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Y así llegamos al primer capítulo de este libro. Habían pasado seis meses de embarazo y ella se sentía estresada al tener tanto agobio por parte de su jefe.

Y no solo el jefe, Alberto estaba de pesado que se cuidara que si quería dinero lo dijera.

¿saben que hubiera querido? No haber salido con aquel cabrón. Dios sí, cabrón se le había quedado corto

Pero el problema no recaía en que quisiera ayudarla, el problema era que le hablaba siempre borracho por las noches.

Un día que salió con dos amigas se lo encontró borracho besando el cuello de una prostituta. Agradecía no ser ya su novia. Pero tenía miedo de como sería como padre.

¿acaso sería un buen ejemplo para su hijo o hija? Tenía ese miedo de criar otro como él.

Los meses pasaban rápidamente y en un abrir y cerrar de ojos todo llegaría a su fin.

Se había documentado muchísimo pero sabía que no sería fácil. Sabía que las cosas parecen fáciles u no lo son.

Terminó los trabajos del día y salió del trabajo. Era miércoles y decidió hacer la compra pero no podía y por eso la encargó. Le costaba mucho cargar cosas. Porque poco a poco la tripa se veía más y más grande.

La tripa y las estrías, esas pruebas de la evolución de una mujer, de la revolución de su cuerpo.

Eran blancas y aunque en un principio las odiaba, ahora las valoraba. Cada una era la señal de alguien importante que tenía en au vientre.

Pasó numerosas veces en la consulta de la doctora y le recomendó aceites que eliminaban el aspecto de las estrías. Por eso compró un aceite que aplicaba suavemente en au tripa.

No solo era el hecho de que lo aplicara sino que en cada masaje sentía más cerca la llegada.

Quería ya sentir esa criatura en aus brazos

200 VECES YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora