19

1 0 1
                                    

A la salida ella le propuso ir a tomar algo suave para calmarse. Él aceptó y se tomó un té suave, ella optó por un café.

Se notaba un silencio incómodo pero decidió romperlo de una vez.por todas:

-¿hoy ha habido más trabajo que nunca o es cosa mía?

Él, sacado de repente de sus pensamientos, se limitó a contestar:

-creo que ese hombre piensa que somos robots o algo, ¿te puedes creer que he hecho lo que suelo hacer en una semana?

-no lo dudo, imagínate yo, que soy becaria y paso las risas con el trato de él-respondió y tomó un sorbito del café,  estaba amargo y tomó un sobre. 

Lo esparció dentro del líquido y removió lentamente. Tras esto comprobó el resultado, dulce pero no demasiado.  Sonrió satisfecha.

Siguieron hablando y hablando y notó como él poco a poco se sentía más relajado, era cansancio y faltas de hablar.
Seguro que había estado callado las 48 horas o rodeado de personas mayores.

Le contó incluso que el padre ya quería hablar la herencia y lo dijo en un tono tan alterado que buscó la manera de cambiar de tema.

-¿al final te veré algún día con el traje?-preguntó tímida.
-no lo dudes baby- respondió y por fin después de tantas horas y tanto sufrimiento le vio sonreír y juró que era la sonrisa más bonita que había visto, pues iluminó la cafetería y la hizo sonreír a ella.

Era precioso sonriendo,  se notaba que había llevado en su momento algún tipo de ortodoncia.

A diferencia de ella que tenía dos dientes raros que le daban vergüenza,  no se veían pero era así de tímida.

Se sumergieron en sonrisas y le tomó la mano, la sujetó firme y le sonrió más aún, a la salida la acompaño a la casa y se quedó en la puerta

200 VECES YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora