#40 Dos Meses Y Una Confesión

124 18 41
                                    

Ya han pasado varios días desde que supe que tenía un mes y medio de embarazo, y justo hoy ya cumplo dos meses. Ringo me ha estado preguntando mucho sobre el bebé, me pregunta que cuándo va a nacer, que cuántas semanas tengo ya, y realmente no he sabido cómo responderle.

Esto fue lo que pasó la otra vez:

—Entonces, ¿cuánto tiene nuestro bebé?— Me preguntó mientras acariciaba mi barriga.

—Emm... no lo sé— Sonreí nerviosa.

—Pero, ¿cómo que no lo sabes, amor?, si fuiste al doctor para que te dijera cuánto tienes de embarazo, ¿no?.

—Sí, pero... ay, ya se me olvidó— Reí disimulando mi nerviosismo, quería salir corriendo pero Ringo me tenía abrazada en la cama.

—Hmm... está bien.— Me miró con los ojos entrecerrados y me besó.

Espero que no comience a sospechar, si es así, estoy muerta.

Bueno, les contaré otra cosa más, ayer vino George a casa... sí, sólo él. Vino porque mi hermoso, precioso esposito lo invitó, ¿y para qué?, yo que sé... ay, no debió.

—Mi vida, hoy vendrá George.

—¿Ah?, Ge... ¿George?— Con sólo escuchar su nombre se me erizó la piel, sentía que el corazón se me iba a salir del pecho.

—Sí— Me abrazó por la espalda y me dio un beso en la mejilla. Yo estaba en la cocina preparándome una taza de té. —¿Me preparas una a mí también?— Me dijo tiernamente mientras apoyaba su mentón en mi hombro.

—Claro— Volteé ligeramente mi cabeza y lo besé en la punta de la nariz. Él sonrió.

—Te amo mucho— Me besó en los labios.

—Yo también, mi amor.

—No sé que haría sin ti, soy tan afortunado de tenerte a mi lado— Me giró lentamente para quedar cara a cara, sus hermosos ojos azules se clavaron en los míos.

Me quedé en silencio, me sentía culpable, no soy capaz de mirarlo a los ojos después de que sé que el bebé que estoy esperando quizá no sea suyo. Esquivé la mirada y me volteé a preparar su té.

—¿Estás bien, cariño?— Estaba extrañado ante mi comportamiento.

—Eh... sí, sólo es que me dio un pequeño mareo, no es nada.— Reí, realmente me estaba sintiendo mal, muy mal.

En eso sonó el timbre; ¡George ya había llegado!, pude sentir como mi estómago se contraía de los nervios.

—Yo voy— Dijo Ringo.

—Sí, ve, amor.— Me tomé de un sorbo todo el té y me apoyé en el mueble de la cocina.

No sabía cómo iba a reaccionar al momento de verlo, ¡Dios, no lo había visto desde la fiesta de Ringo!. En eso sentí los pasos de ambos acercarse.

—¡Hola, Brenda!— Reconocí de inmediato esa voz, un frío me recorrió por todo el cuerpo.

Dirigí la mirada hacía él; se veía tan bello, tan alegre y vivaz. Lo saludé, él se acercó a mí, me dio un beso en la mejilla y me abrazó; yo le correspondí el abrazo, aunque un poco nerviosa, pero lo hice.

—Y... ¿cómo has estado?— Le pregunté.

—Yo, bien, aunque he tenido algunos malestares, pero no es nada grave, así que he estado bien, gracias.— Me dedicó una dulce sonrisa. Yo al escuchar eso me tensé y tragué fuerte. —¿Y tú?, ¿y el bebé cómo ha estado?— Me preguntó con entusiasmo.

—Bueno...— Di un suspiro —Bien, muy bien, mañana cumplo do...— Me detuve en seco, ¡ESTUVE A PUNTO DE DECIRLE QUE CUMPLIRÍA DOS MESES!, cuando se supone que yo no lo sabía. Comencé a toser para ocultar mi error. —Cinco semanas.— Sonreí.

—¿Mañana cumples cinco semanas? Pero, ¿qué no me dijiste que no lo sabías?, dijiste que lo habías olvidado, amor— Ringo me miró extraño.

—¿Ah?, es que... me acabo de acordar.— Reí y me rasqué la cabeza. —¿Quieres algo de beber?— Rápidamente cambié de tema preguntándole a George si quería algo.

—Emm... bueno, una taza de té, por favor.

—Bien, pasen a la sala, yo enseguida voy.

Preparé las dos tazas de té y se las llevé a la sala. Estuvimos conversando por un buen rato, Ringo en un momento fue a la cocina por más agua caliente, y yo aproveché ese instante para decirle algo a George.

—George, necesito hablar contigo. Escucha, yo subiré y haré como que voy a mi habitación y luego quiero que tú le digas a Ringo que irás al baño, ¿bueno?— Le susurré al oido. Él asintió, aunque estaba algo confundido.

Me levanté y me dirigí hacia la habitación, después de unos minutos subió George, entonces salí de ella y entré al baño.

—Y... bueno, ¿qué me querías decir?— Preguntó algo incómodo.

Tomé aire y volví a pensar en lo que le iba a decir: -¿Qué demonios estoy haciendo? ¡¿Cómo se lo digo?!- Ya no me sentía capaz.

—¿Brenda?...

Levanté la mirada y lo miré a los ojos, me quedé contemplándolo por un rato, luego bajé la mirada hasta sus labios. ¡Mierda, sus labios, sentía unas ganas inmensas de besarlos!, estábamos tan cerca que de un impulso lo agarré por el cuello y lo besé.

Nuestro beso no duró más de 5 segundos, ya que George me separó de él.

—¡¿Pero que haces?!, Brenda, no me hagas esto, yo ya te olvidé...

—¿Qué?— Quedé sorprendida con lo que me había dicho. -¿Qué quiso decir con eso de que ya me olvidó?- Pensé.

—Yo... no, no quise decir eso.— Agachó la mirada avergonzado.

—¿Por qué dijiste eso?, eso de que ya me olvidaste.

Hubo un silencio, volví a hacerle la pregunta hasta que me respondió.

—Me estaba enamorado de ti... de repente comencé a sentir algo muy fuerte por ti.— Levantó la mirada y me miró a los ojos apenado.

Quedé perpleja al escuchar sus palabras, no supe que decir. -¿Enamorándose de mí? ¡Eso no puede ser posible! ¿Y yo? ¿Qué es lo que me pasa a mí? ¿Será que yo... también? ¡No!- Hablaba conmigo misma mentalmente. De repente fui interrumpida porque escuché la voz de Ringo llamándome. ¡Estaba subiendo las escaleras!, ¡se dirigía hacia nosotros!.

—¡Viene Ringo!— Susurré aterrada.

La manilla de la puerta comenzó a girar...



Continuará...

El Libro de Confesiones de la Señora Starr (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora